Capítulo 7

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La conclusión a la que había llegado era: No lo sabía.

Ni siquiera quería intentar recordar cómo era de niño, con su madre marchándose a una edad temprana y su padre siendo un hombre de familia indiferente.

Fue criado por los sirvientes de la mansión hasta la edad de ocho años, y desde entonces, se le había enviado a un internado. Cuando se hizo un poco mayor, ingresó en la escuela militar, y sus visitas a casa se hicieron aún menos frecuentes.

Por primera vez, tuvo mucho tiempo para pasar en casa sin nada que hacer.

Incluso le habían restringido muchas actividades que habían considerado perjudiciales para su tiempo de recuperación.

Llevarse bien con Liang Yun se había convertido en una obligación. 

Afortunadamente, Lu Ze no odiaba este tipo de relación, así que, por la noche, como de costumbre, saltó por la ventana y entró al dormitorio de Liang Yun. Levantando las sábanas, se metió a la cama mientras decía: —Esta noche voy a dormir en los brazos de madre hasta el amanecer.

Liang Yun prácticamente entró en pánico y trató de salir de la cama, pero Lu Ze lo agarró por la cintura y lo hizo retroceder, empujándolo contra el colchón.

El joven Alfa abrió bruscamente la túnica de Liang Yun, revelando los hombros pálidos y los senos regordetes en un instante. Sus redondos pezones estaban enrojecidos e hinchados, y cuando el tenso borde del cuello de su ropa pasó por encima de uno de ellos, lo estimuló para ponerse erguido, junto con el pezón del otro lado, que también sobresalía oculto bajo el fino material.

Liang Yun empujó los hombros del joven Alfa con ambas manos y se resistió suavemente: —A'Ze, no hagas esto...

—Un: «No hagas esto» viniendo de ti, significa: «Quiero que hagas esto». —Lu Ze sonrió con maldad, bajó la cabeza y mordió la punta del pecho, llevándose la dulce y roja “cereza de leche” a la boca. Succionando con fuerza, utilizó sus dientes para morder la carne blanca del pecho, sin demasiada ligereza; su fuerza para tomar leche era mayor que la de un bebé. Los agujeros fueron estimulados casi instantáneamente para abrirse de par en par y la leche salió a chorros. Liang Yun incluso podía sentir cómo la leche se canalizaba frenéticamente a través de sus pechos, y el dolor le hizo gritar suavemente: —A'Ze, ngh... despacio...

Retorció las piernas con más fuerza y todo su cuerpo tembló ligeramente ante la acción de amamantar.

Una vez más, sus pezones se estremecieron ante el pervertido proceso de alimentación. Poco a poco, las manos de Liang Yun que empujaban hacia atrás se cambiaron de posición, una de ellas se apoyó suavemente en la nuca de Lu Ze, mientras que la otra no pudo resistirse a cubrir su otro seno, que seguía hinchado y lleno de leche que no tenía por donde salir; el pezón estaba rígido y dolorido, ansioso de que los dientes del pequeño león lo mordieran también...

Cuando el joven Alfa hubo vaciado la leche de un lado, cambió al otro. 

La holgada túnica para dormir de Liang Yun estaba completamente destrozada, dejando al descubierto ambos hombros y un par de tetas rosas y blancas que habían sido chupadas y jugadas por Lu Ze. 

El lado derecho había sido chupado y torturado por Lu Ze. El pezón seguía mojado por su saliva y parecía extremadamente hidratado, sin embargo, la carne de los pechos de Liang Yun tenía un aspecto lamentable,  con marcas de dientes y huellas de dedos por todas partes.

Si su marido hubiera llegado esa misma noche, no habría podido excusarse, diciendo que los bebés eran los causantes del lamentable estado de sus tetas.

El culpable continuó bebiendo y mordiendo del otro seno de Liang Yun. 

Lu Ze de vez en cuando miraría con ojos lujuriosos a su “madre” aturdido, lamiendo con la lengua los rojos e hinchados pezones delante de él, que goteaban leche; los eróticos lametones fueron tan duros que inmediatamente Liang Yun sintió una gran picazón, y de manera inconsciente, presionó la nuca del joven Alfa, casi empujando el erecto pezón rojo hacia los labios de su hijastro. 

El joven Alfa lo saboreó en su boca, lamiéndole nuevamente de manera provocativa y frotó su labio inferior ligeramente contra el pezón, generándole una picazón insaciable a  Liang Yun, quien gimió su nombre en voz baja: —A'Ze...

—¿Quieres que te muerda las tetas?

Ngh… —las mejillas de Liang Yun se sonrojaron y sus ojos quedaron hipnotizados.

—Entonces te molestaré para que me alimentes, madre.

Liang Yun pareció contenerse al oír su voz. Sus dedos agarraron inconscientemente sus propios senos y apretaron los carnosos y necesitados pezones, hasta que finalmente no pudo contenerse. Levantando ligeramente el pecho, Liang Yun sostuvo entre sus dedos cada uno de los rojos e hinchados pezones, y pellizcándolos, los llevó hacia los labios de Lu Ze. 

Sin embargo, debido a su nerviosismo y timidez, los dedos que pellizcaban sus pezones, temblaron y los orificios de la leche se irritaron aún más por la fuerza desproporcionada de la sujeción, haciendo que un pequeño chorro de leche blanca golpeara directamente y de forma húmeda los pálidos labios del joven Alfa.

Lu Ze se lamió los labios y dijo: —¿Así de silencioso eres cuando persuades a tus bebés para que tomen leche?

Liang Yun estaba tan avergonzado que cerró los ojos mientras metía sus pechos en la boca del Alfa con voz agitada, diciendo suavemente: —Sé bueno... y bebe la leche... Hm...

De inmediato, la punta de su pecho fue mordida de manera maliciosa por Lu Ze.

Hm... bebe… —Liang Yun no podía soportar este tipo de estimulación, las puntas de sus tetas dolían, y su agujero trasero se estaba humedeciendo.

Por suerte, al momento siguiente, Lu Ze calmó su excitación, chupando la leche con fuerza y dejándolo con un leve dolor mientras finalmente terminaba con las últimas gotas del día.

Después de alimentarse, el joven Alfa realmente se negó a irse. Apoyando su mejilla en el pecho del Omega, casi durmió con el rostro enterrado entre las tetas de Liang Yun. 

Liang Yun fue sujetado por Lu Ze alrededor de su cintura y presionado contra la cama, sin poder mover las piernas. 

Sin embargo, el joven tenía casi la misma altura que él, así que, sí ponía la cabeza sobre su pecho, ¿no quedarían sus pies descubiertos bajo la manta? El preocupado Omega no pudo evitar decir: —Bebé, ¿tienes los pies cubiertos?

—¿Cómo me llamaste? —Lu Ze se sintió divertido.

Liang Yun repitió suavemente: —Bebé...

El joven tarareó: —Los Omegas son, en efecto, criaturas de luz sagrada. 

Sin embargo, Liang Yun acarició la nuca del Alfa con un gesto muy tolerante y manso: —Sé que en realidad eres un buen chico, uno del que se puede estar orgulloso, sólo tienes... algunos arrebatos emocionales... Yo estoy dispuesto a consentirte apropiadamente...

—Entonces… ¿Puedo follarte?

Liang Yun agarró un corto mechón de cabello en la nuca del joven: —Lo máximo que puedes hacer es tomar leche, tu padre no puede enterarse.

Ladrón de leche【ABO +18】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora