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Desde que me embarque al mar con aquel pequeño grupo que éramos, entendí que no solo la diversión estaría con nosotros, los problemas siempre nos perseguirían como los piratas que éramos, ya sean los marines u otros piratas creyéndose los mejores por ser una mayoría en tripulación o en edad.

Jamás nos importó nuestro segundo género.

Navegar en aquel barco como un nakama más, el cocinero y amigo, se convirtió en algo que no quisiera cambiar sin importar qué. Era la primera vez, aparte de los cocineros y el viejo Zeff en Baratie, que compartían con personas a las que apreciaba, atesorando cada uno de los recuerdos sobre ellos.

Cada uno teníamos nuestro sueño, nuestra meta: La mejor navegante, el mejor espadachín, encontrar el all blue, el hombre más valiente, ser el rey de los piratas. Y a estos se unieron muchos más.

Cada uno de nuestros sueños se fueron compartiendo en nuestras convivencias en aquel barco, ya no solo peleábamos por una causa, recorríamos lugares y creábamos lazos. Lazos con quienes sufrieron y vieron la fortaleza que su sonrisa, al igual que sus palabras daban. Encontraríamos nuevos amigos, con quienes reír o llorar.

Todo por mi capitán.

Luffy siempre logró dar fortaleza a todos, incluso mucho más que hacia él mismo. Siempre extendiendo su mano con unas sonrisa deslumbrante y un poco ingenua. Siempre allí para todos, comprendiendo el sufrimiento de los demás sin necesidad de que ellos hablaran.

Incluso entendió cual era mi sueño, mis sentimientos y lo guardado y temeroso que está en mi corazón.

Aun cuando no hablaba de mi pasado y solo del presente y de lo que quería lograr en un futuro, él me entendió.

Porque temí por lo que sentía, temí por como mis pensamientos se convertían en dolores de cabeza que no tenían respuestas. Pero, Luffy estaba allí, ofreciéndome su dulce corazón, tan inexperto como el mío. Abrazó con su cuerpo mis sentimientos, correspondiéndolas a pesar de mi temor. A la luz que yo quería ocultar, lo convirtió en la estrella más brillante.

El poco tiempo que compartíamos antes de separarnos fue una convivencia que se enmarca en mis recuerdos, rebobinando cada una de nuestras primeras veces.

Las peleas tontas que surgían por mis propias inseguridades o como el labio inferior se abultaba al ver mi atención con las chicas, las veces que lo consentía con mi cocina o cuando el marimo nos molestaba por lo pocos momentos en los que se creaba un ambiente dulce entre nosotros, creando una discusión entre él y yo, mientras Luffy solo reía.

El simple hecho de separarnos, de que en nuestro lazo se hiciera consciente el hecho de todo lo que había sufrido, me golpeó. Sintiéndome inútil por no estar con él, y en el peor de lo momentos.

Dos años separados, fueron lo suficiente para recordar mi propósito, nuestro propósito, también se convirtió en una fortaleza en mis sentimientos. No podía negar que extrañaba todo de él, aunque fuera la mínimo, compartiendo solo un poco de su dolor aun cuando él bloqueara nuestro vinculo. Contaba el tiempo en aquella isla, volviéndome más fuerte y esperando verlo, añoraba verlo, aun cuando en mis sueños su silueta borrosa me lloraba por un abrazo.

Volver a verlo se convirtió en mi felicidad, verlo sonreír, correr, brincar hasta exigir su preciada carne. Incluso el beso sin temor que logré darte al subir al barco. Todo regresó a la normalidad.

E ignorar mi pasado fue mi error. Porque de manera sorpresiva regresó a mí para causar más dolor del que me había dejado.

Sombra del pasado; SanLuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora