Cómo ser una 'Dama' || Hijas Dimitrescu x Lectora

Cap 17

Ahora que todas estaban más o menos encaminadas, las lecciones podían comenzar.

Parte de ser una dama era tener talento. Ya sea cantando, bailando o dibujando, era tu trabajo extraer este talento de las chicas y refinarlo. Los únicos problemas eran: ¿qué talento tenían?

A Bela le encantaba leer libros y era una consumidora voraz de ellos. Nadie podía rivalizar con sus habilidades de absorción cuando se trataba de inhalar las palabras en ellos.

Cassandra estaba obsesionada con las cosas afiladas. Ese era un pasatiempo peligroso.

Y Daniela era súper enérgica. Te golpeaste la barbilla con un dedo, tratando de descubrir qué podías hacer con ellas que funcionaría mejor con su conjunto de habilidades ya disponible.

¿El baile, para Dani? Podía hacer un buen uso de toda esa energía.

¿Pintura para Bela? Tendría paciencia para ello.

Y Cassandra... ¿qué podrías hacer con ella? Era demasiado abrasiva para trabajos delicados, y demasiado 'cool' para hacer algo tan patético como bailar. ¿Quizás música?

Doblaste tus notas y decidiste formular un plan sobre cómo enseñarías nuevos talentos a las tres hermanas.

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Después de la quinta vez que Daniela te pisó los dedos de los pies, pensaste que tal vez esta no era la habilidad para ella.

—Lo siento —chilló ella ante tu gemido de dolor.

—Está bien —dijiste, haciendo una mueca de dolor mientras retrocedía—. Tal vez deberíamos intentar algo más para ti. —Daniela era demasiado descoordinada para seguir tus movimientos. Puso demasiado vigor en sus acciones. Lo cual era adorable, pero no apropiado en este momento.

—Daniela, ¿probamos tu mano tocando el arpa? —sugeriste. Las arpas eran instrumentos elegantes y con ella por todas partes, podría apreciar tocar las cuerdas por todas partes.

Ella asintió con la cabeza con entusiasmo. —Sí. ¡Sí! Cualquier cosa para complacer.

—Esto no es para complacerme —dijiste, enamorada de su devoción, no obstante—, sino para encontrar un talento para ti, en el proceso de convertirte en una dama.

Una mirada confusa se apoderó de su rostro, antes de que se diera cuenta. —¡Cierto! Estás aquí para enseñarnos a ser damas. ¡Lo olvidé totalmente!

Diste una expresión poco impresionada por esto. —Bueno, supongo que nos desviamos... mucho.

—Sí —Daniela asintió con la cabeza, agarrando tu mano y apretándola. Una mirada familiar apareció en sus ojos. Una que conocías demasiado bien.

—No nos vamos a desviar de nuevo. Más tarde —la regañaste. Dejó escapar un gemido infeliz pero obedeció—. Ven, vamos a la sala de música.

Tu esperanza no duró mucho ya que lanzaste un gran suspiro. —Qué desperdicio de un buen instrumento.

Daniela tuvo la decencia de parecer avergonzada. —Yo... lo siento. No sé qué pasó.

Tú sí sabías. Se había emocionado demasiado tirando de las cuerdas y tirando demasiado fuerte. ¿Cuán inhumana era su fuerza incluso para hacer tal cosa? ¡Un arpa era un gran instrumento!

—No es música entonces. ¿Probamos el arte? —sugeriste. Daniela asintió con la cabeza un poco malhumorada.

La llevaste a la sala de arte y le pusiste un lienzo y un taburete, junto con una paleta. —Confío en que sepas cómo usar un pincel, pero por si acaso... —y le mostraste todo el proceso de sumergir el pincel en el vaso de agua para humedecerlo, limpiar el exceso y luego sumergir el pincel en agua.