CAPÍTULO 5

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Dos días habían transcurrido desde el incidente.

Jisung aún dudaba mucho en hablar con su padre respecto a lo sucedido.
Sabía que en algún momento tendrían que abordar una conversación decente sobre la organización de los tiempos de su padre. Sin embargo, eso no era lo que más le preocupaba.

Desde aquél día en el hospital, Jisung había tenido un tipo de sueño extraño.
Pero no lo podía recordar con exactitud. Lo único que sabía a ciencia cierta era que después de ese miércoles, escenas borrosas se repetían en sus sueños.
Podía recordar una pequeña casa de piedra, un faro, una rosa y una mano. Pero no más.

No tenía idea de qué podría tratarse.
Sin embargo, hoy no tenía tiempo para pensar en ello. Había llegado el sábado. Sábado cuatro de abril.
Eso signficaba visitar a su abuela, y como sí no fuera poco, agradecerle por el cuarzo. De paso, claramente le preguntaría de una buena vez su significado.
Parecía que algunas cosas tomarían color.

—Buenos días, pollito.- saludo su padre.

—Buenos días, pa.—Trato de no sonar tan sorprendido cuando lo miró. Era demasiado inusual mirar a su padre los sábados por la mañana.

—Adivina qué.-dijo mientras le tomaba las mejillas.

—Mmmm..

—Andalee, intenta adivinar.—dijo una vez más.

—¿Me vas a subir la mesada?.—dijo con una sonrisita.

—Ya quisieras.

—Bueno, lo intenté.

Jisung realmente no tenía idea de lo que su padre tramaba, pero mentiría sí dijera que no le emocionaba.

—Vas a faltar hoy a clases.— Dijo con una gran sonrisa.—

La escuela de Jisung era de esas escuelas extrañas en donde trabajaban los sábados.
Aunque solo iban por un par de horas.

Dentro de esas horas debían reunirse según el club que al cual pertenecieran. En caso de no tener uno, deberían hacer servicio social.

El cual era el caso de Jisung.
Seguía sin saber a que club unirse, ya que se había desintegrado el club de fotografía, donde por cierto, él era el líder.

Amaba como nadie ese club, pero no muchos estaban interesados y la escuela prefirio dar esos fondos a clubes deportivos.

Sin embargo, aunque no le gustara ir, no podía faltar. Ya que se había ausentado de la escuela por dos días por el incidente.

Incluso si era por salud, no podía faltar más.

Es por ello que la noticia de su padre le cayó extraña.

—¿Qué?— trato de comprenderlo. Taeyong odiaba con todo su ser que él faltara a clases, ¿qué le estaba pasando?

—Sí, como lo escuchaste, vas a faltar a clases. Bueno, algo así. Hable con dirección para que te dieran las tres últimas horas, aunque claro, te van enviar la tarea a tu e-mail.

—Eso no es faltar a clases.

—Sí lo es. Bueno, es lo que podría tolerar.

—Ya decía yo, eh.- Realmente nadie podía quitarle la sonrisa de la cara.— ¿Pero para qué? ¿vamos hacer algo?

—Pues bien, vamos ir a comprar los regalos para tita y comprarnos ropa nueva para nosotros. Tenemos que organizar bien esa fiesta.—

Al escuchar aquella afirmación, Jisung sentía que esto era justo lo que necesitaba. Revivir los cumpleaños felices en casa de su abuela y, junto a su padre.

Mil vidas más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora