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La amé, solo como un corazón herido puede.

Aún sabiendo que sus caricias eran veneno.

Le di todo lo que era.

Tanto la amé, que quedé vacío de mi y solo ella existió.

Me atrapo en su infierno y me condenó a vivir en soledad.

Y entonces apareces tú, como una tenue lluvia en primavera.

Sin disfraces, liberándome de mis cadenas.

Dime mujer de piel canela ¿llevas tú también veneno en tus venas?

Nocturne in E-flat major, Op. 9, No. 2

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El corazón de Camille dolió en solidaridad una vez más, cuando vio al tormento cruzar sus ojos de obsidiana.

En aquel momento, mientras el sonido de su voz rompía el silencio en la habitación, su corazón estaba desnudo para ella. Aquel hombre que había sido acusado injustamente. Era un hombre cuyo corazón había sido roto.

Quiso abrazarle y consolarle, tal vez solo rozar su brazo como constantemente hacía, pero sabía que no era tan simple. No cuando se encontraban en una habitación llena de personas y su única preocupación debía ser el juicio que en pocos días concluiría, intentó concentrarse en el montón de hojas blancas entre sus manos.

Leyó la misma línea una y otra vez, sin embargo no podía evitar mirarlo. Y a veces, se encontraba con él devolviéndole la mirada como si quisiera decirle algo.

Sí, él la miraba, le sonreía o tal vez, sólo tal vez era sólo su imaginación.

Johnny hizo algún tonto comentario, haciendo estallar las risas colectivas, solía hacer eso con regularidad cuando el silencio se salía de control, pero ella sabía que algunas cicatrices eran demasiado profundas para ser siempre escondidas por completo.

Mientras la imponente mesa del salón se perdía entre papeles, computadoras y rostros cansados, recorrió el lugar con sus ojos mientras su taza de café comenzaba a enfriarse a su lado. El lugar era lujoso y ocupaba la mitad de la planta más alta del edificio. La vista panorámica que se podía contemplar a través del gran ventanal era completamente deslumbrante mientras una variedad de luces provenientes de edificios cercanos contrastaban con el crepúsculo de la noche.

Aunque había dormido unas seis horas aún estaba agotada. Necesitaba una ducha caliente e irse a la cama, en ese mismo orden. Pero no estaba segura de cuáles eran los planes de Ben.

Ella volvió a concentrarse en las letras y a la pantalla que tenía en frente y se quedó escribiendo durante media hora antes de levantar finalmente la vista para mirarlo, una última vez.

No entendía que le sucedía, pero él había ocupado todos y cada uno de sus pensamientos desde que lo vio entrar por las puertas del despacho y aún lo hacía.

Johnny parpadeó cuando se dio cuenta que estaba en medio de una reunión y no tenía ni idea de lo que se había discutido hasta ahora. Cuando se hizo un silencio prolongado, él descubrió rápidamente que todos esperaban su opinión. Maldición.

Ben le dirigió una mirada burlona y luego siguió adelante con la información que él debía proporcionar. Aquel abogado, que se había convertido en su amigo, se manejó como un profesional, confiaba en él y en cada una de las personas de aquella mesa.

Pero sobre todo, en ella, la bonita mujer sentada en un extremo, a la cual no podía dejar de observar, con detalle.

Johnny dio un suspiro de alivio cuando por fin todo había terminado, al menos eso era lo que él pensaba. Puesto que Ben a último momento había decidido que ella, Camille, repasara una vez más las posibles preguntas de su testimonio.

La Incondicional || Camille Y JohnnyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora