La Incondicional || Camille Y Johnny

Veritas

¿Eres feliz, hombre de penumbras?

Porque yo no

No, desde el día en que te deje ir...

Y ahora...

Estoy tan lejos de tu sombra como tú de mi luz.

Dime ¿Eres feliz con ella?

O cierras tus ojos pensando en mi

¿Eres feliz con mi ausencia?

O sientes el vacío asfixiarte en la soledad

Porque yo, en noches como ésta... desearía poder rozarte, deslizar mis manos sobre ti. Y decirte con mi piel, lo que jamás podré decir con mis labios.

Respóndeme hombre de tinieblas ¿aún me recuerdas?

Howl's Moving Castle Theme

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- "¿Con quien estarás esta noche, forastero? ¿Enredas tu cuerpo al suyo como solías hacerlo con el mío? Han pasado lo que parecen meses incesantes y yo sólo puedo dormir con tu fantasma.

¿Aún piensas en mi?

Es tarde, afuera está lloviendo y debo confesar que desearía que tocaras a mi puerta, y fueran tus ojos los que me devolvieran el reflejo. Y sin embargo no lo harás y yo no lo pediré.

¿Por qué no lo has hecho Johnny?

Sí, lo sé. Yo te he dejado ir.

Pero eres como un espejismo y al cerrar los ojos, mientras él me toca, imagino que son tus cálidas manos quienes acarician mi piel y erizan mi cuerpo

Dime, ¿dónde te encuentras?".

Para Camille entrar en el dormitorio del piso de arriba fue como entrar en una caverna. Le parecía tan pequeña aún cuando aquellas paredes blancas y grandes ventanas parecían gritarle todo lo contrario. Pero daba igual lo que susurraran a sus espaldas, para ella no era más que un solitario mausoleo que la asfixiaba.

Se sentó en el borde de la bañera, con una toalla envolviéndola, mientras observaba como caía el agua y agitaba las burbujas blancas.

El caliente vapor flotaba en la superficie, el agua debía estar demasiado caliente, sin embargo últimamente aquel calor parecía nunca lograr fundir el frío que sentía por dentro.

Cerró el grifo con un mecánico movimiento habitual y permaneció allí sentada por un instante. A su alrededor, todo permanecía en silencio.

Sabía que hacer, lo que estaba haciendo. Había tomado notas sobre todas sus citas y pendientes. Debía tomar un avión a Virginia, miles de kilómetros de distancia, turbulencia, luego otro a California, entrevistas. Almuerzos, cenas en restaurantes que a la mayoría le parecería estúpido pagar. Y personas, decenas de personas a su alrededor, a las que ella les devolvería la sonrisa.

Y la pregunta era, acaso ¿le importaba todo eso? Hundió la mano en el agua vaporosa de la bañera y deslizó el agua entre sus dedos. ¿Tenía todo lo que una vez había deseado? La respuesta a esa pregunta era afirmativa. Estaba segura.

¿Podía vivir sin todo lo que había soñado, a todo aquello que era habitual para ella? No estaba tan segura de la respuesta.

Entonces ¿por qué sentía dentro de ella un vacío que no podía detener? Pero lo sabía, en alguna parte dentro de sí, sabía aquella respuesta, aunque no pudiera admitirlo.

No se había permitido sentirse destrozada o sacudida por el dolor, después que lo dejó ir. Hasta aquella mañana, donde él, el hombre al que su corazón se negaba a olvidar, había aparecido en un sin fin de medios abrazado a una bonita pelirroja.