026 | Natasha Romanoff

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Natasha Romanoff x Male Reader

"Dile a tu bebé que soy tu bebé"

Hay días en los que Natasha se despierta empapada en sudor, sin poder respirar, con el corazón pesado por un sentimiento que todavía no puede descifrar. Esos días son raros, pero aun así suceden, y la dejan conmocionada por más tiempo del que está dispuesta a admitir.

Ella no es infalible, lo sabe, pero en esas noches, su pecho dolorido sirve como un recordatorio de lo humana que es en realidad bajo el exterior que ha fabricado cuidadosamente a lo largo de los años.

La mayoría de las noches no sueña. Siempre era la nada lo que la saludaba en la noche, y ella lo recibía de todo corazón.

Pero en raras ocasiones, cuando duerme, ve cosas.

A veces ve mechones azules que bloquean su visión mientras sube corriendo por un camino de entrada, un automóvil golpeado pero muy querido estacionado justo al lado de ella mientras atraviesa la puerta y se encuentra con los brazos abiertos, dos pares grandes, un par más pequeño que el suyo. Otras veces, ve un árbol de Navidad con cajas de colores debajo. Ella vitorea y se ríe con alegría, a pesar de saber que no había nada dentro de ellos. Esas visiones a menudo se tiñen de un naranja cálido.

Pero solo constituyen una pequeña parte de lo que normalmente sueña.

La mayoría de las veces, ella sueña con un hombre.

Un murmullo bajo, una mano fría en su cuello, otro estabilizando su arma. Ella hace lo que le dice, pero es muy joven, no sabe apuntar como él, no sabe por qué está aquí, aprieta el gatillo.

Y falla

El fondo cae debajo de ella, los dientes de Natasha se muerden los labios lo suficientemente fuerte como para sacar sangre. Sabe lo que le espera, está preparada (no lo está, pero ¿qué otra opción tiene?) y se prepara para ello.

La mano fría deja su cuello. Pero no alcanza su cuero cabelludo, para tirar de él y arrastrarla lejos de su puesto para... "reprenderla" por su trabajo de mala calidad a pesar de tener suficiente tiempo para entrenar para ello.

En cambio, un pulgar frío se limpia los labios para limpiar la sangre que había comenzado a gotear por su mejilla. Es silencioso, casi mortal.

"... Mostrar debilidad hará que te maten aquí. No vuelvas a hacer eso."

Él no dice nada más y, en cambio, ajusta su arma. Sus manos tiemblan, pero con su asentimiento, aprieta el gatillo de nuevo.

Ella no se pierde esta vez.)

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Natasha Romanoff | IMAGÍNATE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora