CAP 10.

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A Namjoon nada le había dado tanta lástima como su pobre esposo cabeza hueca. Le dio la espalda a la cazuela de chile que estaba cocinando y lo observó entrar en la caravana, con la ropa tan sucia que podría haber salido de una pocilga. Briznas de heno y restos de comida para animales se pegaban a lo que le quedaba de coleta. Tenía los brazos salpicados de barro y olía que apestaba.

Como Namjoon también había sido el blanco de la llama más de una vez, reconoció el olor.

—¿También has tenido un encontronazo con Lollipop?

Él masculló algo indescifrable y se dirigió al donnicker. Namjoon sonrió y volvió a remover el chile.

—No te he entendido. ¿Qué has dicho?

La respuesta del joven tuvo el acento bien educado de alguien acostumbrado a las cosas buenas de la vida.

—Vete a freír espárragos. —Y cerró la puerta de un portazo.

Él se rió entre dientes.

—¿Ha sido tu primer encuentro con una llama?

Jimin no contestó.

Namjoon echó otra cucharada de pimienta picante, añadió salsa caliente a la mezcla y la probó. Demasiado suave. No se oía ningún sonido en el baño, ni siquiera el del agua. Con el ceño fruncido, dejó la salsa picante al fuego.

—¿Jimin? —Como él no respondió, Nam se acercó al baño y llamó a la puerta. —¿Jimin? ¿Te pasa algo?

Nada.

Giró la manija y lo vio inmóvil, delante del espejo, con las lágrimas cayéndole en silencio por las mejillas mientras miraba su propio reflejo.

Namjoon notó un extraño sentimiento de ternura en su interior.

—¿Qué te ocurre, cariño?

Él no se movió, las lágrimas continuaron deslizándosele por las mejillas.

—No es que nunca haya sido tan guapo como mi madre, pero ahora estoy horrible.

En lugar de irritarlo, ver que él había perdido cualquier rastro de vanidad le tocó la fibra sensible.

—Yo creo que eres muy hermoso, cara de ángel, incluso cuando estás sucio. Pero te sentirás mejor después de ducharte.

Jimin no se movió. Seguía con la mirada clavada en el espejo mientras las lágrimas le caían por la barbilla.

Él se agachó a su lado, le levantó un pie y le quitó la deportiva y el calcetín. Luego hizo lo mismo con el otro.

—Por favor, vete. —Jimin lo dijo con la misma dignidad muda que él había observado durante los últimos diez días mientras se concentraba en completar una tarea tras otra.

—Estás ayudándome porque estoy llorando de nuevo, pero sólo lloro porque estoy cansado. Lo siento. No me hagas caso.

—Ni siquiera he notado que estuvieras llorando. —Namjoon se arrodilló ante él y le abrió la cremallera de los vaqueros y, tras vacilar un momento, se los deslizó por las caderas.

Cuando los bajó por las torneadas piernas del joven, Namjoon sintió una punzada de deseo y tuvo que obligarse a apartar la vista del tentador triángulo de las bragas color verde menta que llevaba puestas.

¿Cuánto tiempo más iba a poder mantener las manos alejadas de él? Durante la última semana y media Jimin había estado tan cansado que apenas podía mantenerse en pie, pero él sólo había podido pensar en su suave y flexible cuerpo. Había llegado a un punto en el que no podía mirarlo sin ponerse duro, y eso le sacaba de sus casillas. Le gustaba tener todos los aspectos de su vida bajo control y ése se le escapaba de las manos.

besar a un ángel - nammin | adaptación [m-preg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora