Prólogo

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Tener una vida tan larga y de inmortalidad no es tan espectante como un humano cualquiera lo imagina. Es aburrida, abrumadora, rutinaria. O al menos eso es lo que piensa Chifuyu Matsuno.

Siglo tras siglo viviendo, devorando la sangre de miles de personas, brindandoles un buen sexo. Pasando desapercibido por un humano, colándose entre cada uno de ellos. Al inicio era divertido, pero después de unos cuantos cientos de años es aburrido.

Justo cuando va iniciar un nuevo ciclo fingiendo ser un humano universitario algo lo llama. Un joven doncel, curvilíneo y delgado. Facciones finas y suaves, andrógino podría ser, pero no perdiendo algo de masculinidad. Él joven vestía de una forma extravagante y variable con su cabello teñido y peinado en un moño flojo. Su aroma era películiar, extraño y fascinante para sus fosas nasales, no había percibido aquel en ningún humano al paso de los años. Sin contar la pureza, la voz y risa angelical que escuchó a más dos metros y su apellido:

Hanemiya....

Kazutora te desprendía tanta pureza, belleza e imágen angelical que creías que pensar en él era incluso demasiado sucio y perverso. Pero Kazutora Hanemiya no tenía nada de pureza, era como una serpiente venenosa que se metía hasta lo más profundo de tu mente y en segundos te tenía a sus pies, un revoloteó de sus largas pestañas y te dejaba hipnotizado, parecía una especie de magia manipuladora y perversa. Chifuyu no fué absuelto completamente a sus dones venenosos y encantadores, el cayó tan duro como cualquiera.

Pero Kazutora era inteligente, sabía que Chifuyu no era un humano cualquiera, de hecho estaba seguro de que no lo era, y cuando supo inmediatamente que se trataba de una criatura de la noche a las que tanto terror le tenía la gente, y era más una leyenda y mito que una realidad, quedó fascinado, enamorado. Quiso más. Quería más. Tendría más.

Etéreo. | Kazufuyu  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora