05. Hipnotizado

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El domingo era un día familiar para muchas personas, excepto para Kazutora. Siempre pasaba los domingos solo, Wakasa se iba con la familia de su novio Shinichiro. La familia de  Baji... siempre lo acogía pero los domingos no se permitía ir ya que siempre llegaba toda la extensa familia que poseía, y aunque era bienvenido siempre lo atestaban con preguntas y los pensamientos de todos le daban una horrible migraña. Mitsuya había ido de cita con Draken. Y su novio, bueno Seishu estaba de viaje por trabajo, de nuevo.

Estaba solo y no quería estar solo.

Y sus dedos se movieron solos en contra de su voluntad.

Dos timbres en el celular, con sus pies moviéndolos con ansiedad, esperando a que su llamada fuera atendida.

—¿Si?

—Hola

—¿Hola? un mes donde me has estado evitando y ahora me necesitas. ¿Que pasa?

—Nada. Es solamente que es domingo y estoy absoluta y ridículamente solo.

—¿Me llamas porque te sientes solo? Eres increíble. ¿Quieres que vaya?

Kazutora se arrepintió completamente de haberle marcado. Se oía molesto y tenía derecho de estarlo, él lo estaría.

—Fue una mala idea. Olvídalo, adiós.

Y le colgó dejando a su suerte su celular. Ni siquiera sabía cual fue el impulso de marcarle, aunque con Chifuyu a su lado siempre se había sentido menos solo, pero recordando los hechos probablemente no quería estar relacionado con él, lo peor de todo es que entendía si se enojaba, si no quería verlo, si lo evitaba, si le hablaba mal y grosero incluso, si se conseguía a alguien, entendía eso, pero su corazón punzaba en un incomprensible sentimiento de dolor, de esos que ni siquiera sabes porque es que quieres llorar y tirar todo a la mierda.

Así que pasaría su domingo solo, escuchando música y tratando de sobrellevar su patética soledad y rechazo indirecto.

....

Tres horas después el timbre de su casa estaba sonando, y fue una total suerte que pudiera escucharlo con el volumen que le tenía a su música. Bajó el volumen y descalzo con ropa de pijama y su cabello en una cola de caballo desordenada. Cantó en su camino hacia la puerta, pensaba que probablemente era su hermano que se le habían olvidado sus llaves o alguna cosa así, porque era domingo y nadie más vendría sin avisar.

—Si ya se, tu llaves Wakasa, ya te las doy —dijo en un bostezo que hizo que sus ojos cerrarán, sin ganas y sin ver qué Wakasa no era el de la puerta, hasta que tomando las llaves dispuesto a dárselas abrió los ojos. Actuaría frío no sorprendido—. ¿Que haces aquí? ¿Se te olvidó algo a ti también?

—¿Recibes así a toda la gente que viene a verte en tu latente soledad de domingo? —preguntó Chifuyu, recargandose en el marco de la puerta con las manos en los bolsillos de sus pantalones y una bolsa en su mano. También se había pintado el cabello de negro, se veía tan bien.

—Lo siento. Fue muy grosero de mi parte, solo que los domingos no son exactamente mis días favoritos y te escuchaste molesto hace horas por teléfono.

Chifuyu le soltó una pequeña risa y lo atrajo al marco de la puerta tomándolo de la cintura dejándole un suave beso en la mejilla. Se derritió. Ante la sonrisa, el casto beso, el toque.... y ahí estaba siendo por alguna razón sumiso ante una simple pregunta.

—Estaba molesto porque me evitaste por un mes después de gemir en mi oído y porque odio verte con ese patetico novio tuyo —acomodó un mechón de su cabello detrás de la oreja—. Luego me llamas, me dices que estas solo, después que es una mala idea que lo olvide y adiós. Y sinceramente no sé que mierda me haces pero aquí estoy.

Etéreo. | Kazufuyu  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora