Desde el momento en que Ian tocó por primera vez la libertad, decidió que nunca más la soltaría.
Que sería el adolescente rebelde que nunca pudo ser, que viviría su vida como quisiera, iría a donde quisiera, haría lo que quisiera, y que desde ahora las cosas eran como el decidiera que serían, teniendo como único límite el cielo.
Y también decidió que lo haría con él a su lado.