Pánico
Era la manera de describir lo que sintió Ían cuando muy pronto por la mañana y en su primer momento de conciencia se dió cuenta de que estaba solo en la habitación.
Le palpitaba la cabeza por sentarse tan rápido y sintió como le bajaba la sangre a los tobillos, y entonces recordó todo poco a poco. Todo sobre cómo Aiden le prometió que no lo iba a dejar solo, y cuando lo recordó se sintió engañado, abandonado y solo. De nuevo tenía diez años y era abandonado en la casa de su abuelo por semanas sin fin ni respuesta de cuándo volvería con su mamá, de nuevo tenía trece y era encerrado en salas de práctica por horas y horas hasta que su garganta ardía y el sueño por poco y lo vencía, de nuevo tenía quince y le prometían una y otra vez que era la ultima foto de la sesión, y se sentía terrible volver.
–No...– fue lo primero que salió de sus labios recién despiertos, tembloroso por los nervios y con la voz ronca por no darle uso en todo lo que duró dormido, y también recordaba llorar bastante, seguro eso también tenía algo que ver. Sin importar cómo fueran las cosas, ahora mismo funcionaba en pura adrenalina. Adrenalina proveniente de ese sentimiento que tenía cada que algo malo pasaba.–No no no, no, no– murmuraba bajo como un mantra, rápido y con la lengua tropezando, como si su cabeza pensara más rápido de lo que su boca se movía, y palpando con sus manos la cama buscaba un cuerpo que no podía ver esperando de manera absurda que apareciera frente a él en cualquier momento.
cuando se le enfrió la cabeza lo suficiente como para comprender que Aiden no desapareció con el aire y que debería estar por ahí, retiró las manos de la cama tan rápido como si le quemara la tela, para acercarlas en puños a su pecho y, eventualmente, ponerlas en su regazo e intentar darse espacio para respirar con tranquilidad y pensar bien las cosas un momento. Su corazón aún latía fuerte y aún le giraba la cabeza, pero a pesar de eso logró notar que a decir verdad, había dormido demasiado bien. Se sentía ligero, y por lo menos en ese momento no sentía ese dolor crónico en la espalda que lo llevó al hospital varías veces desde que tenía once. Se sentía bien, físicamente. Psicológicamente, no tanto.
Después de buscar un reloj sin éxito, se levantó a ver por la ventana con cuidado de no ser visto si es que había gente. Era pronto. de hecho, era demasiado pronto. no tan pronto cómo se solía despertar, ya estaba amaneciendo y en el horario en que estaban amanecía al rededor de las 8:00 a.m, mientras que él solía despertarse al rededor de las 6:00 a.m, pero de cualquier manera era muy pronto. No entendía que podría estar haciendo Aiden a esa hora si tanto él como Meg iban a la escuela en turno vespertino, pero tal vez sólo le gustaban las mañanas.
Él odiaba las mañanas. siempre era la misma insoportable rutina. Despertar, tomar un licuado que sabía horrendo (y al mismo tiempo intentar no hacer muecas), hacer ejercicio y, finalmente y sin desayunar, comenzar a trabajar sin descanso. Aunque si le gustaba cuando se enfermaba y lo dejaban quedarse en casa y desayunar comida real, esas mañanas sí le gustaban. Pero a excepción de eso, no le gustaban las mañanas.
Decidió salir de sus pensamientos y, después de estirarse y bostezar por última vez, intentar sanar su ansiedad saliendo de la habitación y buscando a Aiden. Abrió la puerta con cuidado y pudo escuchar algo viniendo de la cocina, que al mismo tiempo era la sala, que al mismo tiempo era la entrada. A Aiden le avergonzaba que su casa fuera tan pequeña, pero a Ían le gustaba y le parecía acogedor.irónicamente nunca le gustaron las casas grandes de todos modos. Lo mareaban y le daba pánico eso de sentirse tan pequeño y no saber qué hacer con tanto espacio. Además, hacía significativamente menos frío. Touché, mansión.
A medida que se acercaba escuchaba mejor la música que venía de ahí. Algún tipo de jazz, o soul tal vez. Agradable, buena música para la mañana. Él rara vez iniciaba la mañana con música, y a decir verdad si lo pensaba se sentía muy pero muy solitario estar en silencio. Interesante, tal vez hasta podría volverse un hábito.