El chico de grasosos rulos negros estaba tirado en el suelo, resoplando los cabellos que estaban sobre su rostro, y, por lo tanto, causaban algo de molestia. Entonces dejó un suspiro de irritación y un gruñido, fijándose nuevamente en el reloj de la pared.
Ya se estaba haciendo de noche, así que le resultaba difícil distinguir los números. Entrecerró sus ojos, llegando así a ver la hora: 7 y... ¿19?, bueno, eso parecía.
No sabía muy bien cómo sentirse al respecto. Por un lado-
Ugh, ¿sabes qué?, estaba harto, había estado ahí por muchos minutos intentando no hacer ruido después del acto que había cometido (no pensó en que la policía aparecería tan pronto, realmente no pensó que fuera tan malo, pero al parecer sí lo era), simplemente encontraría otra puerta, seguramente había una, y escaparía. Después... bueno, hay que dejar los problemas del futuro para el futuro, pensaría en qué hacer después en otro momento.
Se levantó con un poco de cautela para no hacer demasiado ruido, agarró su sombrero de copa, que había dejado a un lado, se lo volvió a colocar y volteó hacia la izquierda para chequear nuevamente: tal y como lo recordaba, ahí estaban las ventanas, estaban tapadas con madera, pero igual, cuando vino, preferió tirarse al suelo para evitar cualquier posibilidad de que lo vieran.
Entonces volteó a la derecha y caminó en busca de otra salida.
Para su irritación, se tropezó bastantes veces, nada realmente sorprendente, pues no era su casa, pero cada vez que ocurría, él murmuraba millones de profanidades. Sabía de que su cuerpo no era exactamente saludable, y siempre que se hacía daño, solían quedar marcas. Suspiró sabiendo que probablemente tendría bastantes moretones en sus piernas.
Tras un rato de tambaleos, finalmente sintió como si ya se encontraba bastante lejos de la sala principal, en donde había estado anteriormente, y tocó lo que parecía ser una puerta de madera. "Seguramente ésta es la que conecta el exterior con el interior" pensó satisfecho, pero al intentar abrirla se dió cuenta de que, bueno, necesitaría una llave para eso.
A este punto no sabía si estaba siendo muy paranoico o si las cosas estaban realmente mal, pero podía escuchar pasos lejanos, y definitivamente no quería ser arrestado, así que, con adrenalina corriendo por sus venas por su nunca-vacilante-determinación, dió pasos atrás y se lanzó hacia la puerta.
Sintió el dolor punzante, mas no se quejó. Había escuchado como la puerta hacía un crujido: se estaba rompiendo.
Hizo lo mismo tres veces más, y pudo derribar la puerta. Sonrío ampliamente y, ajustando su corbata, se fijo en el lugar que estaba frente suyo para ver en dónde debería huir.
Daberghston no era un lugar que desconocía, mas tampoco era un lugar que frecuentara, así que debería tener cuidado. Sobretodo por la falta de luces, esta parte de la ciudad era en donde los más miseros vivían, y se notaba.
Escuchó sonidos que relacionó con voces detrás suyo, así que supo que debía irse, y rápido.
Caminó con paso veloz (no demasiado, o lo escucharían por el tipo de zapatos que tenía) y ojeó los lugares, pensando en posibles escondites.
Tal vez iría al bar, pensó en un momento. Oh, cierto, no podía, se recordó a sí mismo, había destruido una botella de esa bebida horrible que le habían dado y gritado a los trabajadores por el pésimo servicio, no sería bienvenido.
Empezó a irritarse más, a colocarse nervioso. ¿En serio era "malo" haberle quitado algo de dinero a uno de esos a los que llamaban "distinguidos caballeros"? ¡Tenían un montón de dinero! ¡Apenas había agarrado lo suficiente para comprar más comida y, tal vez, comprarse un nuevo bastón!
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Las historias de una ciudad maldita
Short StoryCada capítulo es una historia nueva con un protagonista nuevo. A pesar de que este libro toca diferentes temas, puedes contar de que todos tienen en común que tocarán al menos un poco la psicología humana, y lo complicado que es el cerebro de una p...