La Dama De Hierro

Capítulo 1.

Hay días buenos, hay días malos y días normales.

Para Irenia Elske su día empieza la noche anterior; cuando el día es bueno logra dormir toda la noche, sin sueños o cualquier otra interrupción mientras duerme, no siempre es así. A veces sueña con la pequeña casucha pobre en la que vivía antes de la guerra, en sí, el sueño no tiene nada de malo hasta que en el sueño ella sale de la cabaña y el cielo se tiñe de rojo y el campo se llena de cadáveres, Elske se despierta sobresaltada, con un grito de terror estancado en su garganta y sudando frío.

A veces el sueño es solamente del campo de batalla y la cabaña no se ve por ningún lado, de todos modos ella se despierta pálida, con dificultades para respirar normalmente y con un sentimiento de debilidad enfermizo, esas noches son las normales y Elske puede volver a dormir incluso si es muy superficialmente, pero entonces están los días malos, esas noches sueña con la vez que la violaron, es el peor tipo de sueño, que la mayoría de las veces es más un recuerdo que un sueño, esas veces se despierta con un grito silencioso, mareada, sudando frío y empuñando la daga que siempre mantiene debajo de la almohada, esas noches Elske no puede volver a dormir, el recuerdo de la violación y los horrores de esa vez demasiado frescos como para que intente dormir de nuevo, esas veces ella se levanta y se agarra el cabello en una coleta alta para después salir con su mandoble al campo de entrenamiento, entrena durante casi toda la noche sin más espectadores que las estrellas para ver cómo el poder sagrado pasa de ser rojo sangre a blanco mientras ella se purifica hasta que el amanecer empieza, momento en el que regresa a sus habitaciones y espera a que llegue su sirvienta personal.

El castillo del Duque es silencioso, y Elske es una sombra más del castillo siguiendo una rutina con muy pocos cambios dependiendo del día y de su estado de ánimo, Elske nunca ve al Duque, no tiene la menor importancia, es un hombre rodeado de fantasmas y demonios casi tantos como ella, y eso la hace sentir enferma, así que ella ha aprendido a evitar los lugares donde sabe que el Duque estará, a veces desde la biblioteca donde estudia ella puede ver los carruajes de otras casa nobles, la mayoría de las veces el carruaje pertenece al joven Duque Liebling, y son muy pocas veces las que ella se encuentra con él, encuentros que consisten en una inclinación educada, y después ella sigue adelante olvidándolo con cada paso que da, Elske nunca voltea atrás para ver si el la observa, ella simplemente se centra en lo que tiene que hacer y el encuentro con el Duque Liebling se vuelve un recuerdo confuso.

Cuando le toca tomar clases de esgrima como sucesora del ducado, ella nunca utiliza el mandoble, ni el poder sagrado, pelea como cualquier persona normal con una espada bastarda, a veces sus sentidos acostumbrados a la batalla la traicionan y ella busca con la mano libre otra espada bastarda o su mandoble para pelear con el método dimachaeri, pero nunca encuentra la espada que debería estar ahí, y pierde la concentración, la pelea finaliza con una espada en su cuello y el regaño del instructor, pero la mano de ella sigue yendo a donde debería estar la espada gemela a la que tiene en su mano derecha, en esa clases nunca la encuentra.

En el ducado Elske no tiene mucho que hacer, por lo que casi siempre se escapa disfrazada de campesina y ayuda a las personas de la aldea. Se hace llamar Irenia, y puede hacer casi cualquier trabajo.

En un principio la gente del pueblo pensó que era una forastera, y se preguntaron donde vivía, pero con el paso de los años Irenia se ha vuelto alguien a quien la gente aprecia, el pueblo piensa que Irenia les trae buena suerte, desde que ella ha llegado el pueblo ha mejorado en todo. A veces la gente encuentra monedas de oro, y cuando Irenia los ayuda en el campo los cultivos mejoran o son más grandes.

A todos les gusta la silenciosa Irenia, que piensan que es un caballero del ducado, por la gran fuerza que posee, aunque nunca se lo han preguntado a ella, ahora son los forasteros los que se preguntan quién es la bella mujer de cabellos castaños, que trabaja en los campos o en coser, o en cualquier otra cosa que necesite el pueblo, y que nunca cobra nada por el trabajo que hace.