Por ti seré | ChengXi

3. Un desayuno familiar

¿Qué si conozco a gente ridícula? Sí, mis padres.

Jiang Cheng creía ser un hombre inteligente y de gran ingenio, maestro en el arte de evadir situaciones incómodas o charlas innecesarias. Tardó exactamente casi treinta años en darse cuenta que sus creencias eran una mentira, pues cayó como un tonto en la trampa “secreta” de la pesadilla que tenía por familia.

Cuando su madre le llamó esa mañana para exigirle que llevara su trasero al desayuno familiar (al parecer la esposa de Satanás extrañaba a su pequeño brote de loto y esas cosas), él aceptó con gusto. Debido a los agotadores horarios del hospital, Jiang Cheng no tenía el tiempo suficiente para convivir con sus seres queridos, por lo que tomaría cada mínima oportunidad de visitarlos sin chistar. 

Por supuesto, debió imaginar que la repentina invitación tenía alguna intención oculta. ¡Las señales estaban por todos lados! Desde Wei WuXian cotilleando como vieja chismosa en un rincón de la cocina con su madre y hermana, hasta los indiscretos furtivos curiosos de Jiang FengMian y los comentarios raros de Jin ZiXuan. Como nada sucedió mientras disfrutaba del desayuno, le restó importancia al asunto y prefirió ignorarlo.

Con los alimentos terminados, el acorralamiento dio inicio sin que la pobre y estúpida presa se diera cuenta.

Ding, ding, ding.

La conversación con Jin ZiXuan fue interrumpida (gracias al cielo) por el sonido de las campanadas de notificación de su celular. Lanzó una disculpa vaga y desbloqueó la pantalla, esbozando una sonrisa al ver las dos fotografías adjuntas en los mensajes de Lan XiChen.

La primera imagen era del bebé Lan empuñando una cuchara de plástico estampada con marcianitos galácticos, el plato en forma de nave intergaláctica tenía restos de papilla y sus piecitos descalzos se balanceaban desde la sillita alta; en la segunda foto aparecía Shui´er vestido con un adorable mameluco de osito, sonriendo mientras mordisqueaba ferozmente la cola de su peluche de rana favorito y una de sus manitas intentaba alcanzar la cámara.

A-Huan 💕💙

Baobao saluda a su héroe el doctor Jiang. ¡Que tenga buen día, doctor!

Yo

¡Shui´er, es tan lindo y se alimenta muy bien! Gracias, lo tendré ✨

Por cierto xiaobao, ¿estás solo? ¿Dónde está tu A-Die?

A-Huan 💕💙

Aquí.
Hola, A-Cheng. ☺️

¡Ah, diablos, diablos!

Jiang Cheng inhaló profundamente y se levantó de la silla con cierta torpeza, su corazón acelerado mientras subía las escaleras en dirección al baño. Al cerrar la puerta del reducido espacio volvió a contemplar la selfie más malditamente caliente que recibió alguna vez.

Lan XiChen estaba sentado sobre el sofá con las piernas cruzadas, mostrando sus afelpados e increíblemente seductores muslos. Jiang Cheng deslizó su vista por cada centímetro de la instantánea, deteniéndose un segundo en las afiladas clavículas que sobresalían fuera del pijama blanco y luego en el bonito rostro del hombre. La tierna sonrisa en sus labios cereza contrastaba con la mirada suave reflejada en sus orbes, sin embargo, no era inocencia lo que expresaba el gesto, más bien algo lascivo, sucio y obsceno. 

Era una jodida tentación.

Yo

Vas a ser mi muerte, Lan XiChen.