capitulo 1

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Las noches últimamente se le hacían más largas de lo usual, ventiscas se le colaban por la ventana de su pequeña habitación, entraban las corrientes de aire que le provocaban un frío y una soledad que le calaba los huesos, las cuatro paredes se le hacían desconocidas y ajenas, perdiéndose en las noches en un mar de recuerdos y de esperanzas fallidas, las lágrimas ya se le habían acabado de tanto practicar esa acción que se le había vuelto muy común en su vida, era el sufrimiento, los rencores, el dolor de lo que pudo ser y no fue.... Se asomó a la ventana, desvelada,  y vió las hojas de las plantas se caían debido al proceso de corismo, se desfoliaban para resistir largos períodos ya se de frío o de sequía, en un estado de vida amortiguada.
Así pasaba, ella río internamente porque hasta un fenómeno tan natural como ese se asemejaba a su vida real. ¿Qué es la vida amortiguada?

─Ya no soporto más esto. ─expresó abatida.

Victoriano la miraba con dolor, la necesitaba para vivir.

─Inés, mi morenita, no me dejes solo...

Ella se levantó del mueble que había frente a la gran mesa eje tenía en su despacho y le dió la espalda.

─Victoriano, necesito irme, necesito reconstruir los pedazos que tengo rotos, aquí me estoy ahogando, vivo asfixiada, verte y no tenerte se ha vuelto una condena. ─dolida. ─Me estoy faltando a mí misma, a mi hijo, a tus hijas que siento como mías... Ya no puedo más, me voy a ir y necesito que no me busques...

Y lloró, lloraron de rabia, de frustración.
Se sentían incompletos, Victoriano la entendía, y en su posición no podía pedirle nada, pero la quería con él...

─Inés, mi amor. ─la giró hacia él. ─Morenita no te vayas, te prometo que le pediré el divorcio a Déborah en cuanto de a luz, pero te necesito aquí conmigo, tú me haces fuerte y me ayudas a seguir a pesar de todo, eres mi fuerza la razón de mi existir... Mi vida... No te vayas...

Se acercó a ella y le dió un beso lleno de desesperación, le decía con cada movimiento que se quedara y que abortara la idea de irse, la quería retener con él, no se imaginaba una vida sin ella, sin su presencia, sin sentirla tan suya, las lágrimas mezcladas en el sutil beso corroboraba una vez más lo salado del momento, la apretaba contra su cuerpo evitando que ella se fuera, quería que ella se quedara impregnada en él, suspiraron y gimieron del dolor punzante que los atravesaba, ella quería irse y él estaba haciendo todo para que ella se quedara.

─Lo siento pero ya me cansé, Victoriano. ─separándose de él. ─A veces hay que renunciar a lo que más queremos para lograr algo, hay que desprenderse para lograr objetivos...

Él caviló lo dicho por ella y la miró conmovido.

─¿Cuál es tu objetivo? ─preguntó con temor el fortachon hombre.

─Olvidarte... ─le dijo saliendo una vez del despacho, aquel lugar que la estaba consumiendo.

Ambos lloraban y sentían la miseria de la situación en su propia carne, ardía, quemaba, dolía... Todo era una burla, las cosas mal que hicieron en su vida, ella por quedarse callada y refugiarse en el dolor y él por ser un cobarde y no buscarla...

Inés lo dijo: "Hay que desprenderse para lograr sus objetivos" , las plantas crean sus hojas como sus fuentes de alimento, pero una vez que se ven en peligro de su existencia se desprenden para así sobrevivir y lograr su objetivo. Vivir una vida amortiguada, hay que soltarse y bajar la intensidad para no terminar desechos, y eso estaba haciendo Inés, liberándose ella misma de todo lo que la estaba consumiendo.

Caminó dentro del cuarto buscó en el pequeño cajón que tenía al lado de su cama y cogió su foto entre sus manos y una vez más corroboró que ella así pasaran mil años no podía olvidarlo, lo amaba mucho, siguió revisando y vió el precioso collar que una vez en su vida él le obsequió, y ella lo guardaba como el tesoro más preciado que tenía.
Internamente reprochaba al destino por haberle arrebatado el amor, la vida había sido muy injusta con ellos.
Muchas veces le gustaría volver el tiempo atrás, y que Victoriano y ella fueran los mismos de antes. Se situó frente al pequeño guardarropas que tenía un espejo en su puerta, cerró los ojos con la preciosa joya y lo sintió a él más cerca que nunca, él estaba con ella...

Jardinero de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora