Reto 2

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Desde que era niña, me gustaba ver al mundo de una manera muy positiva. Para mí, siempre había un motivo para sonreír incluso en el peor de los momentos. Los sentimientos como el rencor, el odio, el miedo y la tristeza no existían en mi vida.

Mi alrededor siempre era como un sueño de hadas que no podía acabar nunca o al menos sin el “fueron felices por siempre”. Pero estaba equivocada, mi cuento de hadas llegaría a su final y de una manera que no imagine…

Todo comenzó cuando murió mi abuelita, la persona que más amaba en el mundo, la que me cuidaba y me daba todo su amor. Llevaba meses enferma en una cama del hospital, conectada a máquinas que vivían por ella. En su funeral, no derramé ni una lágrima pues no era normal en mí el llorar, pero ese detalle molesto a más de una persona.

Empezaron a comentar que era fría, que no tenía corazón, que no amaba a mi abuelita y que no me dolía lo que pasaba. Yo les respondí que no tenía motivos para llorar pues ya mi abuelita no estaba sufriendo, estaba en paz.

No les gusto mi opinión y los rumores y chismes se empezaron a crecer a tal punto que me hicieron dudar de mi misma. Todo empeoró cuando mis padres fallecieron en un accidente automovilístico, fue tan repentino que no encontré razones positivas.

En su funeral, tampoco lloré, pero en el momento en que los vi en aquella caja, me sentí culpable por lo sucedido. Si no les hubiera dicho que fueran a la cita aquel día, ellos no hubieran muerto, ellos no querían ir pero yo les dije que todo iba a estar bien. Mi estúpida positividad y yo fuimos los culpables.

Creo que las personas que me juzgaban al final fueron las que ganaron. Dejé entrar a la casa al rencor, al odio, al miedo y a la tristeza. Rencor a mi manera de ver la vida, odio hacia mí misma, miedo a volver hacer daño alguien que amara y tristeza de seguir con vida…

Entré en una gran e inmensa depresión, me encerré en cuatro paredes, muda ante el mundo. Mis sonrisas se alejaron de mí, ya no tenía motivos para ser positiva, para ser feliz. Pero aunque me odiara tanto no era capaz de acabar con todo pues veía el vivir como mi propio castigo.

Amaba tanto a mis padres y a mi abuela que deseaba acompañarlos pero no quería abandonar mi castigo pues sentía que lo merecía. Ese fue mi propio infierno durante años hasta que una persona entró en mi vida sin ningún permiso y empezó a derrumbar el muro que había construido hacia los demás.

No sé cuándo ni cómo pero un día estaba junto a mí, brindándome su mano para salir de casa. Lo dudé mucho pero por algún motivo, me hacía sentir que debía aceptar su invitación y así lo hice. Recuerdo que esa fue la primera vez que desee a volver a ser la pequeña niña feliz, pero esa sensación vino acompañada de una punzada que se clavó en mi pecho recordándome que no podía regresar al pasado.

Continúe aferrándome a mi soledad, donde sufría en silencio todo el tiempo, y apartando mis manos de las suyas, corrí hacia mi mundo de oscuridad alejándome de aquel chico radiante de luz. Corrí a mi habitación como una niña que juega a las escondidas y no desea ser encontrada. En mi corazón no había lugar para ser feliz y no sabía si quería volver a hacerle espacio en mí ser.

Suplicando para que no regresara otra vez, fueron cambiaron mis días y sin quererlo comenzó a entrar en mis pensamientos. Me preguntaba si estaba en la puerta o si nunca vino, quería que mis suplicas fueran una realidad y por dentro mi corazón palpitaba lo contrario. Me encontraba confusa, temerosa de acercarme a alguien y que por mi culpa algo malo le pasara.

Salí de mi habitación y fui directo a la sala, quería saber si estaba allí o no. Se detuvo mi corazón cuando lo vi acostado en el banco del portal. Salí en puntillitas y al verlo dormir, el alivio y la tranquilidad tocaron mi mente por primera vez en un tiempo. Las ignoré y entre rápidamente para que no me viera si despertaba y con el alma hecha pedazos seguí suplicando que se diera por vencido.

Fueron inútiles mis esfuerzos por alejarlo, pues siempre me decía que estaría ahí para mí en todo momento, que no me dejaría sola, que quería convertirse en mi amigo y que soñaba con volver a verme sonreír jugando bajo la lluvia sin ningún motivo. Me expresaba, al otro lado de la pared, que algún día esa puerta, yo la abriría y que él sería entonces la persona más afortunada.

No entendía por qué me decía aquellas palabras, no entendía por qué conocía a la antigua yo y por qué quería alguien ser mi amigo. Entonces la curiosidad llegó hasta mí y después de varios días escuchando esas palabras e intentando entenderlas, la curiosidad se alío con mi corazón y me ganaron.  Me hicieron cumplir sus palabras y abrir la puerta.

En el momento que lo miré a los ojos, sentí paz y confianza como si el sol saliera brillante después de una tormenta interminable. Creí que tenía de nuevo en mis manos, la oportunidad de buscar la felicidad que un día tuve.

La culpabilidad, no dejo de estar presente y no era algo que deseaba abandonar, al menos no todavía. Razonaba que dejar atrás la culpa era olvidar lo que ocurrió, lo que hice y olvidar a mi familia era algo que no permitiría jamás. 

Abrir esa puerta fue un paso enorme para salir de ese hoyo de depresión en el que me hundía, pero tomar su mano y creer en sus palabras de darle color y alegría a mi mundo sin olvidar a los que quiero, me animó a arriesgarme.  Y sin pensarlo más, salí de ese lugar que me consumía, que me hacía sentirme como nada en este mundo; salí de allí por él y él cumplió su promesa y me hizo conocer horizontes impensables para mí.

Ahora puedo decir con certeza que valió la pena el riesgo, que volvería a tomar su mano o mejor dicho que nunca la soltaré sin importar por los momentos amargos o dulces que pasemos. Ese chico con su valentía y constancia se convirtió en mi salvación, en mi felicidad y me devolvió la calidez que un día perdió mi corazón.

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Reto 2: Canción abstracta
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En este reto, me costó mucho escribir el relato pero estoy bastante contenta con el resultado. Obviamente desearía haberlo escrito mucho mejor y por eso seguiré intentando mejorar.

Este relato trata sobre la depresión y de que sí se puede superar. No importa cuál sea su comienzo o su causa, siempre va haber alguien que nos ayude a salir de ese estado si estamos dispuestos a aceptar su ayuda.

Espero que les guste y les anime a seguir adelante😄🤗✨

Escribiendo bajo el cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora