1
El tiempo pasa de una manera radical y Susana tenía diez años cumplidos. Desde sus ocho acostumbraba a jugar en la antigua estación de trenes de la ciudad de Triunfo. Los rieles oxidados eran su patio de juego y no había otra cosa más divertida que saltarlos, como si el suelo fuera un río de lava. Paró un momento para apreciar el cielo azul como su vestido que el viento zigzagueaba, y disfrutó del aire tan fresco como su mirada. Fijó su mirada en la torre de la campana, un santuario para los indigentes de Triunfo, y su curiosidad le ganó. Siguió adelante hacia la torre, entró y subió las escaleras, astillando dos de sus dedos en el proceso. No le importó en lo absoluto y siguió subiendo. Se topó con la campana en lo más alto de la torre. Un sucio letrero colgaba de la cuerda de la campana, 'NO TOQUƎZ LA KAMPANA O VAZ A DƎZPErTAR A RICO'. Una ortografía horrorosa. Susana no tenía idea de quién era el tal Rico. ¿Será un monstruo como el Coco o un simple adicto a la heroína? La nena agarró la cuerda dándole el beneficio de la duda... pero desistió. ¿Qué tal si era algo peligroso? Algo que la llegase a arrastrar hasta lo más profundo de la torre, así como el monstruo de sus pesadillas. En mi camita me agarra los pies, me lleva al armario, un dos tres. Pobre Susana, había inventado una rima mientras dormía.
Ella tenía sus miedos y nadie más lo sabía. A pesar de eso, se dispuso a salir tranquilamente. Puso un pie fuera de la torre cuando alguien la tomó del hombro. Sintió como lo apretaban más y más fuerte y con un movimiento abrupto, volteó. El hombre olía a licor. El olor recordaba aquella noche de aniversario de sus padres. La casa apestaba a alcohol y cigarrillos. Ella, en su intento por dormir, no aguantó más y salió de la casa sin previo aviso. Jugó en los rieles por más de dos horas hasta que un ruido ensordecedor activó sus cincos sentidos. El sexto también se activó, advirtiéndole que algo estaba mal. Corrió desesperadamente hasta dos calles de su casa, donde dos automóviles habían colisionado, uno arriba del otro. Uno de los coches era el de su padre. ¡PAPÁÁÁÁÁÁÁ! pudo oírse por todo el vecindario.
Apenas pudo ver la cara del hombre en la torre, cubierta por un cabello pegajoso y un aroma como para quemarte las pestañas.
''¿Qué haces aquí? ¡Dime que no tocaste la campana!''
''N-no, señor. Sólo vine a verla. Las cosas antiguas me parecen muy bonitas.''
''No deberías estar aquí. No deberías acercarte, niña. Si la tocas él... p-puede despertar en cualquier... m-mo-momento.'' El hombre miró hacia atrás. Unos puntos verdes brillaban entre la oscuridad.
''¿Quién? ¿Eso?'' Preguntó y apuntó inocentemente.
''Cállate y v-vete. ¡No vuelvas!''
El tipo la empujó fuera y cerró las puertas.
Susana obedeció y, confundida, caminó hacia donde los rieles la esperaban. De vez en cuando volteaba a ver hacia la torre, cuestionando que pudo haber pasado si tocaba la campana. Por un momento imaginó al monstruo que la llevaba al armario
...me agarra los pies...
donde, en ocasiones, podía sentir como su carne era brutalmente arrancada.
...un dos tres...
Susana sacudió la cabeza, impidiendo que otro pensamiento la sacara de quicio. Era una niña valiente y curiosa, pero sus pesadillas eran como una película de terror. El Monstruo del Armario. Primera función en horario estelar.
Fue a los rieles a pasar la tarde.
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Susana
General FictionSusana esperaba la hora para ir a jugar a la antigua estación de trenes. Su curiosidad ganó y subió la torre de la campana. En ella se leía un letrero advirtiendo que si es tocada tan sólo una vez, el terror podría aparecer. Sin embargo, ese terror...