— Ugh — Gai hace un ruido ahogado, casi penoso, y luego algo como papel rompiéndose hace que Kakashi mire a prisa desde el pasillo de la habitación.
— ¿Está todo bien? — el ojo de Kakashi no puede ver casi nada cuando Gai está detrás de la puerta del armario, pero lo conoce demasiado íntimamente y después de no recibir una respuesta alegre y ruidosa en unos pocos segundos, adivina que algo está mal.
— Es solo... — la puerta del armario sigue entre los dos, y la novela de Kakashi también está en el centro, solo un poco abajo del lugar donde su ojo puede ver el arco brillante del cabello de Gai, eternamente liso como halo — Mi traje se rompió.
Kakashi suspira. Su novela está en una parte interesante justo ahora, pero honestamente no tiene prisa por terminar tan rápido y tampoco tiene prisa porque ambos vayan a un nuevo reto de escalar la montaña Hokage. Ya sabe quién ganará. Y de todos modos, su parte favorita de perder es ver a Gai sonriendo.
Y si Gai no está feliz desde el principio...
— Maa, ¿hiciste algo mal en la lavandería?
Los dedos de Kakashi cierran su libro, a su vez, mueve la puerta del armario para mirar a Gai.
Algunas veces la ropa solo se rompió en los entrenamientos y la guerra, debido a las armas afiladas y el fuego. Otras veces incluso Kakashi la arruinó en la lavandería del edificio. Pero Gai... es extraño. Kakashi lo ha visto lavar tan cuidadosamente cada cosa que se contesta a sí mismo con una negativa antes de que Gai pueda responder.
— ¡Absolutamente no, Rival! Yo jamás descuidaría mis deberes domésticos. Mi ropa ha sido tratada con cuidado y...
El aliento de Gai se acaba y Kakashi se recarga en la puerta del armario, mirando la espalda de Gai y la forma en la que sus hombros se expanden cuando suspira.
— Creo... que la rompí...
Kakashi frunce el ceño. Incluso si realmente detesta la ropa de Gai, sabe lo mucho que esos trajes están hechos para taijutsu y el entrenamiento físico. No por su voluntad él mismo ha usado uno. Y que Gai lo rompiera...
— Imposible. Es spandex, Gai, ¿cómo se supone...?
Gai se da la vuelta antes de que Kakashi termine de hablar y su boca se cierra de golpe cuando ve la rasgadura en el traje verde. Una línea descuidada y corta justo en el centro de sus pectorales.
El rostro de Gai hace un puchero y luce avergonzado, tratando torpemente de unir la tela de nuevo como si fuera magia. Y de todos modos, Kakashi cree que le faltarían un par de centímetros de tela para que ese spandex quedara bien.
La novela de Kakashi se balancea en sus dedos e incluso si Jiraiya hizo un excelente trabajo con el nuevo tomo, no cree que sea mejor de lo que Kakashi tiene delante. Él la arroja a un lado, sobre el colchón, ignorando el momento en el que el delgado libro rebota en las sábanas y cae al piso.
— ¿Qué haces para que crezcan así?
Su pregunta es divertida, pero Kakashi está hablando en serio. Primero, fue el chaleco de Gai cuando se volvió jounin. Ni siquiera los uniformes más grandes bastaron para que el cierre se quedara sujeto a su pecho, y ahora...
Kakashi está realmente sorprendido, si es que puede usar una palabra decente.
— ¿Las estás haciendo crecer a propósito? — la ceja plateada de Kakashi se curva en interrogación y parece satisfecho cuando el rostro de Gai se enrojece, tan avergonzado como cuando Kurenai trató de subirle el chaleco en su graduación de jounin y no pudo.
Entonces el resto de los presentes no pudo apartar la mirada del enorme pecho de Gai durante toda la ceremonia, incluidos los jueces.
Y Kakashi hace exactamente lo mismo que aquel día y mira abiertamente el pecho de Gai y la forma en la que la abertura de su traje se rasga otro poco con cada respiración. En ese momento todavía era retraído y estaba muy triste, pero ahora Kakashi se toma la libertad de mirar morbosamente lo que quiera.