Susurros en las esquinas

Capitulo 2

El Smarmy Bastard cumple su promesa. El día después de que Harry logra descubrir cómo encender y apagar el BlackBerry, consigue trabajo. Una mujer en un elegante traje de negocios con diamantes en las orejas y las uñas se le acerca, con una simple petición, prometiendo pagar bien. "Mi esposo fue asesinado hace cuatro años", dice, simple y concisa, entregándole la licencia de conducir del hombre. "La policía nunca encontró al imbécil que lo hizo. Quiero saber".

"Está bien", dice Harry, y mira la licencia de conducir. Paul McKell, nacido en los años cuarenta, un hombre canoso de mirada aguda, anteojos y barba cuidada. "No puedo prometerte resultados", dice como advertencia. "Si vio a su asesino, entonces probablemente podrá saberlo, pero si sucedió de repente, o si su visión se oscureció..."

"Fue apuñalado veinte veces en el pecho. Debería haberlo visto venir", le espeta la señora McKell.

"Está bien", dice Harry, mirándola. Cuatro años y ella, a pesar de su apariencia fría, todavía está acalorada por eso. Probablemente haya intentado otros medios para averiguarlo. "Bien. Probemos entonces."

Paul McKell, como la mayoría de los espíritus mayores, acude a él de joven. Incluso más joven que el Sr. Wilkins, casi un adolescente. Le frunce el ceño a su esposa y da vueltas por la habitación con inquietud, tocando un cuchillo que debe haber sido increíblemente importante para él, para que lo guarde en la muerte. "Es una tonta. Cree que mi hermano me mató para obtener el dinero de mi testamento", dice el Sr. McKell. "Se dividió entre él y ella y si ella puede probar que él lo hizo, obtendrá su parte de la fortuna".

"¿Él lo hizo? ¿Lo hará ella?" Harry pregunta, mirando a la mujer que salta un poco pero por lo demás se mantiene calmada.

"No. No fue él", suspira el Sr. McKell, y se detiene junto a la ventana, arrojando el cuchillo en su mano y atrapándolo por la hoja. "Era mi secretaria. Rina. Cosita bonita. Me temo que tuve una aventura con ella, y no estaba muy contenta conmigo cuando no pagué por su tratamiento contra el cáncer. Romper con ella no fue suficiente". No la haría mucho más feliz, la pobre chica. Sin embargo, era inteligente como cualquier cosa. Realmente podría haber ido a lugares, con su cerebro ".

"Ah", dice Harry y se recuesta. Los muertos tenían el drama más interesante para compartir, a veces. "¿Está ella muerta?"

"No. Morir en un hospital: el cáncer se propagó porque no recibió tratamiento a tiempo. No hay nada que la ciencia o el dinero puedan hacer por ella ahora", suspira el Sr. McKell. "¿Tienes que decírselo a mi esposa? Ella no va a vivir por mucho tiempo, y hará que mi vida después de la muerte sea miserable con esto, y probablemente ya tenga mis manos ocupadas con Rina".

"Me temo que ella es la cliente que paga", responde Harry en tono de disculpa.

La señora no está nada contenta, pero paga muy bien. Al día siguiente, Harry abre un periódico y lee sobre la conclusión milagrosa de un viejo caso de asesinato, cuando Rina Edwin confiesa un asesinato en su lecho de muerte.

El próximo trabajo llega, tal como lo había prometido el bastardo zalamero, al día siguiente. Esta vez el cliente no acude a su patético pisito, sino que recibe una llamada de una tal Kelly Johnson, a quien le gustaría mucho hablar con su padre, que se había perdido en el mar hace unos veinte años sin decirle a nadie dónde. había dejado su violonchelo, francamente bastante caro.

Harry conoce a la señorita Johnson en su departamento en el centro de Londres, donde ella le ofrece té y galletas y le pregunta cómo es ser un médium.

"Es como cualquier otro trabajo, excepto que no", dice Harry, bebiendo su té y encontrándolo un poco soso pero sin quejarse. Después de todo, no todos los días le ofrecen té. "¿Tienes una fotografía de tu padre, o tal vez una fecha de nacimiento?" Puede convocar a un espíritu simplemente por haber conocido a un miembro de la familia, pero ayuda saber más. Y nunca está de más ser cauteloso, especialmente ahora.