Capítulo Dos

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La mañana del nuevo día se anunciaba con el sol a todo esplendor, se podía apreciar el trinar de los pajaritos rogando a su madre por comida y si se ponía mucha atención podías escuchar los árboles moviendo sus copas con el viento; ahí entre toda la melodiosa mañana se encontraban los dormitorios de la U.A., en el segundo piso al final del pasillo en el penúltimo cuarto se encontraba un pelirrojo descansando de lo más tranquilo sin preocuparse de lo que pase afuera de su habitación, no le importaba y tampoco le interesaba fingir preocupación.

Su único objetivo: dormir todo el día

Obstáculo: su estómago lleva cinco minutos gruñendo

Con todo el pesar de su corazón y el cansancio marcado en sus ojos el Alfa se levantó por comida y más tarde volvería a dormir, sí que gran plan era.

Salió adormilado y avanzó arrastrando sus pies por los pasillos tropezándose un poco en el camino, se sirvió un plato con los restos de la comida rápida que todos habían probado el día anterior, se sentó en la mesa y comenzó a comer, saludó a Hagakure y por la forma en la que iba vestida y los detalles que habían por ahí pudo notar que ya estaba avanzado el día y posiblemente su desayuno se podría contar más como comida, en eso Midoriya salía del pasillo en la sala mayor y casi de inmediato entró un nuevo estudiante de perfil bajo y llamativa apariencia, vestía completamente de mezclilla y mantenía una cara completamente seria, el pelirrojo observó que ignoraba olímpicamente a todos en el lugar, en especial el saludo de Hagakure, la cuál le respondió con un ''ash, que grosero'' bastante fastidiada, pues odiaba que la ignorasen.

Justo después de eso Midoriya vio a Kirishima y lo saludó cortésmente, se sentó en los sillones a pasar el rato y las cosas tomaron su curso después de ese momento algo incómodo.

Más adelante el sueño había abandonado el cuerpo del pelirrojo, que había decidido salir a caminar y ver qué le ofrecía su escuela, caminó una corta distancia observando entre los jardines y se topó con un enorme bosque, era tan profundo a la vista que se preguntaba si algún que otro animal llegase a ocultarse por ahí, siguió el sendero de tierra esperando encontrar el final del bosque y efectivamente, encontró edificios donde supuso tomaría clases ya que se veían diferentes a los dormitorios y estos tenían lo que parecía una cafetería en la planta baja.

Al fondo de estos edificios Eijiro vio lo que pareció ser una pista para correr y apresuró su paso con una pisca de emoción en su pecho, conforme avanzaba encontraba más y más cosas emocionantes haciendo que esa chispita se convirtiera en una llama de emociones incontrolable, pues un gimnasio al aire libre, una cancha de football, otra de basquetball, una alberca de 50 metros y una mesita de ping pong eran una clara señal de que la escuela ofrecía una gran variedad de actividades para sus alumnos.

''Asombroso'' pensó.

Rodeó el área con entusiasmo pudiendo ver más cosas como lugares donde se practicaba gimnasia, karate y un lugar que parecía tener pinta de especializarse en halterofilia.

Atrás de la escuela volvía a aparecer el frondoso bosque de antes y decidió regresarse, llegó a la zona de dormitorios e inició un recorrido nuevo buscando encontrar algo interesante, no había mucho, solo los grandes edificios y los balcones de las habitaciones dentro.

Satisfecho con su breve recorrido regresó a su dormitorio, pasando por la sala común vio a Midoriya en su celular sentado en el sillón chico, en la mesa Hagakure platicando con Mina, la chica que era su cercana amiga desde la secundaria y en medio de la sala estaba un nuevo chico parado con una maleta en mano, mirando hacia todos lados.

''La vida que quiero tener''Donde viven las historias. Descúbrelo ahora