Un simple error

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Albus Dumbledore era un hombre mayor de apariencia de abuelo bonachón, todo el mundo le quería y le hacía caso ya que era el héroe de la guerra pasada y tenía una infinita sabiduría, pero nada es lo que parece puesto que esté "gran hombre" planeaba como poder hacerse más poderoso e importante, la existencia de una profecía anunciando la llegada de un nuevo héroe le era irrelevante al menos para su principal objetivo, sus fuentes le habían dicho que James Potter había caído en las garras de la vieja magia, produciendo un rechazo de vínculo con el menor de sus hijos, ah... Qué agradable era ver qué la vieja magia seguía funcionando. La familia Dumbledore era una de las que no fueron elegidas para un regalo de Lady magia y todos sus descendientes sabían sobre la existencia de la maldición o en algunos casos maldiciones hacia las diferentes familias con regalos. Albus Dumbledore no era la excepción y celebraba este hecho, él creía que el menor de los Potter sería el elegido, por mucho que haya leído el acta de nacimiento qué decía que Harry Potter nació el primero de agosto, él no podía creerlo, el supuesto nuevo héroe debía ser muy poderoso y él sabía que el menor de ellos al ser el receptor del rechazo debía ser más fuerte mágicamente y más talentoso, ahora bien qué debía hacer con sus piezas... Lily debía morir, era un factor voluble, al no ser afectada por la maldición no creía que criara como debería a los niños, el mayor debía ser creído y arrogante, debía pensar que era el héroe para que muriera "valientemente", en cambio el menor debía ser maleable, tendría que verlo a él como un modelo a seguir y confiar en todo lo que se le dijera, especialmente si venía de él mismo, pero Lily era difícil de manejar, a pesar de ponerle compulsiones y pociones desde primer año, siempre las había logrado romper y regresar con ese asqueroso Slytherin, hasta que consiguió un imperio líquido, el más fuerte de las pociones de compulsión en su quinto año, aún así ella logró romperlo de nuevo, así que sí, ella debía morir. James era necesario, si alguien le escuchaba en todo lo que tenía que decir ese era James, de entre todos los merodeadores él era el más manejable y tenía un papel que cumplir, degradar y maltratar al verdadero héroe para destruir su autoestima sería su papel principal, así que debía de asegurarse que él sobreviviera, ya vería como. Sirius Black era manejable, se había vuelto muy pensante con su relación con Lupin pero unas cuantas compulsiones y lo tenía devuelta al carril incluso parecía que había activado esa locura Black propia de la familia, sí, eso estaba bien, él ayudaría a criar al mayor como se debe, mimándolo y haciéndole creer que es un rey, el inconveniente era que parecía que se había arreglado con su familia, antes que empeore se debería de apurar los funerales de Walburga y Orión Black, Regulus ya era hombre muerto, al ser mortífago o lo mataba Voldemort o terminaba en Azkaban cualquiera de los dos resultaba beneficioso, de todos modos haber hecho que esos dos se odien y se distancien fue la mejor decisión, no necesitaba a alguien que fuera amable con un mortífago, aunque esté fuera su propio hermano. Ahora Severus Snape era una variante desagradable, por un lado estaba el beneficio de tenerlo como espía, pero por otro lado está que era el maldito padrino de su peón principal, si Snape le mostraba afecto a Harry de nada servía tratarlo mal en casa, Snape se daría cuenta de inmediato y podría sacarlo de ahí, pero matarlo no era una opción, toda la información que perdería podría ser el final de la guerra para el bien, el mal triunfaría y eso no debía pasar, tal vez lograr que el pocionista odie a Harry, si esa era una buena idea, tendría que usar sus compulsiones con cuidado ya que Snape podría darse cuenta, pero el vínculo aún no estaba formado, sería fácil de destruir, eso terminaría con cualquier esperanza del menor.

Lo que no sabía este señor es que mientras planeaba y comía caramelos de limón, el vínculo entre Severus y Harry se hacía cada vez más poderoso capaz de anular cualquier compulsión de odio.