Perspectiva de Sara
Otro día más, estaba cansada de tener que levantar este enorme cuerpo, mi mamá me estaba apresurando como siempre, estaba harta de que no me dejara respirar ni 10 segundos.
Mamá de S.-¡Sara, ya levántate que tienes escuela! -
Escuchaba como mi madre me gritaba desde la sala, me levanté con trabajo, girando de lado a lado mi obeso cuerpo, mis brazos colgaban como piel de orangután, mis piernas parecían troncos de pastor y ni se digan las bolsas de grasa que tenía en el pecho colgando como un par de tripas que me provocaban cosquilleo a cada momento.
No estaba orgullosa de mi cuerpo, no estaba feliz de la vida por haber nacido gorda, quién diga que hay que amarnos está idiota, ojalá pudiera haber alguna manera de cambiar esto.
Luego de arreglarme, mi mamá me estaba molestando, la amaba pero por dios, ya estaba cansada, tenía que mostrar mi buena cara, mi hermana también era un fastidio, las tres éramos obesas, ¿Porque será?, Simple y maldita genética que me ha destruido la vida.
Me dieron un licuado, me comí un pan y caminamos hacía la salida para tomar el camión, me acompañó mi hermana hasta la escuela, ¡Por Dios!, no pueden dejarme ni un segundo tranquila.
Tuve que aparentar ser la hija y hermana orgullosa y tierna de siempre, por dentro todo me hacía sentir corage de mi misma.
Debía que volvía a la misma prisión de cada día, dónde casi todos me odiaban aunque yo era la mejor de la clase, mi mamá me insistía y hacía todo por serlo a pesar de que eso me alejaba más de mi niñez y juventud.
Carlos: -¡Ash esa gorda...! -
Escuchaba como mis compañeros hablaban de mi, miraban mi cuerpo pero no por encantó si no por desagrado.
Tenía que tragarme todas sus palabras, al menos dramas inteligente que el resto, pasaba el día y como todo el tiempo tenía que aguantarme los insultos de mis compañeros.
Pasamos a Educación física y con trabajó podía caminar y correr, sentía como todo me rebotaba, era fastidioso, me involucre lo más que pude pero me cansaba, mientras que todos mis compañeros corrían sin parar, mis pasos eran apenas unos cuantos por mil suyos.
No sabía cuándo me daría un paro cardíaco, aunque el maestro me apoyaba, no me permitía hacer demasiado.
Regresamos a clases y más de lo mismo, en dónde claro yo respondía todo y entregaba cada tarea y trabajo aunque eso me hiciera ganarme el odio de mis compañeros.
Jules: -¡Pinche gorda!, ¿Cómo es posible tengas todas las tareas?
Kevin: -¡Bueno que esa vieja nunca para!
Karina: -¡Ash otra vez esa gorda tarada!, Siempre nos regañan por su culpa.
Escuchaba como mis compañeros explotaban contra mi, era de su desagrado.
Pasaba los recreos casi sola, aunque mi amiga Sussy me acompañaba levantándome el ánimo, a veces ella me dejaba por más demás, aunque era algo inocente.
Sussy: -¡Sara tranquila, no la escuches son unos tontos!
Me decía casi siempre levantándome un poco el ánimo, era de las pocas amigas que me quedaban y que tenía en quién confíar, aunque a veces se iba a juntar con los tarados de Liz y Jules.
Liz me parecía una chica linda, era tan o más inteligente que yo, estaba por decir, a la par de mi, éramos las mejores sobre todos los del salón, aunque ella era más sociable, era el encanto de todos, supongo que no la privaban tanto como a mí, se veía feliz y hasta novio tenía, a mí ni siquiera las moscas se me paran.
El día había sido agotador, hoy me habían insultado más que otros días y eso era odioso.
Mamá: -¿Cómo te fue hija?, Que bueno que ya llegaste para que me ayudes a ir por las tortillas, ya va a llegar tu hermana del trabajo.
Sara: -¡Sí mamá! -
Caminé a mi habitación y me cambié, salí por las tortillas y compré un kilo, regresando pide notar como un chico me miraba, pensaba con ilusión que mi escote algo intenso esta vez me había dado resultados.
El chico era lindo, aunque no esperaba que me quisiera se buenas a primeras, rápidamente se comporto como un completo idiota.
Chico: -¡Mmmmm, que ricas chichotas, lastima de gorda!
Sara: -¡Maldito estúpido!
Le grité luego de sentir corage, el imbécil miro los tetas solo por cochino y luego me rebajo a la miseria.
Regresé a casa con ganas de llorar, cuando mi mamá me regaño por traer el escote que me había prohibido, nada me dejaba ser, me tuve que poner una blusa grande, parecía sábana, me sentía gorda me odiaba.
Salí a comer, ¿Tenía que comer tanto?, Me preguntaba con corage, luego de ver platos enormes y llenos de comida como todos los días.
Mamá: -¡Bueno!, ya levantemos la mesa y apúrate a hacer tu tarea hija.
Después de terminar mi comida, me puse a lavar los platos y regresé a mi habitación, libros y libros en mi mesa y comenzaba a escribir las tareas en mi cuaderno, haciendo la investigación hasta que ya no quedará más.
Mamá: -¿Cómo vas hija?
Eran las 8 de la noche pero ella llegaba como su fuera turno de trabajo, entonces, comenzó a cuestionar esto y lo otro sobre la tarea, tenía algunas dudas, a pesar de todo mi madre me había enseñado desde niña a gozar la tarea, a saber que yo debía de ser la mejor.
Terminamos tarde pero acabe toda la tarea, avance en algunos proyectos y terminé otros para la semana que venía.
Terminé cansada, mi madre me dió de cenar un pan con leche u luego de bañarme me acosté para dormir completamente cansada.
Al día siguiente, volvió a ser más de lo mismo, estaba cansada, pero debía de hacerlo, era mi obligación, miraba mi cuerpo en el espejo, con desearía ser diferente.
Llegué a la escuela y apenas entre ya escuchaba insultos y miraba ojos sobre mi con desagrado.
El día transcurrió normalmente y por fin había llegado la hora de salida, no sabía porque pero nuevamente Jules se había sentado cerca de mi, venía platicando con Xavier pero se veía inquieto.
Al llegar, sentí como me perseguían y voltie solo para ver cómo Jules me estaba persiguiendo.
Sara: -¿Qué te pasa, porque me persigues cochino pervertido?
Intenté confrontarlo esperando a que no me quisiera hacer daño, pero entonces saco de su bolsillo dos anillos brillantes y después de un reverendo discurso me había propuesto una idea interesante.
¿Cambiar de cuerpo?, Eso realmente existía, me llenaba la mente de ideas, imaginar todo lo que podría hacer con un poder como ese, extrañamente el cual había terminado en manos como un tonto como Jules.
Mi mamá me llamaba en al cocina, tuve que bajar a ayudarle y comimos, platicamos de todo el día y luego tuve que hacer mi tarea.
Aunque estaba vez, no podía concentrarme, si era cierto, solamente debía de cambiar con una chica que me gustará y poder vivir un vida normal fuera de este horrible cuerpo, por fin todos me amarían, sería bonita y agradable para los hombres.
Tenía que pensarlo bien, sería gracioso también ver a Jules encerrado en mi cuerpo de por vida, si quería mi cuerpo era por algo y seguramente quería destruir mi carrera y manosear mi cuerpo como un cochino, pero eso le enseñaría a no burlarse de mí y castigarlo para siempre.
Después podría usar los anillos para cambiar con Karina o con su amiguita Liz y robarme su cuerpo para escapar completamente de mi vida.
No pude dormir en toda la noche de solo pensar en todo lo que podía hacer, pero no podía verme tan convincente, debía de ver hasta donde Jules estaba interesado en mi cuerpo.

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La gordita del salón
RandomHola, soy Julio, soy chico antisocial, siempre eh tenido muchos problemas desde niño, nunca me eh sentido agusto con mi cuerpo, sobretodo, por ser un chico... Me gustan las chicas bonitas y siempre eh querido ser una con buen cuerpo, pero, aún con t...