La propuesta

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Sara se había puesto algo nerviosa y bastante pedante, aunque era lógico dado a mi repentino interés en seguirla, no quería provocar más alboroto de que perseguía.

J-¡No Sara espera, no es lo que tú piensas! -

S-¡Si no me dejas en paz le voy a gritar a mi mamá! -

J-¡No Sara espera, te tengo una propuesta! -

S-¿Qué tipo de propuesta?, ¡Yo no pienso tener relaciones sexuales contigo maldito cochino! -

J-¡Con un demonio puedes callarte, nadie quiere violarte! -

S-¡Pues es que eso es lo que parece! -

J-¡Se nota que no tienes amigos! -

S-¡No veo que tú seas uno de ellos! -

La chica estaba empezando a colmarme la paciencia, aunque claro, era obvio que no iba a interesarle como amigo de buenas a primeras, saque los anillos de mi bolsillo y se los mostré para intentar calmarla.

J-¡Mira Sara, quiero hablar contigo sobre esto! -

S-¡Por supuesto que no me voy a casar contigo maldito loco! -

J-¡Yo no me quiero casar contigo tarada! -

S-¡Entonces!, ¿Para que son esos anillos? -

J-¡Son anillos de intercambio! -

S-¿De intercambio, cómo es eso de intercambio? -

J-¡Sí, de intercambio de cuerpos! -

S-¿Cambiar de cuerpo..., De qué estás hablando degenerado? -

Las cosas se estaban complicando más de lo que esperaba, pensaba que quizás no era el momento de pedirle tal cosa a Sara, llegando de buenas a primeras sin si quiera haber hablado previamente antes con ella en la escuela, dónde fuera más seguro y menos bochornoso que a solas fuera de su propia casa.

J-¡Si, pues cambiar de cuerpo!, quería proponerte si me prestaras tu cuerpo un rato -

S-¿Porque te gustaría tener un cuerpo como el mío?, ¿Porque no se lo pides a tu amiguita esa con la que siempre andas? -

J-¡Pues me llama la atención ser tu por unos días! -

S-¡Por supuesto que no te daré mi cuerpo maldito pervertido, ya déjame en paz! -

Sara tomo sus cosas y se apuro a meterse a su casa, estaba nervioso de lo que había pasado, pues nunca me había pedido a alguien darme su cuerpo, salvó el haber pasado por accidente todo un día con el cuerpo de la maestra.

Guarde los anillos en mi mochila y me apure a tomar otro camión para llegar al entrenamiento.

Aunque había llegado unos minutos tarde, el entrenador me puso un castigó, estaba dado vueltas por toda la cancha mientras pensaba en lo que habia hablado con Sara.

Quizás ella pensaría mejor las cosas y mañana podría tener una respuesta, continúe entrenando, imaginando que estos serían los últimos momentos con mi cuerpo.

Si bien no era un chico atlético, me sentía bastante libre cuando corría y podía hacer cosas como hombre, el solo pesar en qué Sara terminará aceptando y pierda por completo mi hombría me ponía de nervios ante todo el mundo completamente nuevo al que me enfrentaría.

Sería una chica gordita, tendría senos, una vagina, piernas obesas al igual que los brazos con los que apenas podría si quiera caminar.

Luego del entrenamiento, regrese a mi casa despavorido, tenía en la mente la idea de que Sara me dijera que si, estaba entusiasmado con la idea.

Mire mi cuerpo desnudo al acostarme, observé mi miembro sin pensar que sería la última vez que lo vería entre mis piernas y por ende la última vez que podría jugar teniendo un pene libremente.

Luego de terminar con mis intimidades, me fui a dormí aún lleno con muchas expectativas.

CONTINUARÁ....

La gordita del salónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora