Ayudando a un inocente.

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Los juniors no son capaces de recordar ni una sola vez en la que hayan presenciado a Hanguang-Jun y al Maestro Wei pelear. Es decir, discutir en serio, no sus juegos o coqueteos típicos desvergonzados.

Es que, la mera idea era insólita, ¡e inconcebible! Durante años han sido testigos del amor profundo que hay entre la pareja de casados. Solo conocen de la devoción incondicional, no de gritos y miradas cargadas en resentimiento.

Por eso, la imagen que estaban contemplando los dejó helados.

Hanguang-Jun y el Maestro Wei estaban discutiendo en el jardín cerca de la Primavera Fría, importándoles poco quiénes podían escuchar sus voces subiendo de tono a medida que la discusión progresaba.

Lan Sizhui se preocupó apenas escuchó el altercado, creyendo haber escuchado mal cuando a sus oídos llegó la voz de su padre gritándole a su papá. A su lado, Lan Jingyi, Jin Ling y Ouyang Zizhen igualmente se detuvieron en seco.

—¿Esos... esos son el Maestro Wei y Hanguang-Jun? —preguntó Ouyang Zizhen incrédulo.

—Imposible —respondió de inmediato Lan Sizhui en un temeroso susurro—Mi padre jamás le alzaría la voz a mi madre —o eso quería creer. Era lo que creía, con lo que vivió una vez Wei Wuxian volvió a su vida, solo sabía de la dulzura en el trato de su padre hacia su esposo. No... de esto.

—Esa fue claramente la voz de Hanguang-Jun —Jin Ling se movió soltando la mano de Lan Sizhui para acercarse a los arbustos de donde los gritos salieron.

Por instinto, los otros tres jóvenes también se agacharon para espiar a sus maestros en aquella tensa discusión. ¿Era contra las reglas espiar a sus mayores? Claro que sí. ¿Eso los detendría? Claro que no. Una vez movieron las ramas de los arbustos fuera de su vista, pudieron ver a Wei Wuxian y Lan Wangji parados en medio del césped, a un lado de ellos había una manta donde yacían platos de comida y una cesta.

Estaban en un picnic, pronto entendieron.

Jin Ling pensó; si su tío estaba en una cita romántica con su marido, ¿qué fue lo que los llevó a una pelea?

Si querían saberlo, debían escuchar atentamente a lo que sea que se decían.

—Lan Zhan, no creo que estés entendiendo mi punto —dijo Wei Wuxian. Él sonaba como si quisiese explicarle algo a Lan Wangji, algo a lo que el hombre de túnicas blancas se mantenía reacio a entender o aceptar.

Por eso Lan Wangji fruncía el ceño mientras miraba a su esposo, se estaba negando.

—No, Wei Ying, no lo permitiré —eso dejó pasmados a los juniors.

Hanguang-Jun jamás le negaba nada a su esposo, ¡nada! Todo lo que Wei Wuxian quería, Hanguang-Jun se lo obtenía casi de inmediato. Él nunca le decía no, al menos no de esa forma. Porque cuando le negaba algo siempre era cuando Wei Wuxian pedía algo que en ese momento no se podía obtener, o era una travesura descabellada, o algo parecido. Y esto pasaba muy poco seguido, al grado en que podías afirmar que nunca sucedía y estarías diciendo la verdad.

Pero no así. No con un gesto molesto, fastidiado y exasperado. Ellos jamás pensaron ver tal escena, nunca pensaron que llegaría el día en que Hanguang-Jun le gritaría a su Wei-qianbei.

—Lan Zhan, por favor, escúchame, si tan solo escucharas todo mi plan... —el papel de Wei Wuxian en la pelea era más el de relajar el humor de su marido. Él también se veía sorprendido de haber sido gritado por su esposo y no se podía ignorar el dolor en su rostro por ello.

—Wei Ying, es muy peligroso —rebatió el mayor.

—Yo sé que puedo hacerlo, he estado investigando durante casi un año sobre esto —los jóvenes estaban curiosos.

Wangxian One-ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora