Tres: el tercer intento de un manipulador.

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Capítulo tres

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Capítulo tres. 

Arianna Beckett
5 de febrero, 2017

Doy vueltas al almuerzo ignorando la charla empedernida que están teniendo Alaska y Bastián, donde están contándose cada uno de los chismes, los cuales han sucedido en estos últimos días. Esos dos juntos no se les escapa el menor chisme, no importa que lleven días sin verse, apenas tenga contacto, son como una cascada sin fondo. Se quedan en absoluto silencio, las miradas viajan sobre mi hombro y las sonrisas de complicidad se extienden por los labios. No necesito girar para saber que Andrew se acerca hacia nuestra mesa. El silencio de los chismosos, los cuales parecen comerse al ángel de la cirugía de un vistazo, es más que una señal suficiente.

Andrew carraspea deteniéndose a mi lado, la mirada verdosa se posa en mí, evitando conectar con alguno de los miembros en la mesa. La mirada que recibe Andrew consigue incomodarlo, sus hombros permanecen rígidos, pero el continuo movimiento de su mano lo delata. Alaska y Bastián sigue observándolo con atención, detallando cada acción del niño bueno; están actuando como dos engendros del mal, en este momento.

—Entonces, ¿el ángel de la cirugía está interesado en nuestra sádica? —gruño por el apodo ganándome una risa de Bastián. Él solo se encoge de hombros quitándole importancia.

—Sí, parece que tendremos otro soldado caído—lo apoya la rubia, Alaska, observando fijamente al niño bueno, Nahia gruñe bajito, haciendo que estos dos quiten la mirada intensa de encima de Andrew Jefferson.

Este último parece respirar con tranquilidad.

—Doctora Beckett ¿podemos hablar un momento? —pregunta casi en un hilo de voz.

La atención de Andrew permanece sobre mí en cada palabra, las cuales se sienten más como un ruego a una petición. Comprendo a la perfección que se niegue a mirar a cualquiera que no sea yo. Los cuatro tenemos una mala reputación y, aunque Alaska sea el pan de dios, un ángel caído del cielo en todos los aspectos no la libran de su lado malo.

Asiento levantándome de la mesa, tomando lo que queda de mi refresco dispuesto a seguir los pasos de Andrew, quien hace un gesto con la cabeza a modo de saludo y camina lejos de la cafetería. Escucho el no tan bajo y calmado murmullo de la mesa, los cuales son aún más fuerte que de costumbre, haciéndome saber que cuando me agarren no saldré fácil de sus garras.

—Entonces ya no soy Arianna—exclamo cuando entramos a un cuarto de descanso. Sonrió notando como tensiona los hombros y parece caminar los últimos pasos imitando el andar de un robot.

Andrew es muy gracioso.

— ¿Cómo haremos con esta relación? —nos señala—no nos conocemos, no andamos cerca el uno del otro, no parece que seamos pareja—enumera cada uno de los fallos que tenemos.

Yo sé que tenemos muchos fallos en esta falsa relación, pero atacarme como si estuviera nombrándolos de una perfecta lista, no ayudara a resolverlos. Entiendo que esté actuando de esta forma, por los nervios y la incomodidad, o cualquier emoción, la cual se escapa de mis manos y facultades. Soy cirujana, no una psicóloga.

Los intocables Nothwert (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora