Capítulo 3

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Pasé varios días dibujando situaciones irreales con mis profesores. Lo sé, suena enfermo. Hice una carpeta y allí guardaba mis dibujos. Pero esa carpeta la guardaba en mi mochila; o sea, me llevaba mis dibujos a clases porque en casa corría el riesgo de que mi mamá los encontrara.

Un día, estaba en clase y parecía todo normal. Estábamos con mi profesor Rafael; nos puso a trabajar unas operaciones en el cuaderno y como no dio tiempo de terminar en clase, pidió llevarse los cuadernos para revisarlos luego. Todos le entregamos el cuaderno. Pero nos dijo que lo iba a entregar al día siguiente.

Terminó otro día miserable en la universidad. Llegué a casa pero esa noche no quise dibujar, decidí ordenar mis dibujos. Saqué mi carpeta y... me di cuenta que mi primer dibujo (el de mis profesores en el baño) no estaba. Empecé a temblar porque no sé dónde podía estar y tenía miedo de que cayera en manos equivocadas. Busqué en todos mis cuadernos, en todo mi cuarto y no lo encontré. ¿Dónde lo habré dejado? La verdad no tenía idea.

Traté de tranquilizarme primero, así podía pensar bien y con calma. Me puse a recordar qué hice el día que hice ese dibujo... ¡mi cuaderno! Recordé que lo había metido en un cuaderno y nunca en la carpeta y el cuaderno que tiene mi dibujo es el que se llevó mi profesor Rafael. ¡Me quiero morir! Esa noche no pude dormir porque iba a ser obvio que mi profesor lo viera. Le rogué a Diosito que no se enojara mi profesor.

Al día siguiente estaba dudando si ir o no a la universidad porque iba a estar en problemas, en muy serios problemas. Al final decidí ir porque tenía un examen. Tomé el bus, bebía un café bien cargado porque no dormí nada de la preocupación de mi dibujo.

Antes de entrar, sólo miré al cielo y que todo estuviera bien. ¿Y qué creen? En la entrada estaba mi profesor Rafael. Agaché la mirada y traté de esquivarlo pero me habló y dijo que quería hablar conmigo a la salida y me dio mi cuaderno. Lo revisé y no estaba mi dibujo. Estaba temblando de los nervios y fui al sanitario a llorar. No quería salir de allí pero ya había faltado a 2 cursos y después de eso me tocaba el examen. Margarita me vio salir del baño y fue corriendo a abrazarme y a preguntarme si estaba bien. Obviamente no lo estaba y le dije que tenía diarrea y que había vomitado y me creyó.

Bueno, llegó el final del día y llegó mi profesor Rafael a traerme al salón. Me llevó a otro salón donde estaba mi profesor Jonathan y sostenía una hoja en su mano.

-¿Te gusta mucho dibujar?- me preguntó Jonathan.- Veo que tienes talento.

-No creo ser bueno dibujando- respondí mientras desviaba la miraba.

-¿Quiénes son ellos?- me preguntó Jonathan y me enseñó el dibujo.

-Ammm... pues... unos conocidos- tartamudeé.

-Esos tus "conocidos" se parecen un poco a nosotros, ¿no crees, Wilmer?- me dijo Rafael.

-Vamos, dinos por qué hiciste esto, no te regañaremos, sólo queremos hablar- dijo Jonathan mientras sonreía dulcemente.

-¿Estabas en los baños del tercer piso durante el receso del primer día de clases, Wilmer?- cuestionó Rafael- recuerdo que vi salir a alguien minutos después de haber terminado el receso esa vez, ¿eras tú?- dijo Rafael.

Yo seguía sin responder de los nervios.

-Mira, Wilmer, te queremos hacer una propuesta. Sólo di la verdad y no estarás castigado ni nada- dijo Jonathan.

-Está bien- dije -yo estaba esa vez en los baños y escuché unas cosas y en base a eso los dibujé- continué- pero por favor, no me castiguen, les juro que a nadie se los mostré y sé que lo encontró usted Rafael en mi cuaderno porque no tenía dónde guardarlo por temor que mi madre lo viera.

-¿Y por qué nos dibujaste?- dijo Rafael.

Les expliqué que soy fudanshi y que me gustaba ese tipo de cosas. Y los dibujé porque la verdad escucharlos esa vez fue música para mis oídos.

-Te queremos proponer algo: vemos que tienes mucho talento para el dibujo y nos gusta cómo nos dibujaste, nos vemos tan sexis y calientes. ¿Te gustaría dibujarnos mientras lo hacemos siempre? Nos dices el precio, estamos dispuestos a pagar bien por tu arte.

Y pues acepté porque en ese momento no tenía trabajo. Fui a su casa esa misma noche y la verdad estaba muy emocionado porque iba a ver a una pajera gay hacerlo en vivo y a todo color, ¡Dios, gracias! Seré la envidia de todo fanático del yaoi.

La primera noche se vistieron de bomberos; en otra ocasión, de policías. Esa vez, Rafael esposó a Jonathan, se veían muy lindos. Se vestían de muchas cosas: maids, con traje formal, de personajes de anime, de videojuegos, entre otras cosas.

Hacían toooodas las poses del kamasutra: el trono, el 69, el cangrejo, el capitán, los arcos dorados, el perrito tumbado... Dios, tantas poses que ni yo conocía, pero se la pasaban de maravilla. Habían noches que Rafael se la metía a Jonathan, y otras noches era al revés. No podía creer que dibujaría desnudos, y menos que fueran mis profesores. Me encantaba mi nuevo trabajo porque combinaba mi gusto al yaoi con mi talento.

Y así fue como mis profesores de la universidad se convirtieron en mis musas, las que me inspiraban a dibujar desnudos.

Mis Musas (bl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora