MASCARA

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En una enorme torre en el lugar más apartado del palacio, ahí en el último piso, en una reducida celda con un ventanal absurdamente grande para el lugar, observaba la silueta que se encontraba al pie de la misma torre, con una mano extendida hacia el ventanal, gritaba el nombre de aquella alma que ocupaba tan extravagante prisión. No podía ver el rostro de quien buscaba librarle, más su sonrisa era definitivamente hermosa.

Pere,pere,pere,pere,pere,pere,pere,Pere,pere,pere,pere,pere,pere,pere,Pere,pere,pere,pere,pere,pere,Pere,pere,pere,pere,pere.

El sonido de la alarma del móvil le despertó de golpe haciéndole caer estrepitosamente al piso, obligándose a volver a la realidad, observa resignado el reloj y un profundo suspiro salió de su boca al ver la hora, las cuatro treinta, apaga la alarma y perezosamente se obliga a caminar hacia el baño para meterse rápidamente a la ducha, no tarda mucho en salir y prepararse para estar listo para comenzar un día mas de trabajo.

Medias negras caladas y short de cuero negro corto, camisa de mangas caídas del mismo color, botas bajas y un abrigo rojo, con una ultima mirada en el espejo acomoda su cabello bajo una maya para poder ponerse una peluca rojiza. Así abre la puerta para comenzar su trabajo un día mas, una noche mas... apretando los labios pensando para sí "a cuantos me le abriré de piernas hoy "

Caminaba a paso lento hacia el lugar de trabajo, Yui como lo llamaban o como le reconocían mayormente, era un joven japonés de veinte  años, había llegado a los estados unidos a la corta edad de doce años con la única idea de cumplir su sueño, como todos los que emigran al país del norte, añorando ese que se llama sueño americano.

No todos logran el ansiado sueño americano, para desdicha de él, era uno de los que no lo alcanzó, en algún momento de su vida perdió el rumbo hacia ese sueño y la verdad no tenía ya ningún interés en buscarlo.

Paso rápidamente a comprar un café y una cajetilla de cigarrillos para comenzar su trabajo, bebió su café en un par de sorbos y seguidamente sacó un cigarrillo de su caja, una mano se extiende frente a él ofreciéndole fuego para prenderlo, con un movimiento sensual colocó el cigarrillo en su boca aceptando el fuego.

– ummmm sexy – dijo el hombre frente a él. – ¿Estás trabajando ya?¿eres beta o eres un omega? los alfas no me interesan.

– omega – contestó dando una bocanada a su cigarro. – y si, ya estoy en mi horario de trabajo.

Una mirada lujuriosa y una sonrisa ladeada, apareció en el rostro de Yui, erizando el cuerpo del hombre frente a él.

– cumpliré todas tus fantasías –

Yui era un prostituto. El sueño de Yui desaparece en algún punto de su vida, al ser inmigrante era muy difícil encontrar trabajos donde le pagaran lo suficiente para vivir, agregando el hecho de que era un omega, sin tener adonde ir, sin tener a nadie quien le apoya, se vio obligado a aceptar lo único que podía hacer y usar la única herramienta de la cual disponía, su cuerpo, ofreciéndose cada noche para satisfacer los deseos, fantasías y fetiches de cada cliente.

Y ahí estaba una vez más, una noche más, un cliente más.

– muévete así...mas... mas...–

Yui estaba sobre la cama de rodillas con sus nalgas completamente expuestas a las embestidas de aquel hombre, restregándose en un vaivén que enloquecía al alfa. Había atado sus manos con la corbata y le jalaba para lograr mayor profundidad, con su mano libre le daba nalgadas, Yui gemía entre el dolor y el placer.

BONITO (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora