Día 1: Prueba de embarazo

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«(...) En otras noticias, recientemente en redes sociales se ha dado a conocer un caso bastante peculiar que ha conmocionado a varios internautas. Resulta ser que un hombre cisgénero de veintiocho años hizo una publicación en su Facebook revelando ser el primer hombre gestante en el país (...)»

Las palabras de la reportera de aquel canal de noticias que suele escuchar en la mañana llamó su atención, por lo que elevó su mirada cuando mencionó lo último.

"¿Gestante?", en su cara se apreciaba la leve sorpresa que le causó la noticia. Soltó el cuchillo y miró con más detenimiento el televisor, allí estaban pasando las imágenes que el susodicho hombre posteó. Había oído de un par de casos en otros países por boca de una de sus estudiantes por lo cual no le causó tanto asombro como la primera vez, sin embargo, seguía siendo interesante e incluso un poco aterrador la velocidad en la que el ser humano evolucionaba y se adaptaba a nuevos ambientes.

Ha, si alguien le dijera hace 15 años atrás que los hombres podían embarazarse se hubiera reído descaradamente en su cara y le tildaría de loco.

Cuando la reportera cambió el tema y pasaba al pronóstico del clima, el joven hombre de cabellos blancos tomó el cuchillo y volvió a lo que hacía. Mientras tomaba de vez en cuando un sorbo de café para mantenerse despierto y desaparecer de una buena vez los pocos rastros de sueño que permanecían en su cuerpo, cocinaba el desayuno y aprovechaba también para hacer el almuerzo.

Dio un vistazo al reloj en la pared, seis y media, según su noción del tiempo él ya debería estar...

—Buenos días— la voz de alguien más en la cocina le sacó de sus pensamientos, mas no detuvo sus acciones.

Sanemi ladeó su cabeza con la vista aún fija al pescado que se cocinaba lentamente en la plancha —Buenos días, ¿dormiste bien?— contestó tranquilamente; el recién llegado se aproximó al él, inclinando su torso para poder propiciar un corto beso en la mejilla expuesta del más bajo, separándose pocos segundos después.

—Sí... estoy mejor que ayer— el sueño aún parecía estar presente en el de cabellos negros pues sus ojos aún no se abrían por completo —¿y tú, descansaste?— quien tomó la palabra fue el más alto que, mientras el peliblanco terminaba de acomodar las cajas de bento que ambos llevarían al trabajo posteriormente, llevaba los platos ya preparados a la mesa.

El silbido de la tetera fue señal para que Himejima sacara una papeleta de té verde y la metiera en el agua hirviente, pasados unos minutos sirvió el contenido en dos vasos y los llevó a la mesa donde estaba el resto del desayuno.

—Ni tanto— habló Sanemi, tomando asiento en el comedor —llevo sintiéndome raro desde hace un par de días— continuaba diciendo, juntando sus manos para dar gracias por la comida, acción que el mayor imitó.

El gesto preocupado de Himejima no se dio a esperar —¿Deberíamos ver a un médico? ¿qué otros síntomas tienes? ¿será un resfriado? ¿gripe? — fue atropellado con preguntas, una tras otra. Geez, ya esperaba eso.

—Hey, hey, cálmate— alzó su mano instándole a que guardase silencio —no creo que sea algo grave, solo me he sentido cansado y ya— fue explicando despreocupado al mismo tiempo que metía un bocado de arroz y una porción de pescado a su boca. Inmediatamente su entrecejo se arrugó notoriamente —Ugh... qué demonios...— masticó y tragó recibiendo la mirada extrañada de su pareja —¿soy solo yo o la comida tiene un sabor extraño?

Gyomei hizo lo mismo que el contrario, partió un pedacito del pescado y lo puso sobre el arroz, metiéndolo seguidamente a su boca tal como hizo Sanemi —¿Hm? Sabe bien para mí— alzó una ceja y continuó comiendo, alternando la proteína con la ensalada y ésta con el cereal hasta que los platos quedaron completamente vacíos.

Por primera vez | Agosto MPREG | HimeSaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora