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Habían pasado tres días desde su llegada a aquel hotel, Taehyung se encontraba maravillado en sus recorridos que hacía a la ciudad que quedaba a una hora en carruaje, la ciudad era una de las cosas más fantásticas que había visto pues se había sorprendido de lo diferente que era de su bella Praga, sus caminatas no se limitaban a calles citadinas si no que había agarrado por costumbre levantarse antes que Mark e ir a las tiendecitas cercanas por frutas frescas, algo de agua natural que hacía una jovencita en su pequeño puesto, pagaba por montar a un burrito de un viejecillo que se divertía viéndolo tan emocionado, al igual cada día había vuelto a aquel pequeño prado con flores donde había conocido a Jungkook, jamás se había sentido tan ansioso de ver a alguien y eso era un sentimiento nuevo que le asustaba pues admitirlo podría llevarlo al rechazo de muchas personas, incluyendo a aquel chico de mejillas adorables.

Aquel día, tampoco se encontró con aquel chico, sabía que su casa quedaba cerca de ahí, pero sabía lo acosador que eso podría verse y no quería darle esa sensación, se limitó a pegar la vuelta de regreso a su hospedaje, siguió el camino que ya sabía por inercia hasta que un sonido le hizo salir de sus pensamientos y poner atención.

Hacia él se acercaba una bicicleta, distinguía sobre ella una silueta delgada y pequeña, entonces sintió que su cuerpo se estremeció por el nerviosismo, "es él", caminó un poco para disimular hasta que tuvo de costado aquella bici mientras paraba lentamente.

—¡Citadino! pensé que ya nunca te volvería a ver.

—¿En verdad? —aquello le tomó por sorpresa, pues de hecho que creyera eso aquel joven le hacía pensar que aun sabiendo donde se hospedaría no le buscaría —Ya veo...

—Ahora no estas tan parlanchín —le miró recorriéndolo desde la cabeza hasta los pies, observó que su cabello iba más despeinado y ondulado que la última vez, también su ropa había sido remplazada por un atuendo más holgado y de color blanco y sus zapatos seguían luciendo tan formales pero a la vez era obvio que eran cómodos, lo suficiente al menos para la idea que tenía —Súbete, te llevaré a un lugar muy especial.

—Yo...debo regresar.

—Anda, te llevaré de regreso al hotel, lo prometo.

No necesitó una confirmación de parte del pelinegro pues ya se encontraba montando en la parte trasera de la bici quedando parado detrás del joven. Comenzó el movimiento con un pedaleo tranquilo que terminó acelerando cada vez más, la velocidad hacía que el aire azotara en la cara de ambos y aquello lo estaban disfrutando pues se podía oler el mar en él.

De pronto el chico frenó la bicicleta en un movimiento brusco que le hizo apretar sus manos a los hombros del mismo, el castaño sólo sonrió ya que había frenado de esa forma con toda intención, no mentía cuando decía que había extrañado a aquel joven y quería aprovechar ese momento para tenerlo al menos un poco más cerca.

Hasta que acabe el verano [TAEKOOK]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora