Cap 3 🧛🦇

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Espejos

Tn: ¡Por qué debo ir?! -Me queje caprichosamente con mi madre-

T/m: ¡Porque Maira nos ha
invitado a todos! A mí, a ti y a
tu hermano. Así que deja de
renegar y camina.

Llegamos a la puerta de
esa enorme casa. Por más
grande que fuera, me daba
la sensación de que estaba
vacía, muy vacía Maira, nos abrió la puerta antes de que mi madre tocara el timbre.

Ella lucia espléndidamente
bien, se notaba que se había
preparado para esa noche
tal así como mi madre. Sin
embargo Max y yo vestiamos normal.

Entramos a la sala, era
espaciosa, solo unos pocos
muebles y viejas pinturas la
decoraban. Un detalle llamo
mi atención, debajo de un
cuadro que mostraba un
espiral hecho de fuego había
una mesa igual a la nuestra.

Eso no fue en lo que me
puse a pensar, sino más bien
en el espejo que nosotros
teníamos sobre aquella mesa. En esa sala no habia
ningún espejo, ni siquiera
uno pequeño. Si hubiera sido
otra la situación, no hubiese
prestado atención a algo tan
tonto como aquello, pero mis
sentidos e intuición se habían
agudizado esos días.
Mientras me perdía en
el absurdo pensamiento
sobre espejos, Bill bajo las
escaleras con una sonrisa
dibujada por la alegria que,
seguramente, no sentía.

Bill: ¡Buenas noches! -saludo a todos-

Estaba vestido como la
primera vez que lo vi, con esa
chaqueta de cuero y pantalones negros.

Cuando la cena concluyo,
algo en mí se alegró de
saber que me iría de allí,
pero Maira vnos sorprendióó
diciendo que había
preparado un postre. El
simple hecho de que Bill se
levantara de la mesa y fuera
hacia la cocina a buscarlo,
fue para mí una gran
oportunidad.

Tome el espejo de mano
que llevaba en mi bolso y
distraídamente fui hacia
donde él.

Tn: Con su permiso, voy al baño -Me excuse al levantarme del
asiento-

Entre por la puerta donde
él habia ingresado antes y
me encontré en un pequeño
pasaje donde solo había otra
puerta. La abrí un poco y
divise la cocina y a Bill
abriendo la heladera. Fue un
gesto raro de mi parte, pero
mire por todos lados para
descubrir que allí tampoco
había espejos.

El dejo el postre en la mesada
y yo puse el espejito a la
altura de mi oreja para poder
verlo, justo en ese momento
el dejo de desempaquetar
el postre que, desde donde
yo estaba, se divisaba
una deliciosa tarta. Bill
se quedó mirando unos
segundos a la nada y luego siguió con lo suyo. Aproveche
el momento y mire hacia
el espejo, pero ni siquiera
pude ver mi propio reflejo ya
que la puerta de la cocina se
abrió bruscamente.

Bill: ¿Qué haces aquí?! -pregunto el con brusquedad-

Con el espejo en mi mano
solo se me ocurrió una
excusa...

Tn: Revisaba mi maquillaje.

Soné convincente, pero
cuando la vista de Bill se
posó en la lámpara apagada
del pasaje, supe que no me
creyó.

Bill: Escúchame una cosa y
espero que te entre en la
cabeza porque la diré solo
una vez... al menos por
las buenas. ¡No te hagas la
curiosa conmigo porque te
ira muy mal!

No había cosa que detestaba
más, que me gritaran, y él lo
estaba haciendo.

Tn: ¡Hey! Cálmate, a mí no me
hablas así, ni siquiera sabes
quién soy...

Bill: Se mejor que tu quien eres,
ahora piérdete de mí vista.

En cuanto volvi a sentarme
en la mesa y veía como Bill
dejaba el postre sobre esta, solo pensaba en una cosa: (se
mejor que tu quien eres)
Qué había querido decir?
Trataba, pero no podía
entenderlo, ya de por si era
difícil de entenderlo a él.

El poco tiempo que duro el
postre transcurrió igual de
animado para Maira y mi
madre, y algo tenso entre
Bill y yo. Hubiese deseado
tener mi propio mundo como
Max, quien parecía estar
ausente ahí pero en realidad
solo estaba quieto y callado a
mi lado.

Nos despedimos de ellos para
encaminarnos a nuestro
hogar y por un momento,
mientras caminaba por la vereda y el viento choco contra mi cara, creí oírlo repetir: (Se mejor que tu
quien eres..)

Mi vecino es un vampiro T.1 (Bill Kaulitz)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora