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Nunca cambiaría

Habían pasado muchos años desde su primer encuentro, y aún así Lobo lo recuerda como si hubiera sido ayer.

Estaba en sus primeros años de universidad cuando vio a la pitón desde el otro lado del pasillo, sin gente que los rodeara al tenerles tanto miedo. El lobo antropomórfico tenía las orejas abajo por la tristeza que le producía ser temido y despreciado, mientras tanto la serpiente parecía estar más que acostumbrada a esas reacciones.
Una sonrisa socarrona se dejaba ver en la boca de la serpiente al avanzar, cosa que provocó dudas en el joven lobo. ¿Porqué disfrutaba ser rechazado?

No se quedó con la curiosidad.

─¿Nunca te pone triste?

El reptil lo miró con desgano, estando -por fin- dispuesto a contestar las dudas del adolescente luego de que este lo siguiera al rededor de hora y media por los pasillos y los dormitorios. Lo había estado interrogando todo el lapso de tiempo que lo siguió.

─No. No me importa.

Lobo se quedó aún más confundido.

─¿Ni una sola vez has pensado en lo que se siente no causar miedo?

La serpiente negó con la cabeza y retomó su camino hacia su dormitorio tardando poco en escuchar las pisadas del universitario detrás suyo. Empezó a tener un 'tic' en el ojo. Su paciencia se estaba acabando y si el chico no se iba cometería un crimen de odio en contra suya.

El chico no desisitió.

─En serio, ¿Cómo haces para que no te importe?

Serpiente se detuvo en seco y gracias a eso Wolf estuvo a nada de pisar su cola. La serpiente se acercó peligrosamente y siseó con una mirada amenazante, como si en cualquier momento fuera a comerselo u morderlo.

─No pierdo mi tiempo pensando en lo que esos idiotas opinen sobre mí.

El reptil se deslizó a toda prisa por el suelo, desapareciendo de la visión del lobo en cuestión de segundos, apenas y dándole tiempo para reaccionar.

Sí, seguía siendo igual de amargado a pesar de tanto tiempo.

Un ahora reformado lobo observaba a la misma serpiente después de 5 años de amistad. Sus escamas brillan con la luz de la luna y su anatomía se enreda con fuerza en la del lobo. Nunca preguntó si podía hacer eso, un día simplemente lo hizo sin ninguna explicación, y aunque lo malinterpretó al inicio, se percató de que al ser un animal de sangre fría no produce calor tan facilmente. Y él, al ser un animal con mucho pelo produce demasiado, algo muy conveniente para la serpiente.

Los ojos del reptil se mueven por la ventana que les da una gran vista de la ciudad hasta el rostro de su colega, el cual no deja de mirarlo desde hace un buen rato.

─¿Tengo algo en la cara?─ Preguntó de mala gana.

Lobo negó y se rió, encogiendose de hombros brevemente.

─No, no. Es solo que es... Raro.─

─¿Qué es raro?─

El depredador de pelaje gris se tomó su tiempo para responder.

─Antes negabas que te importara la opinión de todos sobre tí, y ahora mírate─ Lo señaló completamente ─Te vi en el evento de hace rato, no dejabas de alardear de tus buenas acciones.─

Serpiente bufó.

─Sigue sin importarme.─

Miente.

─Hmm...simularé que te creo.─

─¡Hablo enserio!─

Lobo vuelve a reír y se gana golpes -no tan fuertes- de la pitón en la espalda mientras caminan hacia su dormitorio para poder dormir. Moe no descarta el pensamiento que tuvo al recordar el pasado.

Sí, su actitud orgullosa no ha cambiado.

Y Lobo no quisiera que cambiara nunca.

𝐄𝐒𝐂𝐀𝐌𝐀𝐒 𝐆𝐑𝐈𝐒𝐄𝐒 - WolfSnake One Shot'sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora