Rumores recorrían por todo el monte del Olimpo cada vez que veían al rubio caminar por el lugar desde que había sido descubierto desde ya un par de semanas que perdía el tiempo añorando a un ser mortal, pero en esta ocasión se sintió de una manera extraña, todos hablaban a sus espaldas y lo miraban atentamente ¿Ahora de que se le juzgaba?
Prefirió no darle importancia, al menos así fue desde que había abandonado aquel lugar donde acostumbraba a observar al príncipe.
Se encontraba sentado en el césped de un amplio jardín tocando la lira hecha por un caparazón de tortuga que Suika la diosa de la mensajería y de las fronteras, le había regalado, y que desde entonces decidió dedicarle tiempo para practicar dicho instrumento.
A comparación de cuando está haciendo su vigía como de costumbre en solitario, en esta ocasión por primera vez sentía pesadez en su pecho y su mente volvía a pensar en aquel mortal; fastidiado de no poder hacer más por su cuenta, le pidió a Amaryllis (una de sus musas) a que mandara a llamar a su hermana menor que posiblemente se encontraría volviendo de guiar almas hacia Xeno y Stanley que esperan en el inframundo.
Observaba a las demás musas practicar las canciones y la danza que Lillian la diosa protectora del matrimonio les había ordenado para presentarse en la fiesta que estaba realizando hacer en el templo principal para Byakuya el dios supremo.
Normalmente lo diría en voz alta hacia ellas que estaba orgulloso de la elegancia que desprendían cada vez que realizaban aquellas actuaciones pero esta vez prefirió no molestar el ensayo en el que tanto se habían esforzado; claro, no considero que quien interrumpiría seria la menor con una entrada un poco muy llamativa.
—¡Ukyo!¡Ukyo! —Se escucho la infante que se acercaba volando gracias a las pequeñas alas de sus sandalias— ¡Hermano!
El rubio previo que la niña venia a gran velocidad y eso explicaría el por que tenia poco control en su aterrizaje, así que se movió rápidamente para colocarse debajo de ella y atraparla para que no se lastimara.
—¡Ukyo! —Menciono mientras abrazaba a su hermano.
—Suika ten más cuidado, interrumpiste la práctica de las chicas. —cruzando los brazos.
—¡Lo siento mucho! — La menor se disculpó con todas las musas presentes, tomo la mano del chico y salió corriendo mientras susurraba —Es que necesito comentarte algo Ukyo aunque es posible que ya estes informado.
—Sabes que no presto atención a lo que sucede a menos que sea Kohaku o tu quien me lo comente. —dijo acariciando sus rubios cabellos.
—Me imaginaba que fuera así, pero esperaba que al menos hayas escuchado algo sobre lo que se decía de ese mortal que te gusta.
—¿Le paso algo a Ryusui? —Pregunto sorprendido y preocupado a la vez.
—Era obvio que gustas de él, pero me sorprende que haya sido nuestra hermanita quien logro confirmarlo —Rio Kohaku apareciendo a través de unas plantas.
—Nunca desestimes las habilidades de la diosa de la mensajeria, se tratar directamente con las personas —Sonrió orgullosa la menor —Además que me gusta ver los trucos de negociaciones que hace uno de los mortales que... ¡Cierto, Ukyo!
—Estoy aquí, no hace falta que grites Suika...
—¡Asagiri Gen le pidió a tu mortal que fuera su pareja! —Exclamo con una tonalidad alta en su voz.
Ambas chicas miraban al rubio quedar estupefacto ante aquella noticia. Ukyo realmente no sabia como reaccionar a ello, sabía que no podía imponerse ante las decisiones del joven pero había una incomodidad en su pecho que lo molestaba.
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Inmortalidad / Ryukyo
FanficUkyo el dios de las artes, del arco y la flecha que protege desde lo alto del cielo se enamoró ante la belleza y carisma de Ryusui, un joven príncipe espartano mientras que él se ha quedado anonadado ante la belleza del chico de ojos verdes. AU basa...