2. Cardigan.

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El día había comenzado como siempre. Los gemelos Miya abrieron su restaurante de comida y, como de costumbre, estaba lleno en menos de media hora.

Había pasado dos o tres semanas desde que Atsumu se topó en la boda con Kiyoomi y, desde ese entonces, lo único que pasaba por su mente era llamarlo. Es decir, él sabía que ya nada podría volver a como era antes. El simple hecho de que ahora era casado y con una niña era el impedimento más grande, pero Atsumu deseaba que esto fuese una pesadilla y que al día siguiente se levantara con Kiyoomi entre sus brazos siendo completamente suyo.

— Tsumu, este pedido es para la mesa 4. — habló Osamu estirandole una bandeja a su hermano mayor que contenía dos tazones de ramen.

— Claro. — respondió Atsumu saliendo de sus pensamientos y tomando la bandeja. — Auch. — se quejó el rubio cuando lastimó una de sus cortadas con la bandeja.

— ¿Qué pasa? — preguntó su hermano preocupado.

— Me he estado cortando muchas veces los dedos cuando corto verduras. — Atsumu levantó una de sus manos y dejó ver un par de curitas rodeando dos de sus dedos.

— Te enseñé a hacerlo, Tsumu. — el rubio rodó los ojos.

— Ya sé, solo he estado distraído. — la puerta del restaurante se abrió haciendo sonar la campanita por todo el lugar.

— Está llegando más gente, apresúrate a llevar eso. — Atsumu asintió y comenzó a caminar hacia la mesa.

Odiaba los domingos. Ese día Kita no trabajaba porque era su día de descanso y quería pasarlo con su abuela, pero necesitaban a alguien que lo cubriera y Osamu se negaba, rotundamente, a aceptar a otra persona cocinando en su cocina o ayudando en su restaurante. Su madre iba a ayudarlos de vez en cuando, pero el calor de la cocina le hacía daño y no era muy buena con las bandejas.

— Está listo su pedido. — dijo el rubio sonriendo ante una pareja que se encontraba sentada en la mesa 4. Ya había llevado los cubiertos hace un par de minutos, así que solo se encargó de poner ambos platos de ramen en la mesa.

— Gracias. — respondió la pareja al unísono viendo con ojos iluminados los platos.

— ¿Desean algo para tomar? — el chico lo miró y negó con la cabeza.

— No, por ahora no. Estamos bien así. — Atsumu sonrió.

— Bien, si necesitan algo, pueden llamarme. — la pareja volvió a agradecerle y Atsumu comenzó a caminar hacia la cocina.

— ¡Amigo! — un chico en la mesa 7 levantó su mano llamando a Atsumu. El rubio volteó a mirarlo y emprendió camino hacia la mesa.

— ¿Con qué puedo ayudar?

— ¿Puedes traerme un poco más de salsa? — Atsumu miró hacia los recipientes de salsa que había puesto en esa mesa hace menos de 10 minutos y se dio cuenta que estaban acabados.

— ¿Qué mierda con esta gente que le echa medio litro de salsa a las comidas? — pensó el rubio. — Sí, claro. Te la traeré ya mismo. — sonrió.

Estando en la cocina suspiró y comenzó a llenar tres recipientes con salsa.

— ¿Ya tomaste la orden del chico que entró hace un rato? — preguntó Osamu sin despegar la vista de lo que estaba emplatando.

— Tengo dos malditas manos, Samu. — su hermano rodó los ojos.

— Entonces, ven a cocinar tú y yo me encargo de atender. — Atsumu hizo puchero.

— No me quedan ricas las cosas como a ti. — Osamu lo miró y sonrió.

— Ve a atender, Tsumu. — la campana de la tienda volvió a sonar.

Songs. [SakuAtsu] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora