El Fin Del Mundo 9

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Deja que el agua bañe sus pies descalzos, la arena húmeda le provoca un cosquilleo que siempre relaciona con su isla. Agoney inhala el aire a su alrededor y se permite respirar en calma. Aún siente que no debería estar haciendo aquello, una voz dentro suyo continúa gritándole que es incorrecto, pero quiere hacerlo, lo necesita, por eso silencia esa voz hasta hacerla desaparecer.

Las últimas horas no han sido las mejores, no ha descansado demasiado y su cabeza no se ha detenido ni un solo segundo. Sus dudas han sido solo suyas, no las ha compartido con Raoul, tampoco con Diego, aunque ha deseado hacerlo. Las imágenes que vio en el vídeo del último cumpleaños del rubio se repiten en bucle una y otra vez.

La imagen de su madre se hace presente de nuevo en su cabeza. No olvida su actitud, su mirada y sus ojos llenos de cariño, admirando a una persona diferente a su padre. Agoney no olvida sus ojos enamorados puestos en Héctor.

—¿En qué piensas tanto?

—¡Joder! —Se lleva una mano al pecho—. Me has asustado. ¿Qué manía tienes con asustarme?

—Yo no tengo ninguna manía, eres tú el que siempre tiene la cabeza en otro sitio. —Ríe Raoul y le gira para tenerle de frente—. Perdón, se me ha hecho tarde. ¿Has esperado mucho?

—No —asegura, aunque realmente no lo sabe, su cabeza ha estado perdida en sus pensamientos—. ¿Airam no quería soltarte?

—Estaba en plan maruja, quería saber qué haríamos.

—¿Qué le has dicho?

—Que teníamos que hablar. —Raoul toma las manos nerviosas de Agoney y sonríe al notar cómo tiembla—. En realidad, no sé si hay mucho que podamos decir…

—Solo que hicimos una promesa y nos duró menos que un parpadeo.

—Ya. Pero yo no me arrepiento de haberlo hecho. ¿Tú lo haces? ¿Te arrepientes?

—Yo tampoco me arrepiento, pollito.

Se miran con una media sonrisa, ambos parecen recordar al mismo tiempo la noche que pasaron juntos abrazados en la cama de Agoney, luego de compartir una cantidad de besos que habían prometido no volver a permitirse.

—Quiero estar contigo, Ago.

—Pero no podemos…

—Nadie tiene que saberlo.

—¿Qué?

—Yo no quiero pasar lo que queda de verano siendo solo tu amigo, o tu familia. Sé que no podemos ser una pareja normal, pero quiero estar contigo, besarte, abrazarte, aunque todo sea en secreto.

—Y después, ¿qué? ¿Qué haremos cuando termine el verano?

Raoul se encoge de hombros, intentando ordenar las ideas en su cabeza. Es complicado resignarse a perder algo que en realidad nunca ha tenido. Es complicado asegurar que puede dar un paso al costado mientras busca constantemente la atención de Agoney, porque lo único que quiere es tenerle cerca, con él. Es complicado intentar dejar de quererle, cuando en realidad solo desea que le quiera de la misma manera.

Debería mantener su postura y ser firme para seguir comportándose como una familia, como un par de hermanos, pero no puede. Raoul no quiere dejar ir lo que tanto ha esperado, y solo verlo escurrirse entre sus dedos, quiere tomarlo, aun cuando sea poco lo que Agoney pueda darle.

Raoul es consciente, sabe que no puede tener lo que desea, pero necesita tener algo a lo que aferrarse. Aunque sea una breve historia, un momento, pero necesita un recuerdo que le haga compañía, que le reconforte cuando Agoney deba marcharse.

El Fin Del Mundo - Ragoney.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora