V e i n t i d ó s

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[Leteo: Él] [Hybris: Ella]


Hybris (Ella) oye un zumbido. El timbre de su casa. Tira de las sábanas, y salta de la cama, dejando el móvil bajo la almohada. Sale de su habitación y se dirige al comedor, dónde divisa la puerta de la entrada.

Para de dar pasos.

No puede.

No tiene el suficiente valor.

Veinte días sin él...

Veinte días sin amor.

Sacude su cabeza, ya es hora de empezar a tener las ideas claras. Empezar una relación con él, otra vez. Quizá ese sea su castigo. O su premio. O su...

El timbre vuelve a estallar sus oídos. Es la canción de Nirvana que les gustó tanto, You know you're right.

I will move away from here

You won't be afraid of fear

No thought was put into this

I always knew it would come to this

La voz de Nirvana se empieza a oír, e Hybris se para delante de la puerta.

Tiene miedo, pero no está asustada.

Con cuidado y lentamente, abre la puerta.

- Things have never been so swell. - una voz continúa la canción cuando el timbre se para de oír. Y ahí está. Leteo. Él.

«Veinte días sin verlo... ¿Cómo pude vivir veinte días sin oír su voz, sin ver su rostro, sin notar su mirada recorriendo mis labios?»

- And I have never felt this well. - acaba ella, Hybris, con un susurro.

Sus ojos se encuentran,

y sus corazones los siguen.

Leteo abre sus brazos, y antes que pueda rodear la cintura de ella, Hybris se abalanza sobre él, y se pone de puntillas. Él la arrima a la puerta, apresándola entre sus brazos, y la besa, a la punta de los labios.

- Leteo.

- Dime. - susurra él, apoyando su frente con la de ella. Ella cierra los ojos, y sonríe. Hacía mucho tiempo que sonreía. No tenía motivos para hacerlo.

- Te he echado de menos - susurra, y antes que él pueda decir algo, ella se apresura a continuar - Y quizá ha sido eso lo que me ha hecho amarte como nadie podría hacerlo.

Él le pasa una mano por el pelo, y acerca más su rostro al de Hybris. Los ojos de Hybris, oscuros como una noche sin estrellas, lo miran, con... Amor.

- Hybris.

- Dime. - ella susurra, imitando lo que antes ha dicho. Leteo sonríe, y se le forman hoyuelos a las comisuras de los labios.

- No te voy a dejar.

- Prométemelo. - ella le pone sus manos sobre el pecho de él, y lo aparta unos centímetros de ella. Ha cruzado los brazos, está en modo seria.

Él se pone de rodillas, e inclina la cabeza.

- Te prometo que no te dejaré. Jamás. Y si lo hago, te doy el permiso para arrancarme lo que sea realmente mío, menos tú.

Ella lo mira, y, unos segundos después, lágrimas se forman alrededor de sus oscuros ojos. Él se acerca a ella, y pone sus labios sobre sus ojos, y, con besos, le quita las lágrimas de los ojos.

Los dos se cogen de la mano, y caminan hasta el jardín. Leteo se sienta en el columpio, y rodea sus brazos alrededor de la cintura de Hybris, y se la sienta sobre su falda. Y se empiezan a columpiar. Hybris apoya la cabeza sobre el hombro de él, y cierra los ojos.

- Una cosa más. - susurra Leteo al oído de Hybris. Ella no abre los ojos, pero dice.

- Dime.

Leteo sonríe.

- Tus lágrimas saben amor.

- ¿A amor?

- Me he equivocado de sinónimo. Tus lágrimas saben que te quiero.

La chica de los poemas muertosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora