Día 2 Familia

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— Charles, es hora. Necesitamos tener la charla.

Charles resopló poniendo los ojos en blanco.

— Erik, no me atormentes con eso por favor. Ya tengo demasiado con el trabajo y planear nuestra boda. Tengo un informe por entregar y estoy esperando la llamada de la florista.

Charles no despegó la vista del monitor que tenía enfrente, y siguió escribiendo.

— Precisamente porque vamos a casarnos, necesitamos hablar del tema —Erik apartó a un lado la laptop y se sentó en el escritorio. Luego tomó la barbilla del ojiazul obligándolo a hacer contacto visual — Ya hemos discutido sobre nuestras finanzas, creencias religiosas, política, e incluso sobre futbol... pero no sobre tener hijos. 

— Y sabes exactamente lo que pienso al respecto, no quiero tener hijos, al menos no en los próximos diez años.

— Pero Charles...

Erik se sintió desilusionado, y observó como su futuro esposo se levantaba para servirse más té.

— Escucha, siempre he sido honesto respecto a ese tema. Y has respetado mi decisión, no sé por qué desde hace unas semanas insistes tanto. ¿Qué fue lo que cambió?

Erik se quedó callado por unos momentos. Era tan desconcertante que el sueño de formar una familia no encajara con los planes de Charles, aún si Erik ya sabía de la postura de su prometido. Lo supo desde la segunda cita, cuando le preguntó que opinaba de los niños y Charles hizo un gesto de asco. Lo supo cuando vio la incomodidad de Charles al sostener a su sobrino el día que nació. Y lo sabe por los ojos en blanco que pone Xavier cada que van a algún lugar y hay niños o adolescentes. Solo que, Erik siempre creyó que podía hacerlo cambiar de opinión.

— También he sido honesto, siempre lo fui. Sabes que me encantaría formar una linda familia, una como la que nunca tuve.

Charles sintió pena por Erik, le gustaría complacerlo pero era prometer mucho y no sabía si podría con todo.

— Lo sé Erik, es solo que no me veo siendo madre. Tengo una carrera, están a punto de  y ...

— Y es todo lo que te importa.

Charles dejó su taza de té y se acercó a Erik, quien ahora estaba de pie mirando por la ventana. Quiso abrazarlo pero fue rechazado.

— También me importas tú, mucho más de lo que mi cuerpo y alma pueden soportar.

— Vaya momento para ser romántico— dijo molesto Erik.

— Erik por favor, no hagas un berrinche de todo esto. 

— ¿Berrinche? — repitió molesto.

— Erik, basta. Tener hijos no es como adoptar un cachorrito o tener una planta nueva. Tener hijos es una responsabilidad que dura al menos 20 años, ¡o más! ¿Has pensado en eso?

— Claro, eso lo sé perfectamente.

— Bueno, entonces has pensado en todos los gastos que eso implica. Los pañales que tendremos que cambiar, las visitas al doctor en la madrugada si es que se enferma, las juntas de padres, los problemas de la adolescencia... Y una lista interminable.  Además, nuestro hijo vendría a un mundo con crisis climática y con sobrepoblación, por nombrar algunos de los miles de problemas que existen.

Erik aplaudió, tratando de contener sus lágrimas  — ¿Terminaste?

Charles se peinó el cabello hacia atrás con amabas manos, y exhaló su frustración. Iba a tratar de mediar la situación, cuando su teléfono sonó. 

— Contesta, debe ser la florista. Quizás tengas que cancelar sus servicios.

Erik salió del departamento, dejando que la puerta se cerrara de golpe.

Charles maldijo, y se fue detrás de Erik, las cosas no podían quedarse así. Encontrarían la forma de solucionarlo, tal vez podría dar su brazo a torcer. Y pensándolo bien, quizás si podría soportar el martirio de tener un hijo y aceptar las cosas buenas de ser padre, porque no soportaría perder a Erik. Al menos no en esa vida.






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