Era una cálida tarde de verano, Charles peinaba su cabello y se aseguraba que cada detalle de su imagen fuera perfecto. El rey pronto lo recibiría en su recamara. Unos sutiles golpes a su puerta le indicaron que ya era hora. Los sirvientes lo guiaron por los pasillos y escaleras hasta la ostentosa puerta de madera fina y piedras preciosas.
Durante el trayecto, Charles recordaba el primer día que llegó en calidad de esclavo. Todo sus esfuerzos por agradar al rey y ganarse su confianza. Muchos en la corte lo envidiaban y confabulaban a sus espaldas, pero siempre eran descubiertos y sus cabezas rodaban por la plaza principal. No había duda, Charles era el protegido del rey.
Al abrirse las puertas, Charles trató de contener su sonrisa. Todo lo que veía, parecía estar preparado exclusivamente para él. "Vaya forma de mostrar su interés" pensó. Una figura masculina ingresó a la cámara principal desde el balcón.
— Mi señor — dijo Charles haciendo una reverencia.
Erik sonrió complacido abrazando fuertemente a Charles.
— Mi pequeño cordero, te estaba esperando.
Hacía meses que así lo llamaba, ya que el aspecto un tanto dócil de Charles le había ayudado a ganarse ese sobrenombre.
— Lamento si lo hice esperar, pero creí que había una confusión. Pensé que esta noche deseaba estar con alguna concubina. En especial con aquella mujer llamada Magda.
Ambos caminaron hacía la mesa, para comenzar a degustar del festín. Erik bufó mientras Charles le llenaba de vino la copa.
— De ellas no quiero saber nada. Ninguna ha podido darme un hijo o hija, nunca llegan a termino. Si eso sigue así, no habrá quien continúe con mi legado.
— Me gustaría complacerlo con eso, pero la naturaleza no me bendijo de esa forma — Charles se sentó y comenzó a comer un racimo de uvas. — Aunque me dio otros dones muy benevolentes.
Erik se sintió seducido y bebió de su copa hasta dejarla vacía.
— Ven aquí — le ordenó.
Charles se movía con lentitud, acrecentando la tensión entre las piernas del rey. Cuando llegó hasta a él, un beso brusco lo tomó por sorpresa. El beso y las caricias fueron correspondidos. Los platillos permanecieron intactos, después de todo, Charles era el banquete.
Charles y Erik terminaron tumbados en la cama después de incesantes jadeos. Erik apenas y susurró un "te quiero" antes de dormir profundamente, aquellas gotas vertidas en su copa habían surtido efecto. Charles lo miró y se levantó de la cama. Aseguró mejor la puerta, y volvió a donde Erik.
— Su Majestad, siga confiando en el cordero — Charles besó su frente y tomó prestados los anillos y la corona — así cuando vea que en realidad soy el lobo, será muy tarde para su reino.
Charles se deleitaba al ver su reflejo, su pequeña venganza recién había empezado. Quien diría que el príncipe que todos creían muerto dormía ahora con el Rey. Charles jamás podría olvidar aquel día en que el inexperto Erik y su ejército habían decidido expandirse, y el pequeño reino de Charles fue consumido en llamas por negarse a ser aliados.
Claro, en ese entonces Charles era apenas un adolescente, y fue de los pocos en sobrevivir. Esa noche en que vio todo arder, él había salido a escondidas y al volver a casa solo encontró escombros y muerte;y por supuesto, también había un advertencia escrita y firmada por el rey: los demás reinos que se opusieran a él, sufrirían el mismo destino.
— Aunque debo confesar, me da un poco de lástima que todas las concubinas no lleguen ni al séptimo mes de embarazo. Se les ve tan ilusionadas cuando descubren que están embarazadas.
Charles bebió un poco de vino y suspiró, en ese momento se acercó y observó detenidamente a Erik. Debía admitir que tener intimidad con él no era tan malo después de todo. Pero era solo eso, algo carnal. Debía mantenerse concentrado, no iba a parar hasta que el reino de Genosha y Erik ardieran en llamas también.
— Larga vida al Rey— le susurró al oído.
Yo, leyendo lo que acabé de escribir:
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:D Es bromita, la verdad es que soy mi peor crítica. :(
Pero sí soy leyendo otros fics de escritoras muy pro, y más después de leer todos los aportes de esta Cherik week.
