VII

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Gojo intentó seguir el consejo de su mejor amigo, subió a su auto listo para volver a casa para contarle a Higuruma todo lo que estaba pasando por su cabeza, durante la mitad del trayecto estuvo pensando en un discurso, lleno de disculpas y unas pocas lágrimas que creyó que lograrían ablandar el corazón de su prometido para que lo perdonara con más facilidad, pero luego dio una serie de giros innecesarios, hasta que terminó estacionado frente a su viejo edificio.

Cuando bajó del auto, se dijo a sí mismo que solo quería comprobar qué Nanami se encontraba bien, ya que no le había avisado que llegó a su departamento la noche anterior, sin embargo, en cuanto él le abrió la puerta, sin camisa y con el cabello recién lavado pegándose a su rostro, Gojo se dio cuenta de que estaba por hacer algo de lo que se arrepentiría más tarde.

-Hola -dijo forzando una sonrisa, mientras intentaba que sus ojos traicioneros no siguieran una gota de agua que escurría por el pecho de Nanami.

-¿Olvidaste tu llave otra vez? -respondió él, poniendo los ojos en blanco mientras se alejaba.

-No -murmuró recargándose sobre la puerta para cerrarla con su peso-, solo pensé que apreciarías que tocara esta vez -Nanami, que ya se había puesto una camiseta, volvió a aparecer en su campo de visión-. Ya sabes, después de anoche.

-Creí que no querrías hablar de eso -dijo, sonaba tan avergonzado y honesto, que Gojo se sintió culpable por estar imaginando cómo quería quitarle la camiseta-. Sé que no es excusa, pero no estaba en mis cinco sentidos e hice algo inapropiado. Lo siento y espero no haberte causado problemas con Higuruma.

Nanami se sentó sobre el brazo del sofá, Gojo quería acercarse y estar cerca de él, pero no confiaba en lo que haría si se atrevía a dar más pasos dentro de ese departamento.

-En realidad no le dije nada todavía -dijo tragando saliva con dificultad-. Quería hacerlo, pero no me atreví, en su lugar llamé a Suguru y me dijo que debía decirle a Higuruma y quizás, evitarte por un tiempo.

Para sorpresa de Gojo, el gesto serio en el rostro de Nanami, se deformó en una mueca entristecida, que le provocó un nudo en la garganta y envió una punzada de dolor a través de su pecho.

-Sin embargo, estás aquí, diciéndome todo esto.

-¿Una tontería, verdad? -Gojo se rio incómodo-. Debería estar en casa tratando de explicarle a mi novio que anoche estuve a punto de besarme con uno de mis amigos, en cambio, estoy aquí, estancado junto a la puerta porque tengo tantas ganas de besarte que sé que pondré mis manos sobre ti en cuanto estemos cerca.

-¿Quieres besarme?

-No. Bueno, sí, pero sé que no debería -Gojo cerró los ojos y recargó la cabeza contra la puerta-. Demonios, estoy tan confundido, Kento. Amo a Higuruma, lo digo en serio y tú eres uno de mis mejores amigos, no se supone que quiera besarte.

-Tal vez no sea un buen momento para decirte esto, Satoru. -El tono angustiado en la voz de Nanami, ocasionó que una alarma se encendiera en la cabeza del otro-. Y no quiero que pienses que estoy tratando de aprovecharme de tu confusión -hizo una pausa, como si estuviera dándose una última oportunidad para cambiar de opinión-. Te amo, he estado enamorado de ti durante años.

Las palabras de Nanami se repitieron en la cabeza de Gojo como un eco que calló el resto de sus molestos pensamientos. Guiado por un impulso desconocido, cruzó la sala a grandes zancadas y se detuvo frente al rubio, que se había confesado mirando hacia otro lado como si se avergonzara de sus sentimientos.

-Dilo de nuevo, Kento -demandó mientras sujetaba su rostro entre sus manos para obligarlo a mirarlo.

-Te amo, Satoru.

Cuando Gojo se imaginó en ese escenario, creyó que podría decirle que no sentía lo mismo, pero ahora que lo tenía tan cerca, con sus preciosos ojos castaños brillando con tanto anhelo, no tuvo el valor para romperle el corazón, incluso fue capaz de darse cuenta de que sus sentimientos eran muchos más complicados de lo que creía y que, en realidad, nunca existió la intención de rechazarlo.

-Kento -suspiró, cerrando los ojos y pegando su frente a la del otro. Sus manos se deslizaron hasta los hombros de Nanami buscando algo de estabilidad a la que aferrarse.

-No tienes que decirme nada, Satoru, está bien si no sientes lo mismo.

El aludido odio el tono de resignación en su voz.

-Creí haberte dicho que estaba confundido, ¿o no me escuchaste? -dijo alejándose apenas lo suficiente.

-Pensé que algo podría cambiar luego de que escucharas mi confesión.

Gojo lo miró por unos segundos antes de que una carcajada escapara de sus labios, a veces, Nanami podía ser tan adorable. Hubo un breve momento de silencio en el que ambos solo intercambiaron miradas, Gojo sabía que era lo que quería hacer a continuación, pero no estaba seguro de que Nanami estuviera de acuerdo con eso. Una cosa era declarar su amor y una muy diferente comenzar a involucrarse cuando él tenía una relación formal con alguien más.

-Tengo novio -dijo Gojo mordisqueando su labio inferior mientras tomaba las manos de Nanami y las colocaba sobre su cintura-. Me voy a casar con él.

Nanami miró sus propias mano en la cintura del otro, mientras sopesaba sus palabras; y no pudo evitar pensar que si la contradicción fuese personificada, tendría el bello e irresistible rostro de Gojo.

-No me lo recuerdes. -Nanami puso los ojos en blanco, pero estaba lleno de confianza. Gojo tenía ese efecto en él, era casi como si le compartiera un poco de todo lo que le admiraba para que ambos pudieran estar a la altura.

A Gojo, el firme agarre de Nanami, y la manera en que lo apretaba contra su cuerpo lo puso a temblar de puro deseo, mientras que la urgencia de sostenerlo entre sus brazos era como fuego a punto de comenzar un enorme incendio.

-Estaría mal si te beso ahora -agregó mientras se acercaba un poco más, tratando de probar los límites de su coqueteo-. Pero quiero hacerlo.

-Entonces bésame, tócame, haz lo que quieras conmigo, nunca te diré que no.

-¿Incluso si estoy confundido? ¿Incluso si no puedo decir que tengo los mismos sentimientos que tú tienes por mí?

-Soy tuyo, Satoru. Tómame ahora, o déjame, aceptaré cualquier cosa que quieras darme.

Fascinado con la respuesta, Gojo finalmente lo beso. Sus brazos se enroscaron alrededor de su cuello y sus us bocas chocaron como si se tratara de dos imanes a los que les resultaba imposible permanecer separados, mientras sus labios se acariciaban, Nanami se sorprendió a sí mismo aferrándose a la camisa del otro con fuerza, el aire escapó de sus pulmones en un suspiro que hizo evidente lo mucho que había deseado ese momento.

Sintió a Gojo sonreír contra sus labios, justo antes de alejarse. Él lo miró con una expresión que nunca lo había visto hacer, bien podría estar drogado, o su beso compartido no fue lo bastante bueno.

-¿Qué? -preguntó Nanami, sintiendo las mejillas enrojecerse por la vergüenza, de entre los dos, era Gojo quien tenía más experiencia, temía haberlo decepcionado.

-Nada -le respondió. Me gusta mirarte, eres guapo.

Antes de que Nanami respondiera algo más, Gojo se inclinó hacia su cuello y chupo una marca, mientras que sus manos se metieron bajo su ropa, una en su camiseta y la otra en sus pantalones. Un jadeo salió de sus labios, sin que pudiera evitarlo, y la risa que escapó de Gojo lo molesto y animó a partes iguales.

Negándose a ser la burla del hombre que amaba, Nanami se las arregló para tomarlo su rostro para besarlo de nuevo, la rapidez y fuerza de su acción hizo a Gojo trastabillar, un monosílabo de sorpresa se escapó de sus labios. Sin embargo, por la manera en la que Gojo se derritió y suspiró contra él, le demostró que fue un buen movimiento. A Gojo le tomó tan solo un par de segundos ponerse al día con la boca que aprisionaba la suya, sus manos volvieron a toquetear la piel de Nanami. Estaba animado, parecía desesperado por quitarle la ropa. Se movieron juntos, en perfecta sincronía, hasta la habitación, dejando a su paso un rastro de prendas de la que se preocuparían en algún momento del futuro.

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You're Losing Me [GoNana][Jujutsu Kaisen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora