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-> Denki x Bakugou.
-> Au; Adolescentes, sin quirk.
-> Exceso de melosidad, no hay smut. Abuso verbal, bullying, occ.
-> Narración: Denki.
-> Soft.

Locos-
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La preparatoria, joder. Que emoción.
Soy Kaminari Denki, y soy un estudiante promedio de preparatoria. Realmente no tengo nada de especial, tal vez mi habilidad con los trucos de magia o con hacer tonterías.

Me acabo de mudar a la capital de Japón, realmente es muy bello todo. Aún suelo extrañar mi magnífico Shirakawa, pero, realmente, cambié todo eso por un par de ojos rojos. Y porque mis padres fueron ascendidos.

Ya había empezado el ciclo escolar, yo a entré a mitad de este, en segundo año.
Realmente los compañeros que me había tocado apenas y me miraron por debajo de su hombro, seguro ya había corrido el rumor de mi lugar natal. Que mierda los niños ricos.

-Jóvenes, a sus sillas. Les quiero presentar a su nuevo compañero, Kaminari Denki.- apenas e hicieron la típica reverencia. Yo muy ansioso expresé la emoción de estar con ellos; se burlaron. Maldita desgracia de ser extrovertido.
Pero hubieron un par de ojos que me miraron muy atentos. Le pertenecían al niño más bonito que había logrado captar mi memoria en todos mis años vividos y por vivir.
Cualquier vello de su cuerpo rubio, labios rosados, manos y cuerpo frágil, rostros de un bochorno, seguro por vergüenza, y más vergüenza fue cuando lo saludé desde el lugar del profesor. Todos lo voltearon a ver con, ¿Asco, desprecio?, y él procedió a hacerse bolita en su lugar con sus manos cubiertas por su lindo suéter naranja y negro.
-Joven Denki, siéntese a un lado del chico del final; el joven Bakugou.- ¡Gracias, Superman!

Las clases pasaron entre miradas y saludos, intenté sacarle plática pero me esquivaba o simplemente me miraba con mucha pena. Apenas y logré escuchar oraciones largas de su garganta, tenía una voz un poco ronca pero, joder, era tan lindo. -Psss, pssss.- me llamó una niña de mechones marrones que se sentaba frente a mí. -Ten cuidado con el maricon, te puede pegar lo marica.- y se empezó a reír de Bakugou justo frente de nosotros. Volteó a verlo y sólo había bajado la mirada, se veía que esto era del diario. -¿Y qué si le gustan los niños? A mí también me gustan y no le veo problema. Seguro son unas envidiosas de su belleza.- santo señor del sacramento venezolano, ni yo creí decir esas palabras. Me miraron de la misma manera que veían a Bakugou y no volví a recibir molestias de parte de ellas.

-No debiste, ba-baka.- me dijo apenas un hilo de voz del rubio, fue tan angelical. Tenía ambas manos en su rostro, con las orejas enrojecidas. Tomé una de sus manos y le di un beso. -Kaminari Denki, un gusto.- y así empezó.

Bakugou y yo nos habíamos vuelto inseparable, apenas y podíamos estar un rato el uno lejos del otro. Siempre estaba ahí con él.
En los recreos, subíamos a la sotea de la escuela y comíamos ahí, sin la interrupción de los mortales amargados, aquellos pendientes a ti esperando como moscas a comerte.
Bakugou y yo no éramos amigos, mucho menos novios, sólo éramos. Apenas estábamos descubriendo la plenitud de esa palabra tan grande llamada amor, pero, ¿realmente nos amábamos, o era un simplemente sentimiento de pertenencia a una relación de casi año y medio? No lo sabíamos. Pero sí sabíamos que los besos que presenciaba el cielo, la sotea y Japón, eran besos de amor. Eran besos de necesidad, de cariño. De apoyo.
Me había enamorado de su ternura, de su simple existencia. Y creo que él se había enamorado de mi locura, de mi estupidez, de mi presencia.

-No quiero nunca separarme de ti, eres el rocío que mi ferviente corazón desea, que me envuelve y me mantiene vivo, sonriendo. Tan hermoso.-

-Estás loco, eres un descabellado.- me respondió besando mi frente.

-Loco de amor, por ti. No me hagas repetir lo mucho que te amo, que me faltarían mil vidas para terminar de decírtelo.-
Habíamos decidido pertenecernos, aún no hablar sobre nuestra relación pero sí saber que éramos propios de cada quien.
No era tan viejo para saberlo ni tan joven para no contarlo, pero mi corazón estaba tan bien al estar cerca de él.

A lo largo del segundo año y próximo a la salida de la preparatoria, nada grave había ocurrido. Pero siempre dicen que nunca cantes victoria.

-Joder, Katsuki, contesta.- iba caminando hacia la escuela. Afortunadamente Katsuki vivía cerca mío así que iba por él su casa. Sus padres al saber lo que pasaba entre él y yo, confiaban plenamente en su futuro yerno.
Ya casi iba llegando, hasta que logré oír a lo lejos a una ambulancia y los reclamos de un policía que había agarrado a unos vándalos, mismos que tenían el uniforme de la escuela.
Me acerqué a saber y ponerme en contexto de la situación y, mierda, mi corazón.

-Lo siento joven, no tenemos muchos detalles. Sólo que un muchacho fue gravemente atacado por esas bestias de ahí.- dijo señalando a la patrulla. -Ya la ambulancia vino por él, sino fuera por una señora que denunció todo quien sabe si ese joven estaría entre nosotros. Y eso si se salva de la cirugía.-
Corrí, como un animal enfermo en enojo y rabia. Temí lo peor, y así fue.
Mi ocaso, mi tierno niño, estaba en esa camilla, con su cara destruida, apenas y sabía que era él. Había tanta sangre que me desmayé.

Una vez desperté, estaba con un suero en mi cuerpo. Mis padres estaban a mi lado. -¡¿Qué pasó, y Katsuki? Quiero verlo!- grité en lágrimas. Deseaba que esos asquerosos animales estuvieran muertos.
-Hijo, tranquilo. Él está en recuperación. Está bastante delicado pero se espera que se recupere pronto. En un rato más podrás ir a verlo. Está en la habitación al lado de la tuya.- y me quité el suero. Volví a correr hasta su habitación. Estaba tan bello, como la vez que entré en ese salón y vi su rostro. Se encontraba entretenido en la televisión.

-Pastelito.- lo llamé en el marco de la puerta. Me volteó a ver y logré identificar un rostro parcialmente sano, ya no estaba hinchado. Sólo había algunas suturas y moretones.
-No hables como tonto, tonto.- creó una ligera sonrisa, seguro contenía una risilla que el dolor impedía que saliera. -Ven, quiero ver tu cara de tonto, tonto.- y corrí a sus brazos, lloré como nunca, me sentía tan mal, mi mundo apenas y se mantenía en pie al declararme culpable de no cuidar a alguien tan especial e importante como Katsuki.

-Po-por favor perdóname amor, fue mi culpa. No debí llegar tarde a tu casa, debí haber estado ahí. No merecías eso, no mereces nada malo. Si ya no me amas lo acepto, acepto todo lo que venga de ti. Por favor, dame tu perdón.-

-Oye, cara de idiota. Nada de esto es tu culpa. Ni mía. Sólo de esos estúpidos envidiosos de mierda. No mereces mi perdón, porque no hay nada que perdonar.-

-Pe-pero-.
-Cállate y bésame.-

Y así fue. Nos besamos como nunca, joder, hasta la enfermera que llegó a verlo se salió de vernos tan metidos en lo nuestro. Habíamos sellado algo, ese beso había asegurado que lo que sentíamos era mutuo y tan denso como ningún material en este mundo.

Es tan raro el amor, pero juro que lo siento, en las venas, en la sangre, en mis oídos. Justo cuando mencionas mi nombre, sólo cuando me dices tonto, loco.

Y colorín colorado, este cum ni ha llegado.

¡Chau!
Se despide, kpololo24

Faltas ortográficas ser notificadas, gracias. <3

𝐒(𝐞𝐱)𝐨𝐧𝐠𝐬;-𝐁𝐚𝐤𝐮𝐛𝐨𝐭𝐭𝐨𝐦'-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora