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Su respiración era un poco acelerada.
Le costaba mantenerse cuerdo.

No miraba a la chica tan solo unos minutos y se sentía peor que antes, era como si su cuerpo quisiera calmar si o si, de alguna manera, aquellos pensamientos lujuriosos.
Todos sus sentidos estaban desordenados; su mirada ni si quiera podía controlarla, sus oídos se inundaban de gemidos que no estaba siendo hechos por nadie más que su imaginación, su nariz solo quería posarse sobre aquel cuello y olerla para guardar su olor por un momento, su boca se sentía demasiado seca, caliente y con unas inmensas ganas de besarla, sus manos querian tocar cosas que no debían solo para satisfacerse a él mismo.
Pero no hacia caso a sus instintos, no lo hacía por respeto y dignidad, si es que aún tenía.

Supuso que para que ella pudiera irse, tendría que salir él primero.
Pero ahora tenía un gran problema y salir de las aguas no ayudaría en nada.

De nuevo las gotas de agua resonaron por su cabeza, miro hacia adelante y parecía que ella no se quedaría ni un segundo más en ese lugar incómodo.
Estaba parada y ligeramente volteada hacia atrás, uno de sus brazos cubría su pecho y el otro se encontraba extendido, como queriendo tapar otra parte de su cuerpo.

Apretó uno de sus puños y tomo aire, la vergüenza que tenía se notaba desde lejos.

Aunque...
No estaban tan lejos. Si alguno de ellos daba unos pasos al frente simplemente podrían toparse, pero eso no estaba en los planes de la mariposa azul, talvez la idea si había cruzado por la mente de Iguro, pero no de ella.

El tiempo pasaba de una forma lenta y tortuosa, la chica quería irse, y el quería acercarse, todo se saldría de control si alguien o algo no interrumpía el momento tan incómodo creado por el mismo pilar.

- Basta.

Su voz salió como una bala; directa y dando justo a su cabeza.
Su mirada era un arte; mirándolo fijo, levemente inclinada hacia arriba, aquel rubor cubriendo completamente sus mejillas, aquel flequillo húmedo pegado a su cara y sus labios temblantes. Su cuerpo también temblaba; talvez por el aire chocando con su cuerpo húmedo y la mirada completamente seria del pilar sobre ella; como si de verdad la fuera a comer.

Era un duelo de miradas, quién se rindiera primero, perdía.
Ella abría la boca en repetidas ocasiones, pero su voz simplemente no salía; estaba siendo devorada solo con la mirada penetrante de Obanai.
Segundo tras segundo, parecía una eternidad.

- Esto es incómodo.

Mascullo desviando la mirada, se había rendido y eso fue un gran logro para Iguro.
De nuevo se sentó en la orilla, mirando hacia atrás, talvez teniendo algo en mente.

A diferencia de la antigua villa de herreros que las orillas de las aguas termales eran puras rocas; en esas aguas la orilla eran un tanto más lisas, con grietas, pero lisas.

Su cuerpo se inclino hacia atrás, levantando levemente una de sus piernas, pegando su espalda a el suelo y estirando uno de sus brazos.
Iguro comprendió a los segundos; la bata que de seguro llevaba antes de entrar al agua se encontraba a una distancia considerable separada de la orilla, talvez en un intento para que no se mojara.
Ella se había estirado para sujetarla pero ni así lograba tomarla.

Su cuerpo temblaba por el esfuerzo que hacía por seguir estirándose y tomar aquella bata, sus dedos apenas y lograban tocar la suave tela.
Obanai solo pensaba en demasiadas posibilidades, pero todo terminaba de la misma manera.

Termino por safar aquellas vendas por completo, dejándola a un lado y manteniendo una ligera y sutil sonrisa decidida.
Las comisuras de sus labios dolían un tanto pero si nadie lo iba a detener, quería intentar algo.

El sonido del agua siendo movida de manera un tanto brusca le dio a entender que el pilar probablemente se iría.
Suspiro aliviada, de verdad que ya no soportaba aquella vergüenza que sentía.
Confiada, bajo su pierna y deslizó un poco su cuerpo para volver a ingresar al agua un rato más.

Aún que a los segundos se arrepintió.

Su cuerpo se encontraba ligeramente inclinado hacia arriba en un intento por levantarse pero el suave toque en una de sus piernas y el pilar enfrente de ella la hicieron detener.

- "¿Necesitas ayuda para tomar la bata?"

Iba a preguntar de verdad, pero parece que tienes intenciones de regresar.

Sus labios se apretaron antes de que un pequeño gritito saliera de ellos por la sorpresa a causa de esa repentina acción.
Sus ojos se mantenían fijos y temblantes en los ojos bicolores; no los cerraría ya que si lo hiciera se mostraría aún más débil de lo que es y sería como permitirle al pilar hacer lo que quisiera, y mirar hacia abajo no sería para nada buena idea.

Ninguno decía nada y mucho menos se movían.
Ambas miradas conectadas, una decidida y la otra temblante.
Los ojos del pilar la miraban como si quisiera probarla. Probar cuánto duraría y se rendiría ante el, y también probarla en el otro sentido.

Para Obanai no eran tan diferente como lo era la situación para ella.
No había pensado bien en lo que estaba haciendo y realmente dudaba que hubiera vuelta atrás con aquella inquietud en su cuerpo.
Además de Mitsuri, nunca logro entablar o encajar con las demás mujeres, siempre se sentía incómodo. Talvez por su pasado en el que su familia estuvo conformada por puras mujeres, sin querer había desarrollado un miedo y odio hacia la mayoría de ellas.

Estaba pensando demasiado, en parte era bueno, quería darle tiempo a la contraria de escapar de así querer. Pero de verdad que no entendía el porque seguía sin moverse.

Extendió su mano en la pierna de la otra, en un movimiento rápido la tomo con la menor cantidad de fuerza que pudiera y la tiro un poco hacia el.
No supo si uso más fuerza de lo adecuado o si los reflejos de la chica eran un desorden por completo, fue fácil el hacer que perdiera el equilibrio, al igual que la poca fuerza en la única mano que tenía puesta en el suelo y la mantenía inclinada hacia arriba.

El sonido de su espalda húmeda chocar contra aquellas piedras lisas no se hizo esperar; sus ojos se abrieron con temor, talvez había usado demasiado fuerza sin querer.

Las manos de ella a los costados de su cabeza, sus piernas ligeramente abiertas ante él, esa mirada asustadiza y confundida, todos los vellos de su piel blanca erizados mientras que la tensión se acumulaba en ambos cuerpos.

Obanai estaba perdiendo lentamente la cabeza.

• 𝙄𝙣𝙨𝙩𝙞𝙣𝙩𝙤𝙨 •  [𝙆𝙣𝙮 / 𝙊𝙗𝙖𝙖𝙤𝙞]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora