Cap. 6: Secretos en Nuestro Nidito (Parte 1)

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"En lo profundo..."

Terminando el desayuno familiar, Mirabel Madrigal se fue tras su hermana mayor Luisa. Tras mucho tiempo negando que tenía un problema, finalmente Luisa confesó que estaba sufriendo de mucha presión. Este estrés provenía de sus responsabilidades con el pueblo y la familia; y ella sólo lidiaba con ese malestar ignorándolo. Luego de consolarla y recomendarle que descanse pronto, Mirabel obtuvo la confirmación de que algo estaba pasando con la Magia, pues Luisa también había presentido la pérdida de su poder, aunque fueran sólo unos segundos.

Con ella eran tres personas que habían sido afectadas al mismo tiempo que la Casita se había llenado de grietas. Y por mucho que Mirabel quería confiar en las palabras de Camilo y creer que todo estaría bien, ella misma llegó a la conclusión de que nadie estaría seguro hasta que ella encontrase respuestas a lo que podría estar pasando. Y sólo había un lugar del que Luisa y Mirabel sospechaban: la habitación de su perdido Tío Bruno Madrigal.

Mirabel se dió cuenta que no sabía mucho de su tío Bruno. Lo recordaba algo huraño, nervioso pero siempre muy tierno con ella. Poco después de que ella no recibiera su Don, el hombre desapareció sin dejar rastro. La puerta mágica de su habitación se apagó y nunca nadie pudo hallarlo. Rápidamente muchos asumieron que su Don de ver el futuro finalmente lo había hecho perder la cordura. Pero los adultos de la familia Madrigal aseguraban que Bruno tuvo una última visión respecto al futuro de la familia. Lo que sea que vió, fue lo suficientemente impactante para dejar el pueblo para siempre. Si eso que los padres y tíos de Luisa rumoraban resultase por ser cierto, entonces la torre de Bruno sería el único lugar donde podría averiguarse qué hacer para salvar el Milagro.

Decidida a encontrar respuestas, Mirabel rápidamente caminó derecho a la Casita, pasando por el pueblo y cruzándose con varios niños, a quienes saludó tan contenta como siempre, tratando de que no se note su preocupación por el Milagro. Sin embargo, poco antes de llegar a la puerta, ella vió moverse unos matorrales muy grandes que estaban en las afueras del pueblo. Ella se quedó viendo confundida ese arbusto, que sólo parecía moverse cuando ella estaba viendo.

- ¿Qué...? - Murmuró.

- Psst! ¡Por aquí! - Se oyó a un aguda voz que llamó su atención. Mirabel caminó muy despacio hasta ese arbusto y entonces salió un pequeño bracito. Mirabel se sobresaltó al ver a un niño de al menos cuatro años que la saludaba con la mano en alto. Se parecía vagamente a Toñito, pero tenía la piel y el cabello más claros, además de usar una guayabera amarilla, pantalones naranjas y gafas redonda de montura verde idénticas a las de ella.

- ¡Hola! - Exclamó el pequeño.

- Ho-hola... - Respondió Mirabel, confundida sobre dónde vio antes a ese muchacho. - ¿N-nos conocemos?

- ¡Claro que sí! ¡Nos vemos todos los días! Ven, ven...

Mirabel se quedó mirando al muchachito muy atentamente mientras éste corría detrás de unos arbustos, guiándola por un trecho con arbustos tan tupidos que ella misma debía caminar encorvada. No es que recordase perfectamente a cada niño y niña del pueblo, pero se le hacía muy curioso que ese particular pequeño se le hiciera muy familiar y al mismo tiempo no pudiera saber quién era.

- ¡Ven, ven! Quiero que veas algo. - Insistía el pequeño.

- ¡Oye, espera! - Pedía Mirabel, tratando de no perderlo de vista. - ¿Por qué no me dices cuál es tu nombre?

- Bueno, aún no lo decido. ¿Cuál nombre te gustaría? - Rió el pequeño.

- ¿Q-qué...? Oye, parcerito, no puedes sólo escoger tu nombre. Debes usar el que tus papis te dieron o harás confundir a todos. Anda, dime cómo te llama tu mami.

[+18] EL ENCANTO DEL AMOR - CAMIMIRA [ENCANTO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora