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Mis pies colgaban al vacío por el borde de las tejas

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Mis pies colgaban al vacío por el borde de las tejas. Desde mi supuesto 'escondite' en la azotea, disfrutaba de una perfecta y amplia vista hacia el grupo de adolescentes reunidos en el patio, así como también podía ver la cantidad de costosos autos entrando en la propiedad esa noche de verano que extrañamente se sentía menos helada de lo normal.

Trece de junio.

Por suerte, otro felíz cumpleaños para Adrién Bogdánov y otra sofocante reunión familiar a la que debía asistir por obligación, siendo las ganas de ver a mis hermanos menores el único motivo verdadero que tenía para quedarme un par de días en el país.

— Zinov es un insoportable —. Escuché las quejas de Elizabeth a mis espaldas, sintiendo después el toque en mi hombro cuando la vi sentarse a mi lado de reojo —. Te juro que voy a golpearlo con lo primero que encuentre cuando lo vea.

Me centré en los adolescentes en el patio, encontrándome con el que cabello rubio de Zinov y la multitud que lo rodeaba.

— Es Adrién —. Le recordé con sarcasmo, dando una calada al aparato que sostenía entre mis dedos, lanzando el humo con sabor chocolate al lado contrario de la pelicastaña —. Las tejas de más arriba están un poco sueltas, si lanzas una a esta altura y le sumes la mollera a lo mejor comienza a maquinar como debería.

— No puedes ser tan cruel con tu hermano, Lawrence —. Blanquee los ojos al escucharla, había comenzado a llamarme así de repente y me irritaba secretamente escucharla llamarme por mi segundo nombre, cuando eta papá el único que lo hacía cuando me regañaba.

— ¿Y por qué te ríes si soy tan cruel? —. Ataque con una sonrisa que dejó a la vista el par de colmillos bien formados, los que Ágatha y Amadeo decían, me hacían ver cómo a un vampiro. Sintiendo luego el empujón en mi costado antes de poder tomar otra calada.

— Porque eres estúpido y los retrasados me hace reír —. Murmuró con su sarcasmo difícil de detectar para aquellos que no la conocían bien, subiendo sus piernas al borde de las tejas, abrazando sus rodillas.

— Te vas a ir al infierno por tu humor de mierda —. Repose mi mejilla sobre su cabeza, subiendo la vista a la cantidad de estrellas que cubrían el cielo esa noche.

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