Capítulo 6

5 0 0
                                    

Zoe

Estaba preparando un café para empezar a realizar mis tareas de la universidad, la época de lluvias no ha sido tan fuerte como otros años. Sin embargo esta noche lleva el perfume de tierra mojada, una forma romántica de expresar la tristeza adornada de una singular tranquilidad que alivia el corazón.

—Espero que lo estén pasando bien ustedes allí arriba.

A pesar de todo esta noche no siento la necesidad de llorar por soledad, siento que ellos me ven desde algún lado mientras bailan bajo esta escalera de gotas refrescantes.

El café tiene el aroma perfecto para escribir un libro o tener una conversación.

La música se detiene debido a una solicitud de videollamada que podría llamarla extraña en todo el significado de esta.

—¿Collin?

Sus ojos se abren de la sorpresa, es claro que esta no era su intención sin embargo no puedo dejar de pensar en que su torpeza o ingenuidad me parece divertida.

—Perdón, no fue mi intención molestarte.

Su cara de vergüenza hace que estalle en un ataque de risa tan fuerte que los vecinos podrían decir que tengo una foca o un elefante. A pesar de su excelente manejo del idioma su acento se hace distinto cuando este no sabe donde meter su cara.

A pesar de haber sido alguien tan frívola como para acusarlo, él hace todo lo posible por comentar todo acerca de apolo, sus ojos se muestran casi sin brillo cuando su nombre sale de su boca aunque eso no impide comunicar lo que siente.

Más que celos siento respeto ante su forma de expresar lo que piensa; la perdida, la culpa e incluso el cariño de hermanos.

—Podría preguntar ¿quién es Sara?

Sus palabras me cortan como navaja, me tocan las heridas sangrientas que están frescas como la noche en que ella dejó de respirar.

No había caído en cuenta que Collin tiene el mismo color de ojos que Sara, son tan azules que dirías que puedes perderte en el mar e incluso oírlo en pequeños susurros.

Estaba a punto de contarle todo, sentí que Sara quería saber la versión completa de mi historia a través de esos zafiros tan profundos.

Sin embargo y como si no pudiera perdonármelo, revivo su muerte una y otra vez.

Busco algún punto inexistente en la habitación para evitar romperme en ese momento mientras desisto de responder sus preguntas. Al menos por ahora.

—Gracias por la pizza, debo irme. Buenas noches.

Cierro la llamada con el corazón a mil y la vergüenza marcada por todo mi enrojecido cuerpo.

Agarro toda la valentía que encuentro y decido escribirle todo lo que mi alma me lo permite, contándole sobre como se le declaró mi hermano mayor y de como parecían almas gemelas destinadas a brillar por siempre. Cada letra que escribía me hacía sentir desgraciada e inútil, no podía permitirme callarlo, no al menos a Collin. Se lo debía.

La ansiedad empezó a consumirme cuando estaba escribiendo acerca de sus problemas asmáticos, ella presentó síntomas previos de covid y esa noche íbamos de camino a la farmacia por un nuevo inhalador, los ataques eran demasiado seguidos.

Las calles estaban llenas de gente cuando ella se desplomó sobre el suelo, a pesar de mis gritos de ayuda no logramos llegar a la clínica. Sara se había escapado para celebrar mi cumpleaños porque sabía que sin mi hermano yo solo me quedaría en la oscuridad de mi cuarto.

Una fugaz sonrisa aparece por mi rostro mientras grito de dolor por todo el caos que he pasado tan solo para escribir un texto, odiaba sentirme como si mis huesos se quebraran y saber que estaría perfectamente bien al día siguiente.

Mi cuerpo se queda tirado sobre el suelo mientras imagino ver las estrellas titilando, mis ojos se cierran y soy abrazada por Morfeo en nubes de un plácido sueño.

Collin

No volví a mencionar a Sara luego de eso, ese día al fin conocí una parte muy intima de ella. No creí que lograría abrirse y contármelo, pues la rapidez en que desapareció me hizo sentir miserable.

—Es la tercera hoja que sale de esta planta.

Las semanas siguientes ella empieza a escribir más seguido, casi tanto que da miedo y aunque la mayoría de las veces ella es tan fría como la nieve, ella lo está intentando.

—¿Lograste adivinar?

A pesar de nuestra conversación de aquella vez, no he logrado que ella deje de planear su muerte. Sin embargo el hecho de que me reporte sobre esa pequeña flor me da esperanza de que algún día ella se rendirá y entenderá la belleza de la vida.

—he leído el libro hasta la mitad; es difícil, las hojas son tan parecidas entre ellas.

Puedo imaginarme donde está en este momento, debe estar acostada de cabeza en algún lugar de su casa mientras infla sus mejillas en señal de enojo.

—No entiendo cómo es que te gustan estas cosas, son hermosas, pero no lo suficiente como para cuidarlas.

A veces creo que ella busca las respuestas en Google, puede tener un carácter muy extraño; su orgullo puede llegar a ser tan molesto porque es de las personas que preferiría morir antes de aceptar que está equivocada o si necesita ayuda.

—debo dejarte, mi mama me llama y si no le contesto se volverá loca.

Termino mi almuerzo atragantándome y luego regreso a mi recreo de pasta dura y letras, la biblioteca se ha vuelto un caos, parece que hay un grupo de estudiantes nuevos buscando los libros de estudiantes anteriores e incluso sus materiales para este semestre.

—sí que te ha dado fuerte

Mary no puede evitar su honestidad, es el rasgo más marcado de su personalidad; es el tipo de mujer que no pierde el tiempo y va directo al punto.

Me pega con un libro en la cabeza y luego me hace señas para que siga trabajando, aunque si no fuera por todos nuestros años de amistad la denunciaría por violencia.

No puedo evitar sonreír ante esa idea tonta, los estudiantes me miran con cara extraña, pero no puedo olvidarlo.

El olor de los libros viejos y nuevos me ponen de buen humor, la gente siente el cambio de temporada y ahora todos se emocionan al ver las hojas de un tono verdoso.


Llorando le conté a la luna y riendo le canté al solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora