Capítulo 2: Eternidad

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"¿Cómo puedo saber qué día es hoy si el tiempo se detuvo?" No pude evitar pensar en esa pregunta después de darme cuenta de que todo a mi alrededor seguía estático. Incluso me sorprendía cada vez que veía un insecto detenido como en una fotografía o un ave inmóvil con las alas extendidas. Me tomé un momento para analizar la situación y me di cuenta de que mi dolor físico había desaparecido por completo. Ya no me sentía agotado en absoluto. De hecho, podía decir que nunca había sentido tanta energía rebosando en mi cuerpo. Solo quería salir y caminar para observar la calma global que se sentía en el aire. El tiempo estaba detenido y aún no entendía por qué.

Lo primero que hice mientras me dirigía a la salida del hospital fue pasar poco a poco frente a los ojos de las personas que estaban allí, totalmente congeladas. Parecían una pintura de esas que te siguen con la mirada. Fue algo tétrico de observar. Me sentía incómodo con la bata que no me cubría la vergüenza que sentía por mi cuerpo, parecía un esqueleto forrado de piel. Mientras llegaba a la entrada, no pude evitar tomar prestadas algunas prendas de la gente en la sala de espera. No iba a salir al mundo con esos harapos. Encontrarme con la imagen de los vehículos detenidos a media marcha y las expresiones congeladas de los últimos pensamientos de las personas era desolador, pero también curioso. Juro haberme preguntado en innumerables ocasiones "¿Qué puedes hacer cuando el tiempo se detiene?". Era curioso porque ahora podía confirmar de primera mano la respuesta a esa incógnita.

Al salir a la calle y comprobar que todo esto no era solo producto de mi paranoia, lo único en lo que podía pensar era en el hambre atroz que sentía. Casi se me olvidaba que había pasado más de 10 años comiendo puré. Aprovechando la situación, decidí tomar de las manos de una persona en la calle la hamburguesa que hasta ese momento iba a empezar a disfrutar, pero que lamentablemente para ella nunca alcanzaría a probar. Parecía que el mundo se había condenado a la eternidad vacía.

Decidí caminar hasta la biblioteca, ya que mis intentos por hacer que algún automóvil avanzara habían sido en vano. Aunque esto me confirmaba que no pasaría nada si intentaba mover algunas cosas de su lugar, no corría el riesgo de causar algún daño irreparable. Al llegar allí, pude entrar sin problema alguno, por supuesto. Allí estaba el banco de información escrita que me ayudaría a ponerme al día con las noticias correspondientes al tiempo en el que estuve ausente de mí mismo. Decidí empezar con un libro titulado "Grandes Hitos de la última década". Creo que eso era exactamente lo que necesitaba. Me senté y comencé a leer.

Leí todo el libro que pude, recorrí cada rincón de la ciudad que me parecía diferente a lo que recordaba. Incluso me di el lujo de ir hasta mi antigua oficina, la cual estaba ocupada por alguien que tenía la misma expresión de "Tengo un trabajo miserable" escrita en su rostro. No me sorprendió. Comí todo lo que quise. Solo tenía que entrar a cualquier restaurante y comer cualquier cosa que hubiesen servido. También podía comer lo que había en los supermercados. Eso ayudó a que recuperara lentamente algo de volumen muscular. Me volvería loco si no descubría cómo revertir lo que estaba sucediendo. Sentía que llevaba años en esta situación. Mi cabello era mucho más largo que cuando desperté e incluso tenía algo de barba, aprovechando que nadie me vería así.

Recuerdo que caminé hasta el punto más alto de la ciudad, me senté allí y pude ver lo pequeñas que parecían las personas desde lejos. Me di cuenta de lo frágil y delicada que puede ser una vida, y lo preciado que es que el tiempo fluya naturalmente. Decidí cerrar los ojos para meditar y escuchar la voz en mi interior que a veces lograba tranquilizarme. Después de un momento de sintonía con el universo, sentí cómo nuevamente la corriente de aire tocaba mi rostro. A lo lejos, volví a escuchar el canto de un ave, lo que hizo que abriera los ojos y contemplara cómo lentamente todo lo que habitaba la tierra volvía a su ritmo usual.

Durante todo el tiempo que vagué por la ciudad, no tuve la suficiente valentía como para ir a mi antiguo hogar, sabiendo que allí solo me encontraría con una avalancha de recuerdos de mi amada Isabella. Sin embargo, el tiempo empezaba a fluir nuevamente y las cosas ya no serían tan fáciles de conseguir. Al llegar allí, vi que todo seguía igual. Era casi como un sueño darme cuenta de que estaba en excelentes condiciones. Casi como si alguien se hubiera dedicado a cuidarla, como si... alguien más estuviera viviendo allí. Era obvio que los habitantes habían muerto en un trágico accidente inexplicable, según lo que leí en un periódico local de hace unos años. Estar frente a la casa me llenó de nostalgia y no pude evitar recordar los maravillosos momentos que pasamos allí. Después de 20 minutos, decidí sentarme en la acera y pensar en qué hacer. No quería dormir en la calle como un simple vagabundo. Ya había muchos por ahí y la comida era escasa en situaciones normales. Mientras pensaba en todo esto, me di cuenta de que no había entablado una conversación con alguien desde que desperté, y mucho menos después del extraño incidente del tiempo. ¿Acaso seguiría en coma? No vi a nadie cerca, así que decidí seguir mi camino en busca de un lugar para morir y, si podía, contarle a alguien mis historias sin que salieran corriendo asustados.

Recuerdo que caminé por un callejón que, por alguna extraña razón, me hizo sentir intranquilo desde el primer momento que lo vi. Era como si algo malo estuviera a punto de suceder allí. Sin embargo, no sentía ningún signo de temor en mi ser. Podría jurar que, al contrario, mi mente estaba ansiosa por presenciar el resultado que me esperaba allí. Al llegar al oscuro lugar, fijé mi mirada en dos personas que estaban discutiendo acaloradamente. Incluso pude observar cómo intercambiaban algunos golpes, lo cual fue solo un breve espectáculo para lo que mi corazón esperaba. Cuando quise abandonar el lugar, tuve una sensación que me hizo saber que algo muy malo estaba a punto de suceder. Tenía que alejarme un poco o saldría lastimado. Al momento de girar, pude ver claramente cómo una de las dos personas sacaba un arma de fuego e iniciaba sus amenazas contra su contrincante. Estaba a punto de asesinarlo y yo no podía hacer nada para evitarlo. Solo me quedaba observar el hecho sin intervenir. Cerré los ojos con fuerza y, al escuchar el estallido del disparo, no pude evitar gritar "¡basta!". Hubo unos segundos de silencio y abrí los ojos para darme cuenta de que todo estaba de nuevo detenido en el tiempo.

Me acerqué con muchas dudas a las personas que estaban protagonizando aquella peligrosa escena y noté que seguían perpetuas en su última posición, incluyendo la bala que estaba a mitad de trayecto. Tomé con mis dedos la bala, que en ese momento no era más que un pedazo de metal inerte en el aire, y la di la vuelta, esperando que si algún día el tiempo volvía a correr, ese hombre recibiera el impacto de su propio odio. Recordé aquel sentimiento que me inundó la última vez que todo volvió a la normalidad y, esta vez, mirando fijamente mi entorno, pude observar cómo el tiempo comenzaba a transcurrir al mismo ritmo que mi mente quería que lo hiciera. Tenía el control del tiempo en mis manos y hasta ahora lo estaba terminando de comprender. Tenía la eternidad a mi alcance.

La historia de mis mil vidas: "El viaje"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora