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Un castaño regularmente conocido y famoso en su escuela, estaba llendo hacia la biblioteca casi abandonada, ya había acabado la secundaria, y quería ir a ese lugar para estar tranquilo, porque se supone que no hay nadie ahí, solamente él y sus libros. Más no era verdad lo que pensaba al escuchar una melodía ligeramente hermosa acompañada con una voz casi susurrando, capaz intentaba ser lo más silencioso posible, pero no podía soportarlo, el ritmo retomando en sus oídos, con inspiración creaba versos de la nada, con intriga se sumergió por los pasillos iluminados por el atardecer, y al girar al último librero, observó cómo un chico quien fastidiaba casi seguido estaba sentado en el suelo, reposando su cuerpo en una estantería, tenía los ojos hinchados, voz semi rota y forzada, estaba al borde del llanto cual sería la causa de sus mejillas mojadas, más no se veía porque tenía su rostro oculto por sus brazos.

Raramente se sintió afectado por sus lágrimas, ya que casi siempre lo veía llorar, más no le importaba, pero era un poco raro que esté llorando sabiendo que su "infierno" en la escuela había acabado. Se extrañaba que le diera pena, hasta que ese mismo chico levantó su cara, se vió sus ojos brillantes color violeta, se encontraba sollozando, mientras murmuraba una canción, casi al instante le llamó la atención sus ojos, nunca antes se había dado cuenta de cuáles ojos únicos y casi imposible encontrar. Ahora mismo se sentía culpable al ver como se daba cuenta del daño que le había hecho y por alguna razón, también se culpaba por las aguas saladas que caían de sus mejillas, su mirada perdida y perturbada, simplemente lo mataba de lástima, sentía una pulsada en su corazón cada vez que lo veía llorar, y por lástima de muchos, recién se dió cuenta.

────¿Necesitas ayuda? ── Preguntó simulando desinterés, más no parecía porque no paraba de verlo.

Este inesperadamente volteó a todas partes, hasta conectar miradas con el chico de pelos ondulados, a su tormento de sus clases, causa de sus golpizas o moretones, causa de su lágrimas y suspiros, él estaba parado, mirándolo con su típica mirada pícara y asesina.

────¡Porfavor déjame en paz! ── Exclamó para después con sus manos limpiar sus lágrimas forzosamente, estaba temblando, no podía respirar bien por completo, la adrenalina e impotencia lo mataba por dentro.

────Tranquilo, no te haré nada esta vez. ── Habló para después arrodillarse, quería estar con él frente a frente, tenía que disculparse.

Su contrario no dijo nada y se le quedó viendo un rato para luego desviar la mirada hacia el suelo, estaba apenado, no le gustaba dejar que lo observarán llorar, mucho menos con él. Mientras el de ojos color miel estaba limpiando las lágrimas, para después mirarlo fijamente, realmente le gustaba mucho sus ojos.

────Perdón. ── Mencionó casi murmurando, pero consiguió escucharlo el azabache, este se sorprendió al escuchar esa única palabra que menos esperaba por parte de su bully, este también lo empezó a observar. ── Yo no sé cómo controlarme y. . . yo lo único que sé hacer es desquitarme contigo.

────Esta bien, no te preocupes. ── Prosiguió el de pelo lacio, para después sonreírle entre labios, era la primera vez que se perdonaba, y eso lo calmaba un poco.

. ⸙. ͎۪۫  ᴏɴᴇ - ꜱʜᴏᴛꜱ. // 𝘋𝘶𝘹𝘪𝘯𝘰*ೃ; ༉‧₊..˚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora