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El galopar del caballo se detuvo de golpe en la entrada del palacio. Los sirvientes que se encontraban cerca de este, se alertaron ante la escandalosa escena de su llegada.

Sin muchas palabras Bokuto hizo seña a uno de ellos para que le asistiera en bajar a él y al ahora misterioso muchacho del caballo.

Su padre salió a punto de rependerlo, sin embargo Kōtarō lo ignoró casi exigiéndole a las personas a su alrededor que llamasen un doctor a su habitación.

De nuevo el hombre preguntaría sobre el chico que su hijo llevaba en brazos
"¡No hay tiempo, solo llama un doctor a mi habitación!"
lo escuchó gritar casi desesperado lo cual aceptó, dando la orden a sus lacayos.

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Akaashi no moría como tal vez todos creían. Él fue condenado a caer en un sueño profundo cuando sus peores pensamiento lo carcomieran por completo.

Aquel accidente en el que su familia perdió la vida en realidad fue un atentado, del cual nadie sabía la verdad, o el motivo. Por supuesto si la magia cae en manos equivocadas sería un verdadero desastre. Y justo eso fue lo que pasó, el ataque se descontroló, arrasando con todo el pueblo en su lugar. Akaashi solo fue ─ por decirse ─ víctima de una bala perdida.



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El médico real examinaba a Keiji mientras sus familiares y el joven príncipe silenciosamente perdían la calma a cada segundo.

Las horas pasaron eternas hasta que de las grandes puertas salió dicho hombre. Con pesar y una mueca declaró que no había mucho que hacer.

─ Todo depende de él. Y no parece querer aferrarse a su vida ─. Afirmó

Kei lloraba aún más desconsoladamente, Tetsurō intentaba hacerse el fuerte al consolarlo, sin embargo, pequeñas gotas recorrían sus mejillas también.

Kōtarō miró la escena estristecido. Pudo haber hecho más, aún cuando mencionaron que no dependía de él, ya no sabía que pensar.

Notó la mirada del pelinegro sobre él, haciéndole una seña hacia su gran habitación. No sabían por el momento que pasaría con Akaashi pero después de todo el joven príncipe hizo el intento de ayudar aún siendo un desconocido para ellos.
No dudaba que se sintiera destrozado.

Bokuto entendió, adentrándose al lugar y cerrando la puerta a su espalda.

Lo vió ahí, tan sereno como la primera vez, con esas largas pestañas que desde un principio lo cautivaron y esos labios que desde la distancia lograría ver lo suaves que seguramente lo eran.

Pasó saliva ante este pensamiento. Se sintió un completo tonto al darse cuenta con que ojos miraba al muchacho. Tanto tiempo pensando en él, en su próxima salida, en su primer encuentro ¿por qué no lo notó antes?

Claro, es Bokuto Kōtarō, el ser más incapaz de saber que es lo que quiere exactamente. Un día piensa en pan francés y a los minutos prefiere un buen corte de carne.

Ahora se sentía aún más estúpido, intentando pensar en sus gustos culinarios solo para no derramar lágrimas ante el joven recostado frente a él.
El tiempo que pudieron conocerse no fue el suficiente, y ahora se lo estaban arrebatando. Vulnerable, como un caballero sin su espada.

Se rindió siendo difícil seguir lidiando con el nudo en su garganta. De rodillas ante Keiji lloraba, justo como un niño pequeño, tomando fuertemente la fría mano del pelicrespo mientras en murmuros suplicaba que no lo dejara.

𝐒𝐥𝐞𝐞𝐩𝐢𝐧𝐠 𝐁𝐞𝐚𝐮𝐭𝐲 ❨ BokuAka ❩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora