Capítulo 3: La elegía del puente de Amakusa

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Él no quería envejecer, pero su edad aumentaba por sí sola.

Sonaba detestable, pero así era la realidad.

Ahora mismo, estar en los treinta todavía se consideraba joven, era una de las perspectivas principales, pero en realidad, una vez que su edad superó los veinticinco años, era llamado tío por los menores y el estado de su cuerpo empezaba a empeorar.

Para ser más específico, la sensación de incomodidad en su cuerpo no desapareció durante un tiempo.

Por ejemplo, le dolían los hombros y el cuello, había un zumbido constante en su mente y tenía la sensación de que sus tripas se revolvían una y otra vez. Aunque se trataba de síntomas menores, se fueron acumulando hasta el día de hoy.

Normalmente, nunca notaba nada cuando estaba ocupado, pero cuando entraba en un estado de relajación, podía sentir estos síntomas producto del agotamiento.

Ijichi Kiyotaka también se encontró con una situación similar.

—Sigh.

Durante el evento de intercambio, se encargó de llevar a cabo reuniones con la sucursal de Kioto, así como de gestionar el papeleo administrativo relacionado.

También tuvo que encontrar la manera de lidiar con las consecuencias de los espíritus malditos y los usuarios malditos que irrumpieron en el colegio, contabilizando la cantidad de daños que causaron.

Cuando se producía una baja de personal debido a muertes o lesiones de miembros del personal, tenía que dar prioridad a la búsqueda de sustitutos adecuados, así como encargarse de los familiares de los fallecidos. Cuando se necesitaba urgentemente equipos de béisbol, también le tocaba prepararlos...

Y así sucesivamente...

En esta agitada vida suya, el siguiente trabajo que surgió fue llevar a los de primer año a Saitama para llevar a cabo una misión para hacer frente a los daños causados por los espíritus malditos, pero la misión esta vez se pasó a otro auxiliar con el nombre de Nikita temporalmente. Y los materiales de investigación que fueron reunidos por Ijichi también fueron pasados a la mencionada.

Incluso desde que comenzó el evento de intercambio, las agendas de los auxiliares estaban repletas, pero cuando hubo un cambio inesperado en su trabajo, Ijichi tampoco pudo asumir otro trabajo en el último momento.

Al final, apareció un vacío que no había existido en mucho tiempo.

—Ah...

Este lugar era la oficina dentro de la Escuela de Hechicería.

Ijichi se sentó en su escritorio e hizo un gesto de alivio.

Cuando lo pensó detenidamente, había estado enterrado en el trabajo últimamente.

Por eso, cuando de repente tenía tiempo libre, no tenía ni idea de cómo adaptarse a él.

Si no había tareas urgentes, Ijichi podía simplemente tomarse un día libre e irse a casa, pero no se le daba bien tener que tomarse días libres entre semana o en días que no fueran festivos nacionales.

Además, entre los hechiceros, había bastantes que no podían seguir el ritmo de la era digital.

Por ejemplo, los asuntos que requieren el uso de ordenadores o Internet para las aplicaciones.

Una vez que Ijichi pensó en los problemas que surgían en esta clase de asuntos durante su día libre y en tener que hacer las llamadas personalmente para ayudar a estos hechiceros con sus dificultades, le invadió la ansiedad. Al fin y al cabo, comprendía muy bien que este tipo de personas que dicen "no sé usar los ordenadores" tienen problemas hasta para encenderlos.

Camino de rosas y espinas al amanecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora