Capítulo 2: Alternativas

140 6 0
                                    

Se lo contó a Leo y Arantxa por la noche, cenando.

-Esta mañana casi atropello a un hombre- Suspiró-. Bueno, de hecho le he atropellado, aunque no ha sido nada. Iba muy despacio y el a salido entre dos coches asi que...

Sus hijos la miraron boquiabiertos.

-¿Y que has hecho? -Preguntó Leo.

-Nada.

-¿Cómo que nada?

-Estaba bien, no tenía ni un rasguño. Se ha portado de forma muy correcta, admitiendo que era tanto culpa suya como mía.

-Si ha salido de entre dos coches aparcados y invadido la calle la culpa es suya, no tuya -Mencionó Arantxa.

-Eso siempre depende. Si me buscara las cosquillas, con decir que iba más rápido de lo normal ya estaría liada. Los jueces siempre se ponen de parte de los peatones.

-Desde luego... -Leo le lanzó una mirada de resignación, como si su madre fuese la peor conductora del mundo.

-¿Cómo habéis quedado?- Preguntó Arantxa.

-Tan amigos.

-¿Le conocías o le habías visto por el pueblo?

-No. Sellama Lalo. Bueno, Eulalio.

-¿Cómo lo sabes?

-Le he dado mi nombre y mi teléfono, por si se encuentra mal.

-¡Mamá! -Protestó su hija.

-¿Qué querías que hiciera?

-¿Y si ahora se descuelga diciendo que tiene una herída interior, y que ha ido al hospital, y que le han dicho que se yo?

-¿Porqué eres siempre tan mal pensada? -Frunció el ceño Ana.

-Porque a veces parece que estés en la higuera, por eso -Siguió preocupada su hija.

-Mira, Arantxa, hay que decir siempre lo correcto, ¿De acuerdo?

-Lo correcto es darse la mano en ese momento y si no pasa nad, adios muy buenas, si te he visto no me acuerdo.

-¿Tú piensas igual? -Miró a su hijo.

-Ya que te has librado del primer pollo...

-Menuda educación debo de estaros dando -Movió la cabeza horizontalmente- ¿Habéis oído hablar de cosas como la conciencia, el respeto, la solidaridad, la responsabilidad? Ya sabéis, esas cosillas así como aparentemente tontas y inútiles.

-Cómo te quiten el carné de conducir vas a ver -Dijo Arantxa.

-Eso mismo me ha dicho él cuando no ha querido ir al dispensario de la Cruz Roja. Me ha dicho que si tomaban nota y había involucrado un coche, tendrían que dar parte.

-O sea que se ha levantado, ha sido maravilloso y encantador y se ha ido.

-Pues sí.

Su hija la miró aún más extrañada.

-¿Era joven? -Quiso saber.

-Treinta y pico.

-Oh.

-¿Oh, qué?

-No, nada. ¿Y guapo?

-Normal.

Se encontró con aquellos ojos grandes, inmensos luminosos. Los ojos de la vida reventando en plena recta final de la adolescencia. Arantxa era muy guapa, y extremadamente sensible. A veces demasiado. Su intuición la superaba.

No le gustó aquel silencio.

-Suéltalo.

-¿El qué?

-Arantxa... -Perdió la paciencia.

-Pensaba que si hubieras sido un hombre, o una señora de cincuenta años con las tetas caídas, no habría sido tan amable. Así que eso prueba el machismo de todos los tíos una vez más.

-Eres de lo que no hay -Soltó un bufido sarcástico su madre-. No me extraña que todos los chicos del pueblo huyan de ti.

-Esa panda de pringados... -Arantxa puso cara de asco-. La que huye de ellos soy yo, mamá.

Leo sonreía divertido.

-¿Y a ti que te pasa? -Le espetó su hermana mayor. El chico levantó ambas manos, como si le acabase de poner una pistola en el pecho.

-Yo, Suizo -Manifestó con socarronera burla.

-Olvidáos del tema -Ana se levantó para empezar a recoger la mesa-. ¿Habéis ido a buscar alguna peli al videoclub?

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 17, 2013 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La sonrisa del diabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora