Cap 2

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Sus reclamo de niña inmadura no me disuadieron presentarme en el café el sábado siguiente. No cambiaría mis costumbres por ella. Y al parecer ella razonó de esa manera ya que como todos los sábados, vino hacer sus tareas en la misma mesa. Podría haberse sentado en una mesa alejada de la mía pero parecía que a la niña hetero le gustaba que la mirara.

A lo mejor pensaba que no me atrevería a seguir mirándola. De todos modos pensó mal porque incluso dejé que mis ojos pasaran más tiempo que de costumbre admirando sus rastros y sus formas. Sabía que la estaba mirando pero en ningún momento se atrevió a mirarme. Segura fingiendo estar concentrada en sus apuntes pero aveces se ruborizaba y yo sonreía, sabiendo porque lo hacía.

Pasamos las siguientes semanas así, ella tratando de ignorarme por completo aunque con el tiempo le era cada vez más difícil no mirarme también, y yo disfrutando de su aspecto molesto y nervioso en mi presencia. Todo seguía igual hasta que un día volvió a acercarse a mi mesa, antes de que me trajeran mi desayuno.

__ Te equivocas si crees que puedes intimidarme. __ Levanté la mirada y cuando mis ojos se encontraron con los suyos, puedo asegurar que sí la intimidaba. Sonreí.

__ No es mi intención.

__ Si no dejas de mirarme de esa manera, le diré a mi padre que no te deje entrar porque te gustan las menores.

Me reí.

__ Si eso es lo que te preocupa, tienes que saber que no soy tan vieja. Solo tengo veinte años. Y tú supongo que tienes.... Dieciséis? Eres bastante grandecita para defenderte sola de las adultas pervertidas, si es así que me ves. __ expliqué con un tono burlón.

__ Diecisiete.

__ Bien. __ me encogí de hombros y la seguí mirando, esperando a que dijera algo más.

Sin embargo, no dijo nada más. Solo se quedó parada ahí, mirándome unos segundos, antes de volver a su mesa. Pasó una mano en su pelo, desesperada y siguió estudiando. Me miró otra vez pero desvío la mirada cuando le guiñe un ojo y se dio cuenta de que seguía mirándola.

La semana siguiente, no estaba sola. Llegó con un chico que parecía de su edad y yo me reí en silencio. Estaba tratando de darme una prueba de su heterosexualidad. Me pareció patético pero admito que fue bastante divertido ya que no por eso dejé de mirarla y ella me dedicaba miradas asesinas.
No volvió a invitar a nadie desde entonces.
Todo volvió a la normalidad, yo mirándola, y ella tratando de ignorarme. La verdad no entendía porqué la molestaba, debería sentirse halagada.

   Pero todo cambio el mes siguiente. Entré a la cafetería y me senté como siempre pero llego el padre de Brisa a darme una mala noticia.

__ Hola, señorita... Siento decirle que va a tener que hacer otro pedido hoy, ya no hacemos cruasanes. 

__Qué? pero por qué? Si, es un clásico y ustedes los hacen mejor que nadie.

__ Decidimos cambiar nuestras especialidades. Quiere probar algo nuevo?

__ No. Solo un cappuccino por favor.

Si, eso para mi era una mala noticia. No podía imaginar mis sábados sin esos cruasanes. Tenia una obsesión con esta receta y tampoco quería ir a buscar otros en otro café. A lo mejor era una señal para que cambiara mis costumbres.

Cuando llegó Brisa apenas la miré y simplemente me dedique a estudiar y tomar mi capuchino. Se acercaban lo exámenes y no tenia tiempo que perder mirando a una niña inmadura que despreciaba.

La chica del Café (BRANGIE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora